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Editorial
¿A la guerra?
Miércoles, 1 de Abril de 2015

Siempre se ha dicho, porque la experiencia lo avala, que el que calla otorga, lo cual significa que guardar silencio cuando alguien dice algo de uno es confirmar que todo lo dicho es cierto.

Vale el refrán para aplicarlo a una situación muy particular que surgió a raíz de unas declaraciones recientes de Mary Beth Long, ex subsecretaria de Defensa  de Estados Unidos para asuntos de seguridad internacional en el gobierno de George W. Bush.

Long tiene experiencia con la CIA, la DEA, el FBI y la Otan, y trabajó con uno de los hombres más belicosos que ha tenido el gobierno de Estados Unidos: Donald Rumsfeld, principal defensor de la invasión a Irak, un verdadero halcón. Es decir, la señora Long sabe de qué habla.

Por ello, ello, la enorme preocupación que en algunos colombianos dejaron sus palabras hace tres días al hablar de lo que está ocurriendo en Colombia estos días con sus militares.

“…están estudiando otras amenazas en la región que pueden representar sus vecinos como es Venezuela, y prepararse para esas eventualidades, y los felicito por ello porque hay otros desafíos en el horizonte, y su fuerza pública, su liderazgo y su policía ya se están preparando para eso”, dijo Long.

Si estas palabras no vinieran de quien viene, de una persona que por años ha permanecido en los círculos donde se definen las guerras, podrían pasarse por alto.

Lo que Long dijo simplemente es que tendremos una guerra con Venezuela, ni más ni menos, y que —aunque la enorme mayoría de los colombianos lo ignoramos— nuestros militares y nuestros policías ya se están preparando para pelearla.

Palabras tales como las de Long generan una preocupación enorme. Pero, sin rodeos hay que decir que mayor preocupación despierta el hecho de que del gobierno nadie diga una sola palabra para desmentir o confirmar a esta mujer.

Ojalá dijeran que ella se equivoca, que no es cierto, que no habrá guerra, que después de 60 años de matarnos entre hermanos solo queremos estar tranquilos y que ni contra Venezuela ni contra nadie queremos pelear una guerra que no será nunca nuestra.

La verdad, ojalá que alguien en el gobierno dijera algo, cualquier cosa.

Porque si el ruido de la guerra comenzara, sin duda no sería por iniciativa de Colombia, que estaría siendo utilizada como carnada, en el mejor de los casos, o como responsable del trabajo sucio para una potencia extranjera, en un escenario aún más deplorable. El interés en Venezuela y en sus recursos energéticos no es colombiano.

De todos modos, las alarmas están sonando. Una ex alta funcionaria de un país como Estados Unidos no va por ahí hablando de guerra y de eventualidades si no tuviera conocimiento de planes concretos. Y, esto, precisamente, es por lo menos inquietante, pues da a entender que Washington sí tiene intereses bélicos en esta parte del mundo.

Quizás Long está transmitiendo a nombre de su país un mensaje a Santander para que lo entienda Bolívar.

De todos modos, de este lado de la frontera binacional no podremos en adelante dormir tranquilos: cualquiera sea el nivel de una hipotética guerra en Venezuela, nosotros en Colombia sufriremos las consecuencias.

Desde luego, este tipo de declaraciones no extraña en funcionarios o en exfuncionarios de la Casa Blanca. Lo que sí causa extrañeza es el cerrado silencio colombiano. No parece congruente que un gobierno que negocia la paz interna, calle ante insinuaciones extranjeras de que nos preparamos para combatir contra los vecinos.

¿Será que tiene razón el refranero y que al callar le estamos dando la razón a Long? Ojalá que no.

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