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Editorial
Emergencia aérea
Corresponde a la Aerocivil mantenerse atenta y adelantarse a los errores.
Domingo, 25 de Diciembre de 2016

Son muy amplios los desarrollos alcanzados por el transporte aéreo en el mundo. La tecnología consolidada en este campo es óptima y ha hecho posible disponer de aviones con capacidad de movilizar personas y carga de toda especie a diferentes destinos del planeta en tiempo récord y en cómodas condiciones.

Desde luego, no faltan los riesgos y hay un margen muy pequeño de accidentalidad en las operaciones que van de un lugar a otro. Pero también están los controles constantes y las previsiones tendientes a evitar la ocurrencia de siniestros o de hechos trágicos de impacto desgarrador en casi todos los casos.

El reciente accidente cerca a Medellín del avión de la empresa Lamia que trasportaba el equipo brasileño Chapecoense desde Bolivia es una muestra lamentable de lo que puede pasar cuando no se aplican con rigor las disposiciones preventivas. En nuestro mismo país se han presentado otros siniestros con pérdida de vidas humanas.

En días pasados se registraron hechos que han generado alarmas y ponen en evidencia posibles faltas en el control de las operaciones aéreas. En dos ocasiones se registraron fallas en el sistema eléctrico del aeropuerto Eldorado y quedaron sin comunicación la torre de control y la tripulación de los aviones. Situación gravísima que es investigada por la Fiscalía General de la Nación y las mismas autoridades de la Aerocivil. Ojalá se conozcan pronto sus resultados y se establezcan las responsabilidades.

La seguridad es un activo fundamental del trasporte aéreo. Por eso los aeropuertos cuentan con instalaciones especiales para garantizar normalidad. Y están las disposiciones que regulan el movimiento que se genera. Al respecto, no se puede obrar con improvisaciones, ni ligerezas. Hasta lo mínimo tiene que estar previsto. Y corresponde a la Aerocivil mantenerse atenta y adelantarse a los errores o a las subestimaciones de sus propios servidores.

No solamente se trata de la puntualidad en los vuelos que van a diferentes destinos sino que estos se cumplan sin contratiempos que pueden resultar de descuidos o irregulares manejos en diferentes aspectos.

Cuando se transportan personas, por aire, por vías terrestres o embarcaciones acuáticas se tienen que ofrecer las mayores condiciones de seguridad, tendiente  a que se llegue a los destinos previstos sin contratiempos y con la satisfacción debida.

No hay que dejar cabos sueltos que puedan llevar a desastres irreparables. Las omisiones no tienen excusas y por lo mismo hay que proceder con acierto y lucidez en cuanto corresponda hacer a cada quien.

Los usuarios del transporte aéreo también pueden intervenir ante lo que adviertan que puede ser perturbador.

De todas maneras, prevenir las situaciones de riesgo en el transporte aéreo no es asunto secundario. Es una prioridad que impone cuidados puntuales sin hacerle concesión alguna a los descuidos o a los desvíos.

Se requiere por eso hacer un inventario completo de lo relacionado con la seguridad aérea en Colombia para garantizarla en el más alto nivel posible.

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