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Editorial
Que no vuelva a pasar
Para bien de la ciudad, su movilidad y conectividad resultó oportuna la ‘vaca’ entre el Instituto Nacional de Vías, la Gobernación de Norte de Santander y la Alcaldía de Cúcuta.
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Martes, 9 de Noviembre de 2021

Así como en el cuento de “Caperucita Roja” de cuando el lobo le dice a la niña vestida de rojo que las grandes orejas son para escucharla mejor, ojalá las orejas que por fin le van a poner al inconcluso puente Benito Hernández Bustos, también sirvan para que se oiga la necesidad de que obras de tal importancia queden listas como se  definió en los proyectos.

Para bien de la ciudad, su movilidad  y conectividad resultó oportuna la ‘vaca’ entre el Instituto Nacional de Vías, la Gobernación de Norte de Santander y la Alcaldía de Cúcuta, con aportes cada uno de $3.000 millones hasta completar los $9.000 millones requeridos.

De esa manera se logrará entonces el acceso directo hacia la avenida Los Libertadores y la conexión hacia El Pórtico y desde ahí a la carretera  que une a Pamplona y Cúcuta.

Es de recordar que cuando al principio mostraron los render de lo que sería el desarrollo total de la obra para la ampliación y mejoramiento de vialidad en el puente San Rafael, las expectativas generadas en la ciudad y el área metropolitana fueron inmensas.

Tal sería la magnitud de lo esperado, que cuando lo inauguraron hubo desasosiego y frustración porque por ejemplo no podía entenderse como una megaobra señalada para darle fluidez al tráfico y permitir diversa conectividad, finalmente no cumplió lo esperado.

Sin exagerar, el anuncio de la semana pasada por parte de quienes asumieron el compromiso de llevar a cabo la terminación de esta intersección, llamó más la atención, que la propia cortada de cinta aquel 27 de diciembre de 2018.

Los habitantes de ciudades como la nuestra que tienen un intenso contacto con municipios metropolitanos cercanos, esperan que el desarrollo de la infraestructura vaya precisamente al ritmo de la atención de las necesidades, y de esa forma la capital de Norte de Santander  tenga un impacto positivo en la interrelación con sus habitantes, que no solo esperan ser contribuyentes, sino receptores de planes tendientes a contar con un ambiente urbano amable e incluyente.

Lo que debe ocurrir es que en adelante la planeación y ejecución de obras de tal envergadura por su tamaño, inversión e impacto, queden debidamente financiadas y estructuradas para construirlas en una sola etapa, evitando así inconvenientes, críticas y mayores costos.

En ese sentido llamó la atención una frase expuesta durante el acto por el alcalde de Cúcuta, Jairo Yáñez, en el sentido de que “las obras públicas se deben entregar como las obras de arte, perfectas...”.

Dicha  consideración encierra un compromiso de carácter ineludible que ojalá de aquí en adelante sea la filosofía que enmarque este tipo de planes viales, por ejemplo, porque hay casos que bien pudieran no enmarcarse dentro de ese anhelo del actual gobernante.

Aparte del Benito Hernández Bustos está lo ocurrido con el puente de Cuatro Vientos que hasta se encuentra bajo la órbita de la Contraloría General de la República, por la diversidad de situaciones que en el desarrollo del contrato se registraron.

Y lo acabamos de ver también, no hace mucho, con la protesta de habitantes del corregimiento de Agua Clara que a las afueras del Palacio Municipal denunciaron que el recién reparado puente Mariano Ospina de nuevo presenta fallas estructurales, pese a que los trabajo de recuperación fueron terminados en octubre.

Lo expuesto da pie para pensar que debe producirse un revolcón en el frente de las obras públicas y en la acción veedora de la ciudadanía para que no volvamos a tener que hablar ni escribir de situaciones como estas.

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