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Editorial
Intromisión abusiva
Lo que enfrenta un grave peligro es la posibilidad de que todos podamos expresarnos e informarnos amparados en normas constitucionales.
Lunes, 13 de Junio de 2016

No es la libertad del periodista Marco Schwartz Rodacki lo que realmente está en juego en el lío jurídico que enfrentan al diario barranquillero El Heraldo y a los magistrados del Tribunal Superior de Barranquilla Julio Ojito Palma y Eliécer Cabrera Jiménez.

Tampoco lo están los derechos —satisfechos hasta la saciedad e incluso más allá del mandato de la ley—, de los dos magistrados, a quienes la Fiscalía dijo investigar por extralimitarse en un fallo, es decir, por abusar de su condición de jueces, como lo han demostrado posteriormente en el caso, que tiene a Schwartz a las puertas de la cárcel.

Ni están en juego la credibilidad de los periódicos o la integridad profesional de los periodistas.

Lo que enfrenta un grave peligro es la posibilidad de una sociedad libre en la que todos podamos expresarnos e informarnos como nos plazca, amparados en normas constitucionales profundas y no amedrentados por fallos amañados y abusivos de los jueces, aunque sean los de más alto nivel.

El 29 de junio de 2015, El Heraldo publicó un boletín de la Fiscalía en el que anunciaba que investigaría por prevaricato a los magistrados Ojito y Cabrera, porque en un fallo pretendieron ordenar a Barranquilla a desembolsar recursos públicos no reglamentados por la ley, para una reclamación pensional.

Los jueces pidieron que el diario les permitiera replicar la información, y el diario aceptó. A pesar de que la información de la Fiscalía no fue desvirtuada, el diario publicó una nota donde precisó la información, basada en lo dicho por los dos magistrados.

Sin embargo, Ojito y Cabrera instauraron una acción de tutela contra el diario, que conoció el Juez  Sexto Penal del Circuito de Barranquilla, funcionario subordinado del Tribunal Superior de Barranquilla.

Desde entonces, El Heraldo ha publicado tres informaciones en el sentido en que lo pidieron los magistrados. Pero, pese a eso, el fallo de la tutela fue contra el diario y contra el director Schwartz, que fue sancionado por desacato con arresto y multa. La sanción está en revisión del Tribunal de Barranquilla.

La situación es claramente injusta: el diario actuó en derecho, pero los magistrados formularon la tutela, que fallan sus subordinados y revisan otros magistrados, es decir, sus compañeros de sala plena. ¿Habrá, así, manera de que la justicia favorezca al periodista o al diario? Casi imposible.

El periodista podrá ir a la cárcel, esperemos que no, pero el afán protagónico de algunos jueces y ese tufo de venalidad, corrupción e impunidad que rodea a la justicia colombiana seguirá creciendo mientras haya Ojitos y Cabreras que pueden seguir abusando a su antojo.

La de ellos es una intromisión abusiva en un terreno que jamás será suyo, en de la libertad de prensa y el de la libertad de información.

Ellos deben enterarse de que la libertad de expresión está en la base misma de la democracia, y que cercenarlo, como lo pretenden, los hace enemigos de la sociedad.

Mientras más libertad de expresión, más democracia. Pero, también, mientras más injerencia ilegal de los jueces haya en campos donde no caben, más injusticia, más venalidad, más corrupción…

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