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Editorial
La prensa libre
Defender los medios de comunicación, a todos, es defender la libertad, la democracia, los derechos.
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Miércoles, 3 de Mayo de 2017

Es uno de los mayores contrasentidos de la época: los periodistas son tenidos como íconos de la libertad de opinión, de información y de prensa.

Siempre que hay problemas en la sociedad, a veces con angustia, a veces con desesperación, pero siempre con gran esperanza de encontrar la respuesta adecuada, se gira la cabeza hacia los medios y, por  supuesto, hacia los periodistas.

La confianza que surge entre los ciudadanos y los periodistas es ejemplar: los lectores o los oyentes o los televidentes tienen fe ciega en que lo dicho por un determinado periodista es así; no cabe la posibilidad de cuestionarlo, mucho menos de desecharlo. Y si él no lo dice, es porque no ha ocurrido.

El contrasentido tiene que ver con el hecho de que en la cultura periodística colombiana, al contrario de Europa, el reportero carece de opinión. O, al menos, se evita que la exprese en las noticias que escribe o relata. En síntesis, no toma partido.

Existe, desde luego, la vieja discusión de que incluso las primeras palabras de una historia son producto del subjetivismo del reportero, porque pudo escoger otras. Pero, más allá de esas disquisiciones, en Colombia los reporteros carecen de opinión. Es la teoría, y es la práctica mayormente extendida.

Quienes sí expresan sus opiniones son los columnistas o comentaristas, que publican sus textos en las páginas editoriales. Ellos son los encargados de intentar llevar la opinión pública hacia un lado o hacia otro de los hechos. Es un intento, no otra cosa, porque los lectores —consumidores de medios, les llama el mercado— son libres de pensar y, obviamente, de actuar.

Esa libertad de opinar diferente, de buscar la información, de creerle o no a un periodista o a varios o a todos o a ninguno, —como en lo que tiene que ver con el fortalecimiento de la democracia, o el afianzamiento de todos los derechos y todas las libertades— es producto del ejercicio de una garantía imprescindible: la libertad de prensa.

Sin libertad de prensa no hay democracia, no hay libertades. Es mejor tener una prensa desbordada, que llegue a extremos, si se quiere, que una silenciada por la mordaza creada por el gobierno o por quien sea.

A diferencia de Colombia, como no tiene prensa libre, Venezuela no tiene democracia, no tiene las más elementales libertades, no tiene garantías de respeto para los derechos básicos. No tiene libertad.

Hoy, 3 de mayo, el mundo celebra el Día Mundial de la Prensa Libre, surgido de una iniciativa conjunta de la ONU y la Unesco, para declarar la defensa de la independencia de los medios de comunicación, “una labor importantísima para nuestra sociedad y el modo en que recibimos información”.

Defender los medios de comunicación, a todos, es defender la libertad, la democracia, los derechos. Es este un buen momento para mirar al otro lado de la frontera y comparar las realidades, y recordar que la catástrofe comenzó cuando al gobierno bolivariano y revolucionario se le dio por controlar la presa.

Es posible que algunos deseen una situación parecida para Colombia, caso en el que el apoyo a los medios termina sobrando. Pero es cierto que a otros muchos sí les preocupa el futuro. En los medios, sin importar de cual lado estén, hacemos las cosas para todos, para que sigan disfrutando de una vida en libertad.

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