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Editorial
A estar alertas
La región Andina, de la que hace parte Norte de Santander y el Caribe, figuran como las de mayor riesgo de sufrir severos impactos como consecuencia del llamado fenómeno climático de ‘La Niña’.
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Domingo, 17 de Octubre de 2021

La región Andina, de la que hace parte Norte de Santander y el Caribe, figuran como las de mayor riesgo de sufrir severos impactos como consecuencia del llamado fenómeno climático de ‘La Niña’, que al enfriar las aguas del océano Pacífico desata una fuerte temporada de lluvias como la que se está empezando a registrar.

El tema debe ser importante, cuando fue abordado por el propio presidente Iván Duque, que llamó a tomar las medidas preventivas para enfrentar situaciones eventualmente catastróficas y salvar vidas.

Por lo que se ha visto en los últimos días, la situación se acerca a lo previsto por el Ideam, cuyos  modelos y predicciones indican que el presente mes cuenta con un 40% más de precipitaciones, frente a temporadas normales.

Solo ese hecho ya es un indicador  de que las secretarías de Gestión del Riesgo y los organismos de socorro estén en alerta máxima y en alistamiento para enfrentar  emergencias  como inundaciones, deslizamientos y otros fenómenos que afectan en especial a las zonas consideradas vulnerables en todos los municipios del departamento.

Las debilidades que se tienen hay que superarlas y conjurarlas, mediante acciones como las desarrolladas por la Alcaldía de Cúcuta que puso en marcha un plan de obras en algunos sitios de la ciudad.

Aunque no es de la magnitud esperada, teniendo en cuenta  que son numerosos los problemas, sí pudiera decirse que es una parte de la ‘cuota inicial’ de las acciones gubernamentales para brindarle cierta protección a sus ciudadanos del impacto provocado por los fenómenos naturales.

Son más de 20 los frentes en los que se puso en marcha el plan contra el riesgo en la ciudad, con una inversión superior a los $16.000 millones, que según el alcalde Jairo Yáñez “no tiene precedentes en los últimos 20 años”.

Pese a eso, la realidad notifica que en la capital de Norte de Santander es urgente emprender el plan de alcantarillado pluvial que recoja y conduzca las aguas lluvias, que ahora sí es indispensable en estos tiempos de cambio climático.

Pero también debe trabajar para evitar el levantamiento de asentamientos humanos en sectores de riesgo. Ello significa una misión que en la primera fase le competería a la oficina de Control Urbano, que tendría que informar esas anormalidades a la Alcaldía.

Otra manera de enfrentar las emergencias que acarrean los torrenciales aguaceros, es también evitar que se obstruyan los canales naturales por donde corren las aguas, no arrojar basuras a las alcantarillas y desagües, porque esto en últimas viene a facilitar que las calles se aneguen y el agua penetre en las viviendas y locales.

Pero, igualmente, es indispensable que así como la pandemia del coronavirus dejó la enseñanza de que la inversión en la salud debe de multiplicarse, pues todo lo que ocurre con el deterioro del clima y sus efectos sobre el planeta, debe llevar a los gobiernos a considerar que la mitigación del riesgo no es un comodín sino un elemento básico del cual depende nada menos que la vida y por lo tanto el presupuesto debe de ser robustecido año tras año para la ejecución de obras en ese sentido.

Estas son prioridades que no pueden dejarse de lado y aplazarse  indefinidamente, porque como lo estamos viendo, cada vez las condiciones que nos rodean se están volviendo más agrestes y peligrosas por culpa de nuestros comportamientos y debemos entender que si no intentamos cambiar el panorama que enfrentaremos, será como el de esas series apocalípticas, donde el agua o el aire se vuelven un tesoro en extinción.

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