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Editorial
No hay explicación
No se trata del secuestro de un niño, un episodio muy grave, desde luego, sino de la espantosa matanza de El Tarra.
Martes, 31 de Julio de 2018

Solo fue ayer, lunes, cuando señalábamos la necesidad urgente de que el Estado hiciera algo para generar confianza en la ciudadanía, cuya percepción es la de que la seguridad se perdió y de que estamos en manos de la delincuencia.

La razón para ello es que no es fácil entender cómo, una mujer puede huir con un bebé de 18 meses, cruzar el país y llegar al menos a Cali, donde una cámara la captó mientras almorzaba en un restaurante. Sin embargo, la mujer y el bebé —ella negra y él rubio y blanco— siguen sin aparecer.

Hoy, el reclamo es mucho más perentorio. Ya no se trata del secuestro de un niño, un episodio muy grave, desde luego, sino de la espantosa matanza de El Tarra, en la que ocurrieron hechos que realmente escandalizan.

El Tarra es un pueblo de 10.000 personas, en donde hay dos sedes militares, en una de las cuales, hace solo cinco días, hubo transmisión de mando de cuatro de los cinco batallones que hay en el Catatumbo, además de una estación policial bien dotada. Significa que fuerza pública no falta. Por el contrario, parece sobrar.

Allí, todos los habitantes se conocen, hasta el punto de que es prácticamente imposible que un extraño llegue sin ser detectado y sin que, además, lo sepan las autoridades. Esta es una consecuencia de años y años de violencia y de ejercer la vigilancia necesaria para evitar hechos como la masacre del lunes.

Sin embargo, por esas calles que todo el mundo recorre y de las que policías y soldados deben conocer hasta el último rincón, una extraña camioneta negra y con los vidrios oscuros, y dos motocicletas, con gente armada con fusiles, cruza rauda y sin inconvenientes y llega hasta un billar donde unos 10 encapuchados desatan una balacera inmisericorde que mata a nueve personas y deja heridas a otras dos.

Que todo eso hubiera ocurrido en la noche, cuando es fácil para los asesinos ocultarse en las sombras, hubiera sido explicable. Pero fue a las 2 de la tarde, cuando todos están en la calle, cuando se supone que los soldados y los policías tienen todo bajo control, porque la visibilidad es óptima. Eso no tiene explicación.

Todos en el pueblo, pequeño y sin ruido, escucharon el estruendo de los balazos. Sin embargo, los primeros soldados llegaron al sitio más de 30 minutos después, cuando la gente estaba cansada de llamar en busca de auxilio. ¿Por qué? A esa hora, los asesinos, obviamente, andaban lejos. Nadie perseguía. ¿Por qué?

Realmente, ¿qué hacen cinco batallones en el Catatumbo, donde cualquiera vuela el tubo del oleoducto, trafica con drogas, con mercancías de contrabando, ejecuta masacres, asesina a quien quiere, extorsiona, roba y contribuye a que esa región sea una de las más peligrosas de Colombia? En verdad, ¿qué hacen, si es que algo hacen? ¿Y los policías, a qué se dedican? 

Además de echarle la culpa de lo que pasa a la guerra entre el Epl y el Eln, ¿a qué se dedica el ministerio de Defensa cuando desde muchas fuentes le exponen la dura realidad del Catatumbo? ¿Esta vez sí habrá explicaciones que convenzan?

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