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Editorial
Los vivos de Saransk
Estos son resultado de la carencia de valores que han dejado, por ejemplo, el narcotráfico y la riqueza rápida.
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Jueves, 21 de Junio de 2018

Más tardaron las redes sociales para poner en evidencia la despreciable, ruin conducta de aficionados colombianos que asistieron al estadio ruso de Saransk, y que a nombre de Colombia —lucían atuendos con los colores y el nombre del país— violaron normas legales extranjeras, que en desatar una  marejada de repudio.

Un grupo ingresó licor de contrabando al estadio en un recipiente camuflado como un par de binoculares, mientras un hombre clamaba: Ojo, así fue burlada la seguridad rusa, y una rubia, a carcajadas, elogiaba el ingenio paisa.

El grupo lo integraban Luis Felipe Gómez, gerente de operaciones de Avianca Carga para Europa y Asia; Álvaro Fajardo, Michael Vélez Morales y Natalia Gallego, a quien en redes sociales identifican como asesora comercial de Protección, fondo de pensiones y cesantías.

Otro aficionado, Guillermo Morales Cárdenas, grabó con su teléfono un vídeo en el que aprovecha la diferencia de idiomas e induce a aficionados japoneses, especialmente a una joven, a pronunciar obscenidades cuyo significado ignoran. Morales es contratista del Estado.

Aunque Morales ofreció disculpas públicas a través de una radio y atribuyó sus actos a reacción por la derrota colombiana ante Japón, dijo algo que no puede ser ignorar: “hay cosas más delicadas en el país como para darle a este suceso tanta trascendencia”.

Desde luego que hay problemas muy graves, pero denigrar a Colombia, y de manera especial a los colombianos que por miles están en Rusia, y enfrentarlos a la posibilidad de acciones como las que siempre nos brindan en el mundo por el mero hecho de ser colombianos, es muy grave.

En estos casos —y en otros también publicados en las redes—, las personas son adineradas (ir a un Mundial en Rusia es muy caro—, ocupan destacadas posiciones y, se supone, han recibido educación privilegiada, lo cual dificulta mucho más comprender lo que hicieron y lo que hacen.

Gómez fue sancionado por Avianca, que lo despidió del cargo en decisión que comunicó también por las redes sociales. De los demás, aún nada más se conoce.

Pero es claro que ninguna de estas conductas compagina con lo que se espera de cualquier colombiano que viaje al exterior, y que por lo menos debe cumplir con las leyes de los lugares que visite. Ninguno de estos personajes, hay que decirlo, es representante auténtico de la cultura, el idioma y la raza de Colombia, como apuntó la Cancillería.

Hay que admitir, finalmente, que estos episodios tristes y reprochables, son producto de la cultura que se está imponiendo lenta pero inexorablemente en el país y que tiene como fundamento el todo se vale, la viveza, el comportamiento según el cual el héroe es el que viola las normas, y el que las respeta es un tonto.

Pero, también, es producto de la falta de sanción de todo tipo, basada en que no importa qué se haga, el riesgo de castigo social y legal es muy bajo, cuando no, inexistente.

Comportamientos como estos son resultado de la carencia de valores que han dejado, por ejemplo, el narcotráfico y la riqueza rápida, y la impunidad, que protege de la sanción a los poderosos.

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