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Editorial
La amenaza y la verdad
Centenares de edificaciones de la ciudad carecen de estructuras sismorresistentes.
Domingo, 27 de Enero de 2019

Hace tres años, un científico local manifestó su preocupación por la realidad de Cúcuta en materia de riesgos por razones sísmicas. Entonces se dijo que no era descabellado pensar en la probabilidad de ocurran sismos de alto impacto en esta área —incluso de magnitud de 8.0 el área

La probabilidad de que ocurran sismos de alto impacto en Cúcuta no es una teoría descabellada si se tiene en cuenta que, según los analistas, la ciudad podría experimentar movimientos de magnitud 8.0 —escala de Richter—, en condiciones de extrema superficialidad, lo cual generaría devastación incalculable.

Al fin y al cabo, Cúcuta está sobre tres fallas sísmicas: Boconó y Uribante Caparo, que vienen desde Venezuela, y la frontal de la cordillera Oriental, que son determinantes en la sismicidad regional.

Hace 20 años, el Triángulo del Café fue azotado por el que algunos consideran el más devastador terremoto registrado en Colombia en los tiempos recientes. Ese terremoto destruyó a Armenia y causó gravísimos daños en Pereira y Manizales, y dejó una estela de muerte aterradora.

Según científicos, el Triángulo del Café es una zona donde, con regularidad cíclica, se presentan sismos fuertes. De ser así, la región estaría cerca de otro evento sísmico de magnitud. El temblor generado el sábado en el volcán nevado del Huila, que dio origen a cerca de 800 réplicas, podría no estar asociado con las previsiones de los científicos.

El recuerdo de ese evento llevó a pensar en Cúcuta, que para la ciencia y los científicos es una ciudad donde podría ocurrir algo semejante —en 1875 sucedió un sismo que, prácticamente, no dejó piedra sobre piedra en menos de un minuto, y su epicentro se ubicó en el área donde están los barrios La Castellana y La Ceiba—, y en si todos los cucuteños, comenzando por las autoridades, estamos preparados de manera suficiente para enfrentar una eventualidad como esa.

La conclusión es que no. Centenares de edificaciones de la ciudad carecen de estructuras sismorresistentes, o sea que ofrecen cierta garantía de seguridad, pese a que ante la fuerza desatada de la naturaleza nada es totalmente eficaz.

Y no, porque ha faltado siempre la suficiente preocupación por establecer un sistema de control realmente comprometido con la defensa de la seguridad y la integridad de las personas y con el cumplimiento riguroso de las normas legales. En Cúcuta, hoy, muchos construyen como quieren, con el beneplácito oficial, que se traduce en dependencias que miran para otro lado mientras extienden la mano para recibir los beneficios.

No hay duda de que está bien la preocupación municipal por educar a los niños y enseñarles cómo actuar en caso de sismo, pero eso es lo mínimo que deben hacer los administradores del Estado. Es algo positivo, desde luego.

Pero, ¿de qué servirá que todos los niños y, en un caso mejor, los cucuteños sepamos actuar en caso de sismo, si las edificaciones nos caen encima? Es en este aspecto, en el de garantizar la sismorresistencia, hasta donde sea posible, donde se debe poner el énfasis. En esto, y en el cumplimiento obligatorio de las leyes.

Lo demás, es como arar y sembrar en el desierto…

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