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Editorial
La prepotencia del censor
Y, como siempre se ha dicho, la prensa libre puede ser buena o mala, pero si no es libre, será siempre mala.
Miércoles, 27 de Febrero de 2019

Censurar a la prensa es una de las grandes tentaciones de los gobernantes; solo la resisten los demócratas. Los demás son dictadores y autócratas que sienten placer profundo acallando a los medios de comunicación, pues es su gran ego el que en realidad los domina y al que se deben.

Lo ocurrido el lunes en Caracas con un equipo de periodistas de Univisión que estuvo tres días esperando para entrevistar al presidente Nicolás Maduro es episodio que confirma que es un dictador, por una parte, y que está ensoberbecido, por otra…

Después de entrevistarlo en su despacho del Palacio de Miraflores, periodistas y camarógrafos, encabezados por el presentador Jorge Ramos, quedaron retenidos en actitud inexplicable, porque le mostraron a Maduro imágenes que no le agradaron.

Les decomisaron las cámaras, las grabaciones y los celulares, y los encerraron en dos cuartos estrechos, sin informarles de qué los acusaban. Una mujer miembro del equipo de Univisión, que al parecer logró esconder un celular, se comunicó son el canal en Miami e informó de lo sucedido.

Luego de un buen rato, a los periodistas pretendían obligarlos a treparse a un auto, pero ellos se negaron. Para entonces, en el Departamento de Estado de Estados Unidos ya sabían lo sucedido, y presionaron la libertad del grupo al cabo de un rato, pero no les regresaron nada de lo decomisado.

La actitud de Maduro no obedece solo a la soberbia que le generó el hecho de que la seguridad del Estado impidió la entrada de toda la ayuda que Estados Unidos, Puerto Rico y Colombia, enviaron para los venezolanos más necesitados de la crisis de ese país: censurar a los medios es una conducta permanente en gobiernos como el de Caracas, pues con ello mantienen a la prensa bajo control.

De esa manera, la revolución bolivariana y socialista ha logrado eliminar todos los ejemplos de prensa libre e independiente de Venezuela, donde solamente existen medios del Gobierno o de personas afines al régimen. Por eso, en Venezuela no hay democracia, pues no hay prensa libre.

Y, como siempre se ha dicho, la prensa libre puede ser buena o mala, pero si no es libre, será siempre mala.

El hecho confirma un patrón de desprecio a los valores democráticos por parte del Gobierno de Maduro, que al restringir la libertad de los periodistas y la censura de prensa,  genera un mecanismo de chantaje en el marco de la crisis que atraviesa ese país, dice un comunicado conjunto de todas las organizaciones periodísticas del continente al que, obviamente, adherimos de manera irrestricta.

Censurar a la prensa y recortar, aunque sea en mínima parte, la libertad del ciudadano a informar y ser informado, configuran uno de los mayores pecados de los gobiernos, ignorantes de que esas garantías de ordinario las ampara la Constitución, que las considera pilares esenciales de la democracia.

Sin prensa libre no hay democracia, sin democracia solo hay dictadura, y con dictadura, se hace ineludible el derecho de la gente a destruir al gobernante abusivo, como Maduro. Destruir la prensa de su país lo ha envalentonado para pretender lo mismo con la prensa extranjera. Solo que esta vez le falló todo en el intento, y no hay duda de que le seguirá fallando.

Debe saber Maduro que o respeta a la prensa, o la prensa libre se hace respetar.

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