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Editorial
¿Medida equivocada?
La radicalización del pico y placa, en Cúcuta, a la hora de la verdad puede estar acarreando consecuencias riesgosas para la salud pública.
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Jueves, 19 de Marzo de 2020

Enemigo de la humanidad fue el  dramático calificativo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) le puso al coronavirus. Esto ya quiere decir que las cosas se están poniendo cada día peor y que como humanos debemos dar todo lo que esté en nuestras manos para superar este pasaje de tintes apocalípticos por el que estamos atravesando.

Esta notificación sirve para iniciar la discusión sobre la radicalización de la medida del pico y placa por parte de  la Alcaldía de Cúcuta, que a la hora de la verdad puede estar acarreando consecuencias riesgosas para la salud pública.

Veamos un ejemplo. Un empleado tiene carro, lleva a su esposa que trabaja en otra empresa y luego él se va para su oficina. Ahí podemos decir que en se estaría actuando dentro de las recomendaciones de aislamiento social para protegernos entre todos del contagio de esa enfermedad, de la que en Norte de Santander hay tres casos confirmados hasta el momento.

Ese empleado, al tener que dejar el vehículo en casa por esa restricción de la movilidad, tiene que salir entonces o a buscar buseta o taxi para ir hasta sus lugares de labores. Dicha actuación ya va en contra de las recomendaciones y protocolos internacionales por varias razones que cualquier observador, sin necesidad de ser científico, identifica rápidamente.

En los vehículos de transporte público de pasajeros, por el espacio reducido, se producen condiciones de aglomeración que pueden desencadenar en riesgos innecesarios para los pasajeros, al igual que en los taxis, porque  aquí nadie nos garantiza que los automotores hayan sido desinfectados ni tampoco sabemos cuántos han tosido o  estornudado, dejando por ahí el virus en caso de ser portadores.

Luego no hay duda que es inadecuada esta decisión que también lleva implícitos implicaciones económicas entre los usuarios, porque los que todavía deben hacer acto de presencia en sus puestos de trabajo, se ven obligados a  tomar taxi, lo cual tampoco es muy fácil en momentos en que los recursos familiares están dedicados a otras cuestiones de máxima urgencia.

Por meras razones sanitarias indudablemente es preferible que los ciudadanos vayan en sus carros y motos. De igual manera, la decisión de obligar al toque de queda permanente a los mayores de 60 años, creemos que es apresurada, pues hay que recordar que la edad de pensión hoy para los hombres es de 62 años, lo cual no permitiría ir a sus trabajos a estas personas que aún están activas laboralmente. 

La Alcaldía, aunque sabemos que son medidas tomadas con el mejor propósito, debería proceder a rectificar, en estos momentos es muy importante saber escuchar y no actuar a espaldas de una realidad de  carácter catastrófico que por una inoportuna determinación puede llevar a que se corra el riesgo de perder el control.

La pandemia debe hacerles caer en cuenta a los gobernantes que el cálculo y la valoración de las decisiones muestra todos los escenarios, y en este sigue saliendo a relucir que obligar a un motorizado a guardar la moto y subirse en buseta, puede llegar a ser la medida no adecuada que resulte facilitándole la acción de contagio del coronavirus.

Si se quiere mantener despejada la zona céntrica y desestimular el ingreso a la misma, la Alcaldía y la Secretaría de Tránsito podrían ampliar por más horas la vigencia diaria del pico y placa en el cuadrante definido, pero lo que no se puede hacer es llevar a que se congestionen de pasajeros los vehículos transporte urbano, porque aquí no hemos visto que se sometan a desinfecciones una o dos veces al día. Lo cierto es que esa medida debe revisarse a la luz de la salud y la higiene, porque nos estamos enfrentando a un peligroso enemigo de la humanidad.   

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