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Editorial
Rejas que matan
Al hacer un análisis de lo acontecido, queda en evidencia que la percepción y sensación de inseguridad de los colombianos.
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Martes, 12 de Enero de 2021

Dolorosa, lamentable y triste la tragedia que sacudió a Cúcuta  y que enluta a varias familias del barrio La Castellana, como consecuencia del pavoroso incendio que se desató el sábado en la madrugada. Para ellas nuestras condolencias por tan infausto hecho.

Al hacer un análisis de lo acontecido, queda en evidencia que la percepción y sensación de inseguridad que desde hace muchos años acompaña a los colombianos, nos ha llevado a convertir nuestras casas en trampas mortales.

Sin darnos cuenta y por presuntamente protegernos de los ladrones para que no se metan a robarnos ni por el frente ni por el patio, lo que el incendio nos demostró es que las rejas llevan un peligroso ingrediente de riesgo contra la vida.

 Es el momento de revisar esa manera de actuar, desechando de nuestra idiosincrasia que entre más rejas, contrapuertas,  encerramientos, candados y chapas estaremos a salvo. Eso hay que revaluarlo de forma inmediata.

Es bueno recordar episodios tan absurdos como este: -¿qué bien, usted le tiene una puerta de salida al enrejado que le puso al patio para que nadie se trepe y entre? -Sí, pero no sé qué se hicieron las llaves del candado.

Y qué decir de aquellas casas donde hay puerta, contrapuerta, candado, chapa de seguridad y cerrojo especial antes de poder abrir para salir o entrar, lo que equivale a tener que usar un manojo de llaves.

Es indispensable que tengamos en cuenta tristes episodios como el que acaba de ocurrir para que revisemos la casa o el apartamento en que residimos y determinemos si la sobreprotección presunta que nos ofrecen los excesivos encerramientos lo que en realidad están poniendo es en peligro nuestra vida en caso de un hecho semejante.

Y ni qué decir si ocurrieran situaciones catastróficas producto de un terremoto, puesto que sellar las casas frente a un solo factor externo, es comprometer la vida, lo cual insistimos, debemos revaluar y actuar en consecuencia.

Eso debemos de hacerlo nosotros mismos y no esperar ni a Planeación Municipal o a Gestión de Riesgo, porque si hemos visto que por décadas en el país y en la región la acción preventiva nunca llegó para decirnos, ojo, enrejarse sí, pero no al extremo, porque todos los extremos son malos, muchos menos llegará ahora.

Tal vez se escucharán por ahí  algunas voces o se entregarán algunos volantes con instructivos, pero todo se olvidará en unos pocos meses y nadie en la burocracia estatal volverá a acordarse de que prevenir es mejor que lamentar.

Por eso, si el patio está enrejado y no hay por donde salir, hágale una compuerta, póngale candado y tenga llaves donde fácilmente las encuentre. Revalúe si es necesaria esa contrarreja con cinco chapas y si en la puerta principal de acceso son suficientes tantos pasadores y candados. 

Y los honorables congresistas, muchos de los cuales pusieron en sus perfiles mensajes de lamento por lo sucedido en La Castellana y los concejales que deben de ser la voz del pueblo cucuteño, deben de actuar en el desarrollo de una política para que el Estado le asigne partidas presupuestales a los bomberos, y que se construya en el país una real política de prevención de desastres.

Eso permitiría que se aborde el caso de los excesivos encerramientos, que iría no solo desde el análisis del riesgo sino de acciones sicológicas para intentar cambiar ese comportamiento y claro está, que habrá que exigirle a las autoridades una real, contundente e integral política de seguridad ciudadana, porque vivir entre rejas no siempre es la solución.

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