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Editorial
La cloaca presidencial
La prensa mundial está estupefacta. Aún no asimila a cabalidad el alcance de los actos de un presidente abiertamente racista y agresor.
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Viernes, 12 de Enero de 2018

*En este texto hay lenguaje procaz.

El presidente Donald Trump podrá jurar con pies y manos que no lo dijo, pero no queda la más pequeña duda de que se refirió a Haití, El Salvador y a los países africanos como a ‘huecos de mierda’. Así, sin rodeos ni atenuantes. Además, lo repitió varias veces.

Lo atestiguan congresistas de ambos partidos, demócratas y republicanos, que asistían a una reunión en el despacho presidencial de Estados Unidos, en la que se definían algunos términos de la nueva ley de inmigración que prepara el gobierno de Trump.

‘¿Por qué querría a todas esas personas de esos países de mierda?’, preguntó Trump a los aterrados congresistas en momentos en que hablaban de El Salvador, Haití y los países africanos. ‘Por qué necesitamos más haitianos? En lugar de ellos, deberíamos admitir más personas de países como Noruega’, país abrumadoramente blanco.

Testigos dicen que Trump repitió varias veces su carga de racismo, agresión y odio, en una situación que escandalizó a los asistentes que colmaban nada menos que la Oficina Oval, es decir, el despacho presidencial de Estados Unidos.

 Era una charla oficial, pero reservada, y las palabras de Trump salieron de la siempre reservada Casa Blanca, para recorrer el mundo en segundos y diseminar la imagen de un presidente que, en concepto de muchos analistas, no debería estar al frente de los destinos de Estados Unidos.

En su cuenta de Twitter, Trump madrugó a desmentir el hecho, pero nadie le creyó, por dos razones importantes: no lo dijo con la suficiente firmeza requerida, y desde hace rato nadie le concede el menor ápice de certeza a lo que dice y hace.

La prensa mundial está estupefacta. Aún no asimila a cabalidad el alcance de los actos de un presidente abiertamente racista y agresor y de un lenguaje procaz que lleva a pensar en que terminología de alcantarilla está convirtiendo a la respetada Casa Blanca en un hoyo de mierda, para usar las palabras de moda allí.

Pero, realmente, no solo el lenguaje de Trump está fuera de lugar. Él mismo lo está, con su manera de pensar, su comportamiento permanente, sus modales, su concepción del mundo, y hasta su personalidad.

Varios análisis lo han calificado de prepotente y soberbio, egoísta, racista, narcisista, misógino, mentiroso redomado y hasta peligroso. A todo eso habrá que agregarle ahora su lenguaje vulgar y sus consideraciones sobre lo que son países como Haití y El Salvador y las naciones africanas.

Desde luego, y analizando la trayectoria de Trump como presidente, esta no será el último escándalo que genere. Es un hombre que no puede vivir sin figurar, sin que lo consideren el primero, sin ser el centro de atención.

Es alguien con una personalidad que, como se dijo antes, conlleva peligro, y que en cualquier momento puede dar pie para una crisis de esas que hacen temblar al mundo. Pero, sobre todo, es una persona que no es capaz de sincronizar lo que piensa con lo que dice.

Por eso termina diciendo lo que dice. Sin darse cuenta, se le sale lo que tal vez rellena su cerebro.

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