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Editorial
La cumbre somnífera
La ausencia de Trump no fue la razón para que la Cumbre de Lima quede como una muestra de lo que es un certamen irrelevante.
Domingo, 15 de Abril de 2018

Cuando ordenar un bombardeo con pretextos inciertos contra un país casi inexistente es más importante que la reunión con todos los colegas del Continente para dialogar sobre muchos problemas comunes, como ocurrió este fin de semana con el presidente Donald Trump y la VIII Cumbre de las Américas, es porque esta parte del planeta no cuenta para nada en los intereses de la Casa Blanca.

Sin embargo, aún hay mandatarios, líderes y analistas políticos para quienes América Latina está en la lista de prioridades de Estados Unidos. Pues no es así. El viernes, más importante fue dar la orden a un reducto del ejército estadounidense de soltar unas bombas sobre tres blancos fijos en Damasco.

La región pasará a ser prioridad en poco tiempo, cuando a Estados Unidos le empiece la urticaria por razón de la relación desigual, pero cada día más estrecha, y la omnipresencia de China y aun de Rusia en estos países necesitados de que, no importa quién sea, alguien confiable, especialmente esto, los haga sentir importantes.

La ausencia de Trump no fue la razón para que la Cumbre de Lima quede en los archivos de alguna historia menuda —porque no pasará a la historia grande— como una muestra de lo que es un certamen irrelevante, una reunión somnífera que ni siquiera alcanzó el acuerdo elemental de pronunciarse sobre el caso de Venezuela.

¿Cómo, sumidos en crisis inquietantes —Brasil, Perú, Argentina, México, Colombia, Estados Unidos, Centroamérica toda…—, estos países pretendían ponerse de acuerdo para denunciar la realidad venezolana, su gobierno y su crisis? ¿Tienen autoridad?

No se está negando nada de lo grave que sucede en Venezuela, ni más faltaría.

Pero los reales y muy serios problemas latinoamericanos, que por supuesto los presidentes casi nunca se atreven a exponer en presencia del enviado de Washington, esta vez tampoco se trataron, pese a que todo el Continente está agobiado por ellos. La pobreza y la corrupción, causas de violencia, que a su vez genera migración creciente, por ejemplo, no ocuparon el interés de los mandatarios latinoamericanos.

Tampoco la xenofobia como política de gobierno de Trump captó la atención de los gobernantes, ni el proteccionismo creciente, que ya causa malestar general, ni la permanente injerencia que lleva a que Washington califique o descalifique la acción de los gobiernos y les aplique sanciones en desarrollo de su abusivo papel de juez y parte, y de policía, todo al tiempo y por decisión unilateral. Ni se acordaron, nuestros presidentes, de que el nuevo servicio exterior estadounidense es hoy, en realidad, un alborotado nido de ‘halcones de gatillo fácil’.

Todos, incluso el mismo mexicano Enrique Peña Nieto, enfocan la construcción del muro de Trump en la frontera méxicoestadounidense, como un asunto bilateral. Y no. Es un muro que afecta a toda América Latina, que por esa razón va a quedar todavía más condenada que hasta ahora a ser el patio trasero de Washington, porque ni siquiera tendrá la discriminatoria y ofensiva puerta del servicio...

Foros como la Cumbre, a veces generan el efecto contrario al buscado, porque esta vez, su irrelevancia, puede fijarse no en la ausencia de Trump, sino en la acción a larga distancia de Nicolás Maduro, al que no le reprocharon nada. Una declaración de última hora contra él surgió, para salvar la faena y la tarde, del Grupo de Lima.

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