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Editorial
Gramalote
En lo que se espera la celeridad debida y el cumplimiento técnico de las normas, es la construcción de las 135 viviendas que hacen falta.
Viernes, 15 de Noviembre de 2019

Para las generaciones futuras, el 16 de diciembre de 2010 quedó escrito como el día en que empezó la destrucción de Gramalote y del cual hoy solo quedan apenas algunas ruinas en aquella zona al occidente del departamento.

A un mes de cumplirse nueve años de que una falla geológica hiciera desaparecer este poblado, surgieron datos, cifras, precisiones, advertencias, aclaraciones y compromisos sobre el Nuevo Gramalote, cuya construcción muestra un avance del 86 por ciento, como lo comprobara la Contraloría General de la República.

Entre lo más notorio y en lo que se espera la celeridad debida y el cumplimiento técnico de las normas, es la construcción de las 135 viviendas que hacen falta, pero que se quedaron temporalmente en el ‘aire’ por varios aspectos que es urgente solucionar. No sería bien visto que empezara a correr el tiempo para alcanzar el décimo aniversario y todavía los damnificados siguieran asistiendo a las discusiones relacionadas con presuntos incumplimientos por parte de la firma contratista, advertencias sobre la aplicación de medidas jurídicas o las consideraciones de que en este aspecto hubo un probable desequilibrio económico.

El Fondo Adaptación y la empresa a la que le correspondió desarrollar esa parte del proyecto de reconstrucción de Gramalote tienen que destrabar este embrollo que le puso freno a la culminación de las casas que hacen falta para que los gramaloteros que vivían en su municipio hasta el momento de registrarse el desastre, puedan llegar a su nuevo municipio.

Ojalá todo se destrabe y el otrosí anunciado pueda firmarse por parte del contratista para que se levante esta talanquera que en últimas afecta es a quienes estaban esperando su ansiosa llegada al nuevo casco urbano.

A una situación de tal magnitud no se le pueden agregar los males que agobian a la contratación de obras de envergadura, hecho por el cual es válida la preocupación gramalotera porque todavía hoy no esté listo el hospital.

En el papel ha quedado la promesa oficial, con fecha precisa incluida, de que dentro de dos meses y medio, es decir, el 30 de enero del año entrante, la obra correspondiente a la edificación del centro hospitalario quedará terminada.

Ojalá ese día no se vaya a convertir en otro plazo incumplido, de los tantos que se acumulan en la historia de los asuntos que quedan pendientes pese a quedar marcadas en el calendario. 

En este caso, se espera que la acción facilitadora de la Contraloría General de la República logre que realmente se concreten los compromisos orientados a resolver, en el menor tiempo posible, asuntos pendientes de supervisión y pagos de anticipos.

Resultó muy importante el llamado “Diálogo Ciudadano al Proceso de Reconstrucción de Gramalote”, que aparte de poner en blanco y negro el desarrollo de este proyecto para el cual se han aprobado, hasta el momento, inversiones por $461.000 millones, permitió que se establecieran 17 compromisos entre las partes para agilizar los procesos, corregir deficiencias,  y prestar pronta solución a la ciudadanía.

Esa transparencia es vital para que la comunidad esté enterada de lo que está ocurriendo en obras tan sensibles e históricas como estas de levantar desde sus cimientos a un pueblo entero, que como Gramalote, quiere seguir marcando un desarrollo sostenible en Norte de Santander.

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