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Editorial
Plata para migrantes
Una conferencia internacional para ayudar a los migrantes venezolanos y sus países de acogida obtuvo compromisos de donación por 810 millones de euros.
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Viernes, 24 de Marzo de 2023

El gobierno de Estados Unidos anunció que destinará 171 millones de dólares a los venezolanos vulnerables en Venezuela y América Latina, aspecto sobre el cual en Colombia muchos esperarían que  una parte de ese dinero se dirija hacia allí.

Pero uno preguntaría. ¿Por qué ese tipo de apoyo a un país de acogida como el nuestro, en el cual hay  2’894.593 millones migrantes no se hacen unas obras de alto impacto que beneficien a colombianos y venezolanos por igual?

Esto no debería ser descartable, porque la consideración es que podría ser mucho más adecuado que eso ocurra para que en unos años más adelante se sienta un impacto positivo producto de la inversión adecuada de los dineros de apoyo internacional al manejo de la creciente crisis migratoria.

Evaluar la viabilidad de utilizar una parte de los dineros de la cooperación internacional, tanto gubernamental como de los organizaciones de apoyo se dirija hacia proyectos de trascendencia, es una cuestión que es urgente empezar a discutir entre todos.

Sucede que se escuchan anuncios de aportes millonarios para la atención migratoria, en los cuales parece  olvidarse que ya muchos de quienes partieron de su tierra natal optaron por quedarse en territorio colombiano, hablando de nuestro caso en concreto.

Eso, en plata blanca, equivale a indicar que el Gobierno en sus escalas nacional, regional y municipal tienen que hacer enormes esfuerzos para atender y responder por una multiplicación de la población que a la postre equivale a la dotación de más servicios en todos los campos.

 Esto ha implicado esfuerzos mayúsculos en medio de las carencias  y dificultades propias de las regiones, aspecto que es bueno que se tuviera en consideración al momento de destinarse esos millones de dólares, para el respaldo de la atención migratoria.

Es que al aclimatarse ya este manejo, la idea es procurar que nos quede algo palpable, de fondos totales como los anunciados  por el Departamento de Estado que incluyen  140 millones de dólares en asistencia humanitaria y más de 31 millones en ayuda para el desarrollo con el fin de “responder a las necesidades de los venezolanos vulnerables en Venezuela, los refugiados y migrantes venezolanos y sus generosas comunidades anfitrionas en toda la región”.

Hay que aprovechar las expresiones ‘ayuda para el desarrollo’ y ‘generosas comunidades anfitrionas’ para plantearles a  países como Estados Unidos o las naciones de Europa, que se haga un esfuerzo adicional para que este respaldo vaya direccionado a proyectos y programas concretos de alta cobertura.

Es decir, afinar el trabajo, para dejar de ser unos simples receptores de unos dineros que van a una bolsa y se van entregando de acuerdo con las necesidades que se vayan registrando, para convertirse mejor en dineros que financien planes elaborados en un banco de proyectos con  impacto social de alta trascendencia en el tiempo.

Estamos seguros que si desde Colombia, Norte de Santander, y otras naciones que han servicio de puntos de recepción y acogida de los venezolanos que escaparon de la crisis política y económica de sus país, les envían iniciativas técnicamente bien elaboradas y planificadas a los gobiernos que destinan esos recursos, es lógico que los resultados serán la aprobación de  los mismos.

Y  la tarea no parece ser complicada si nos atenemos a lo expuesto por el Departamento de Estado que destaca los esfuerzos de las comunidades anfitrionas de 17 países que  han apoyado generosamente a los aproximadamente seis millones de venezolanos que emigraron a América Latina y el Caribe.

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