El Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que anualmente está señalado en el calendario el 10 de septiembre, y  organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y avalado por la Organización Mundial de la Salud, tiene el objetivo general de crear conciencia acerca de la urgencia de prevenirlo.

Leyendo la página de la Organización Panamericana de la Salud hay un dato escalofriante: en 2019 un total de 97.339 personas murieron por suicidio en el continente Americano.

Pero hay algo peor en lo expuesto por la OPS. El suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años en las Américas, mientras que alrededor del 79% de los suicidios en la región ocurren en hombres, siendo tres veces superior al de las mujeres.

Y qué dramática casualidad, el Ministerio de Salud en Colombia reseñó que por cada suicidio en mujeres suceden alrededor de cuatro en hombres.

En el país, los hechos relacionados con personas que decidieron quitarse la vida ascendieron a 2.962 el año pasado, advirtiéndose un incremento de casos del 7,8% frente a 2020 y del 1,2% en relación con 2019, como lo precisaron las estadísticas manejadas por esa entidad nacional.

Además, en el país la tasa ajustada de mortalidad por suicidio pasó de 5,1 por 100.000 habitantes en 2005 a 5,29 en 2020.

Y si pasamos a hablar de Norte de Santander y vamos a las cifras que maneja Medicina Legal, correspondientes al periodo enero-julio del presente año, encontramos la concordancia sobre el por qué el Ministerio de Salud relaciona al departamento junto con Risaralda, Caldas, Quindío, Vaupés, Tolima, Putumayo, Amazonas, Nariño, Huila, Antioquia, Casanare, Meta, Guaviare, Boyacá y Caquetá, por presentar tasas de incidencia superiores a la nacional.

Según los datos preliminares de Medicina Legal, en los siete  primeros meses de 2022, se han contabilizado 44 suicidios en la región (31 de hombres y 13 de mujeres).

En esa lista figuran Cúcuta con 18, Ábrego (3), El Tarra (3), asunto que debe mover hacia un análisis puesto que detrás de estas cifras  se esconden cuestiones muy graves en cuanto a la salud mental de la población y a comportamientos como el matoneo que finalmente terminan llevando a desenlaces fatales.

La Organización Panamericana de la Salud afirmó que mitigar los riesgos y potenciar los factores de protección para fomentar la resiliencia, pueden reducir de manera eficaz las tasas de suicidio.

Por ejemplo, planteó que el suicidio impulsivo puede prevenirse restringiendo el acceso a los medios letales. Sin embargo, un asunto que la OPS detectó es que  la prevención del suicidio no se ha abordado adecuadamente en muchos países debido a la falta de toma de conciencia para abordarlo como problema de salud pública.

“El reto es real y hay que tomar medidas”. Este encomillado de lo expuesto por la OPS va dirigido hacia quienes toman las decisiones desde los gobiernos para que se vaya más allá y se enfrenten los elementos que propician esas acciones suicidas, como es el debilitamiento de las redes de apoyo social, las brechas sociales y económicas, la aculturación, la violencia escolar, la disfuncionalidad familiar, la baja autoestima, la depresión y el consumo de alcohol y de drogas.

Luego aquí debe procurarse una acción transversal que incluya a muchos actores de la vida diaria para fortalecer la labor preventiva, en donde se debería hacer énfasis en el cuidado de la salud mental de la población  en todas sus edades.