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Editorial
El novelón de Santrich
Lo único cierto es que (con su desaparición o fuga) le ha hecho un gran daño al proceso de paz con las Farc. 
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Martes, 2 de Julio de 2019

La sorpresiva y extraña desaparición, o fuga, del exlíder guerrillero de las Farc y ahora representante a la Cámara Seuxis Pausias Hernández, más conocido como Jesús Santrich, vuelve a caldear los ánimos y ha hecho subir la tensión política en el país, en vísperas de un intenso debate electoral que seguramente agravará el ambiente de confrontación y polarización que hemos venido padeciendo.

Los colombianos llevamos más de un año con el novelón de Santrich a cuestas, entre sorpresa y sorpresa, entre ataques e insultos, entre demandas y contrademandas, y con episodios más propios de un sainete que de un proceso judicial y político de la mayor importancia y trascendencia por sus implicaciones y consecuencias.

Desde abril de 2018 cuando se produjo su detención en Bogotá por solicitud de una corte de Estados Unidos que lo acusa de narcotráfico y solicita en extradición, hasta la tarde del pasado domingo, todo ha ocurrido alrededor del exjefe guerrillero. 

Hizo huelga de hambre en un hospital y en prisión reclamando su libertad, fue liberado y vuelto a capturar, la Jurisdicción Especial para la Paz le aplicó la no garantía de extradición y le ordenó a la Fiscalía su libertad inmediata, la  Procuraduría presentó su apelación, la decisión del Consejo de Estado de mantenerle su investidura como congresista y el gran revuelo de su ruidosa posesión en la Cámara.

La última información oficial sobre este culebrón es que el fin de semana Santrich abandonó en territorio del municipio de La Paz (Cesar) su esquema de protección y al parecer se fue a encontrar con un hijo en Valledupar. 

En las Farc no se sabe dónde podrá estar y sus abogados admitieron que tampoco saben nada de él ni de su paradero.

La gran preocupación de las autoridades colombianas y de la comunidad internacional es que Santrich es un protegido de alto riesgo por las amenazas que existen contra su vida.

El exjefe guerrillero ha desaparecido teniendo de por medio una citación de la Corte Suprema de Justicia para el próximo martes 9 de julio. 

En forma reiterada él se había comprometido a comparecer ante las autoridades siempre que se le requiriera. Queda claro que no ha cumplido su palabra.

¿Qué explicación dará ahora? ¿Tomó el mismo camino del excomandante Iván Márquez, de El Paisa y de Romaña? 

Cualesquiera hayan sido sus razones o motivos, lo único cierto es que Santrich le ha hecho un gran daño al proceso de paz con las Farc. Y así lo piensan y lo sienten muchos colombianos.

A los enemigos de los acuerdos de La Habana les ha dado otra oportunidad para seguir atacándolos sin piedad hasta lograr demolerlos y descuartizarlos.

Con su acción, Santrich también les ha puesto en bandeja la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

Ante este panorama, es pertinente llamar la atención a nuestros gobernantes y a los dirigentes políticos de todos los movimientos y tendencias para que hagan a un lado la soberbia y la intolerancia. 

Hay que permitirle a las instituciones que actúen y tomen sus decisiones sin presiones indebidas. No es el momento de echar más leña al fuego.   

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