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Editorial
Explotación de mujeres
El departamento, tristemente fue, en 2020, el primer destino de explotación de mujeres en Colombia según el estudio.
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Viernes, 9 de Abril de 2021

Norte de Santander es el caldo de cultivo perfecto para la trata de personas al estar asolado por la pobreza, el desempleo, la miseria, la informalidad, la oleada migratoria, el conflicto armado, el narcotráfico, la crisis económica, el hambre y la desigualdad social.

Estas siete plagas de Egipto configuran el ambiente propicio para lo que descubrió el interesante informe elaborado por Border Lab –Laboratorio de Frontera, el laboratorio de innovación social de La Opinión, sobre el delito de la trata, que en Colombia la Ley 985 de 2005 penaliza con condenas de 13 a 23 años de cárcel.

El departamento, tristemente fue, en 2020, el primer destino de explotación de mujeres en Colombia según el estudio, aunque como lo han expuesto el Banco Interamericano de Desarrollo y la Oficina de la Organización de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, hay un alto volumen de subregistro.

Y eso que fue reseñado por dichos organismos y que para nuestro caso podría llegar a equivaler a un subregistro aproximado del 95%, debe de ser motivo de mayor preocupación para abordar las acciones dirigidas a proteger a la población expuesta (colombianas y venezolanas), detener a los culpables y aplicarles el peso de la ley.

Para que las autoridades locales y nacionales, este documento ‘Una mirada a la trata de personas en Norte de Santander’, debe de servir de insumo fundamental que lleve a la construcción de la estrategia contra dicha acción delincuencial en esta zona de frontera.  

Lo cierto es que llegar a situarse en un desprestigiador podio como ese y la notificación de que los casos que están ocurriendo son muchísimos más que los registrados (11 víctimas explotadas en trata interna y externa el año pasado), es un indicador de que hay una alarmante situación a la que se le debe poner todo el cuidado necesario.

Dar un salto en la fría estadística de un año a otro del 267% de casos, es el campanazo obligado para que desde ya se trabaje en entender, descifrar y atacar desde sus matices a la trata de personas, que en razón al éxodo desbordado de venezolanos, ahora ha sido  puesta en el foco.

Al dejar  de ser un mal invisibilizado, resulta importante conocer lo expuesto por el  laboratorio de innovación social de La Opinión, en el sentido que la trata tiene siete tentáculos: explotación sexual, trabajos forzados, la esclavitud o prácticas análogas a esta, la servidumbre, la explotación de la mendicidad ajena, el matrimonio servil o forzado, la extracción de órganos  y el turismo sexual.

La Policía, la Fiscalía, los juzgados, los tribunales, el Bienestar Familiar, la Procuraduría y la Defensoría tienen bastante por hacer en este asunto, porque la explotación sexual involucra a la mayoría de víctimas conocidas y en menor porcentaje, pero no menos violadores de todos los derechos fundamentales, son los de matrimonio servil y trabajo forzado.

Los sabuesos tienen que hacerle un estricto seguimiento a las famosas webcam donde mujeres menores y adultas son prácticamente esclavas sexuales, lo mismo que áreas como los parques Mercedes Ábrego y Antonia Santos y sus alrededores, al igual que Tibú, Los Patios y Chinácota, como epicentros de explotación sexual.

 El otro dato interesante es que aunque el proxenetismo por parte de terceros es innegable para inducir a la prostitución, muchos de los tratantes son personas cercanas a la víctima, bien sea familiares, vecinos o conocidos. Lo anterior refleja la complejidad del problema.

Y para cerrar es triste observar que la impunidad parece ser la mejor guarida para quienes se dedican a esta actividad porque la justicia opera como la tortuga o como el cangrejo, lenta y de para atrás.
 

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