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Editorial
La carrera mínima
Así como los taxistas reclaman y exigen, los habitantes del área metropolitana también les solicitan que pongan de su parte para que este componente de la movilidad ruede adecuadamente en la región.
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Sábado, 23 de Marzo de 2024

Cuando era posible comprar la gasolina venezolana, bien sea en pimpina o en las estaciones internacionales de Ureña o San Antonio, los taxistas de Cúcuta, igual que hoy, se quejaban por los altos costos de operación y reclamaban anualmente el reajuste en el servicio.

Incluso, también es oportuno recordar, la ciudad es una en las que más tarde entró en operación el taxímetro, porque aquí la práctica era negociar el valor del servicio.

Al expedir el Área Metropolitana el acuerdo que autorizó la carrera mínima en $7.000, sitúa a la ciudad entre las más costosas en ese servicio, por encima de Bogotá donde está en $6.300.

En Ibagué dicho componente se fijó en $5.800, Medellín en $7.000, aunque esta zona fronteriza fue superada por Cali que la definió en $8.00, Santa Marta en $7.700 y la vecina Bucaramanga en la que los taxistas fueron autorizados a cobrar $7.200.

Pero no podemos olvidarnos de algo que en el concierto nacional tenemos que tener prsente y que merece mucho más análisis de fondo, al instante de proceder a establecer los nuevos componentes del servicio de transporte individual de pasajeros, como técnicamente se conoce.

Y es que aquí rige una diferencia en cuanto al valor de la gasolina subsidiada para Norte de Santander y otros departamentos fronterizos, el cual abarca una buena cantidad de días en cada uno de los meses del año.

Al detallar el costo del galón en las  estaciones de servicio en dichos municipios se encuentra también que en ellos resulta mucho más alto el valor al momento de tanquear los vehículos.

Recordemos lo que sucedía en febrero en materia de ese combustible. En Cali  el galón valía $15.843, en Villavicencio $15.930, en Bogotá $15.830, en Medellín $15.757 y en Bucaramanga  $15.599.

Sin necesidad de utilizar calculadora, de lejos se advierte que están distantes del precio que rige en la región.

Estos antecedentes son necesarios ponerlos en la mesa para los miembros del gremio de taxistas y el mismo organismo metropolitano que da el visto bueno a las alzas, tengan consideración con los usuarios y la ciudadanía en general en cuanto a la difícil situación  económica y a la necesidad de prestar un buen servicio.

Si ellos tienen gabelas como las de cobrar un adicional de $1.500 por carreras  hacia la Central de Transporte, como si esa entidad estuviera en algún punto lejano, deben por lo menos llevar siempre el aire acondicionado encendido. Los pasajeros lo merecen.

Tampoco deben abusar con las tarifas y hacer un uso adecuado del taxímetro, aspecto en el que las autoridades de Tránsito deben empezar a trabajar con urgencia para convertirlo en una real obligación a la que no se puedan negar a cumplir, so pena de aplicarles las sanciones correspondientes.

De su agenda, los taxistas es necesario que borren aquello ‘de por allá no voy’ puesto que la ciudadanía paga por un servicio al que no se pueden negar.

Así como los taxistas reclaman y exigen, los habitantes del área metropolitana también les solicitan que pongan de su parte para que este componente de la movilidad ruede adecuadamente en la región, para ayudar a construir una ciudad incluyente   en su desarrollo.

Es bueno que recuerden que para ganarle la batalla a los vehículos particulares que por medio de plataformas compiten sin autorización con ellos, no solo es mediante la intervención de las autoridades, sino precisamente siendo unos taxistas competentes eficientes  a la hora de atender las necesidades de quienes utilizan este medio de transporte en la ciudad, que debe estar permeado por la cultura ciudadana.

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