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Editorial
Sin ahorros
Sin embargo, mientras que eso logra superarse, resulta dramática la lectura que entre líneas deja entrever la última medición del DANE.
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Martes, 13 de Abril de 2021

Hace poco una encuesta de Cúcuta como Vamos ratificó lo que se escucha en las calles, en la plaza de mercado o en la casa, en el taxi o en la buseta o en el carro particular: lo que se gana no alcanza para cubrir los gastos básicos.

Y si eso ocurre, pues mucho menos habrá para ahorrar, y una evidencia cuantificada certificó lo que pasa de puertas  para adentro en los hogares: el 72% de los cucuteños no tiene capacidad de ahorro, detectó la encuesta Pulso Social, del DANE.

Esa debilidad no es de ahora sino que proviene de tiempos previos a la pandemia, aunque ahora la situación empeoró y se hizo evidente cuando hace un año el coronavirus llegó para marcar la existencia humana.

Si antes de la riesgosa coyuntura sanitaria que vivimos hubiéramos tenido empresas sólidas, un empleo sostenible, bajos índices de informalidad y de desigualdad y altos niveles de equidad y fortaleza económica, otro sería el panorama.

Pero como ya veníamos con un tejido empresarial maltrecho, unos volúmenes críticos de desempleo y subempleo, y todos los demás indicadores sociales marcaban tendencias muy complicadas, era lógico que el impacto resultara demoledor.

Por fortuna muchos puestos de trabajo se pudieron mantener intactos con el subsidio a la nómina entregado por el Gobierno Nacional, mientras que a muchas personas de los sectores más pobres se les ha brindado ayuda con el ingreso solidario para igualmente evitar que la situación hubiera sido de magnitudes superiores.

Lo que evidentemente se requiere para nuestro caso en particular como ciudad fronteriza, es que a las personas que obtienen ingresos, estos les alcancen para sus necesidades y si algo queda se pueda ahorrar.

Sin embargo, mientras que eso logra superarse, resulta dramática la lectura que entre líneas deja entrever la última medición del DANE, y es que miles de cucuteños no cuentan con un solo peso adicional para alguna eventualidad ni mucho menos para hacer algún tipo de inversión.

Y eso es calamitoso, porque se nota entonces que la tendencia al déficit en los presupuestos familiares es la triste realidad a la que asistimos, porque o se vive ras con ras o cada mes el ingreso alcanza para mucho menos y deben empezarse a aplicar aquella famosa práctica de ‘apretarse el cinturón’.

Al acumularse esta cantidad  de problemas, de lógica la demanda de bienes y servicios  en la ciudad tiende a contraerse, porque cada día más la gente  pierde su capacidad de compra, y apenas se limita a lo básico.

Lo importante de estos muestreos, es que los mismos sean tenidos en cuenta por las administraciones nacional y local al momento de tomar determinaciones para sus gobernados en materia de impuestos, por ejemplo, o en la facilidad de ayudas crediticias o alivios financieros que puedan ayudar a superar esta situación calamitosa.

De todas maneras y a la espera que las cosas cambien, ojalá se cumpla lo señalado por quienes participaron en la encuesta del DANE, en el sentido de que un 62 % considera que la situación puede mejorar en los próximos meses y que se tendrán mayores posibilidades de empleo.

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