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Editorial
S.O.S. 
O sea que ese S.O.S. debe ser por toda Cúcuta para que haya un plan integral y estructural, pero que tampoco sea únicamente de la órbita militar y policial.
Sábado, 25 de Septiembre de 2021

Lo que pasa en Los Caobos pudiera decirse que es el microcosmos de una  complicada problemática generalizada que se desliza por las calles y avenidas de Cúcuta. 

Luego así como en el país en pleno confinamiento por la pandemia, el año pasado, aparecieron los trapos rojos para pedir comida, y en ese tradicional barrio cucuteño esta semana se pusieron letreros de auxilio, no está lejano el día en que el  S.O.S. resuene en toda la ciudad.

Inseguridad es uno de los problemas expuestos por los habitantes de ese sector. Sin embargo, ese mal ya nos tiene con ataques, muertes y desplazamientos en la zona rural, acciones de los motoladrones, asesinatos todos los días, microtráfico intajable y hurtos de carros, motos y celulares.

Ya que arriba hablamos de la crisis sanitaria generada por el coronavirus, la sensación ciudadana de que las calles están tomadas por la delincuencia, lleva a un crecimiento del temor frente a esta epidemia del hampa.

Si divisamos la ciudad en todos sus puntos cardinales, notamos que ese mal es generalizado, golpea a todos los estratos y ratifica que esa violencia que golpea al Catatumbo y la que campea en la frontera, indefectiblemente se desborda y llega al casco urbano del municipio capital. O sea que ese S.O.S. debe ser por toda Cúcuta para que haya un plan integral y estructural, pero que tampoco sea únicamente de la órbita militar y policial, puesto que una mejor administración de justicia y una sólida y fuerte política socio-económica, podrían conducir a la solución.

La invasión del espacio público y la contaminación auditiva de los que se quejaron los vecinos de Los Caobos, son también problemas generales de ciudad que necesitan algo más que un operativo de reubicación o desalojo, puesto que detrás se esconden los famosos y complicados asuntos del rebusque y de la informalidad, que en últimas necesitan también tratamientos de carácter macro.

Y si llegamos a otro de los llamados de auxilio que se oyó en Los Caobos, pero que también al vecino de La Playa le recordó que sufre lo mismo, o al del centro, o al de Prados del Este o a quien vive en las ciudadelas Juan Atalaya o La Libertad o que se encuentra con él cuando va a El Malecón, ya sea a divertirse o con el fin de hacer deporte.

Se trata de los habitantes de calle, que en su mayoría han sido víctimas de la drogadicción y deambulan por parques, barrios y áreas cercanas a centros comerciales, concentrándose en algunos puntos como el Canal Bogotá o en cualquier calle a consumir sustancias psicoactivas.

Como desde la Alcaldía de Cúcuta se había escuchado que tenía previstos programas para la recuperación, desintoxicación y resocialización de estas personas que por decisiones equivocadas e inducidos por las amistades, cayeron al precipicio del mundo de las drogas.

Muy poco se ha escuchado decir sobre una cifra que le permita tener al ciudadano una idea de cuántas personas en esta condición se encuentran en Cúcuta, aunque en la respuesta entregada a La Opinión, el director de Bienestar Social, René Díaz Granados, dijo que mediante las acciones adelantadas por esa entidad, se han logrado caracterizar a más de 600 habitantes de calle.

Aquí se habla de que se busca ofertarles la vinculación voluntaria al Centro de Atención Integral para la Población Habitante de Calle, pero al ser un asunto de salud pública tiene que buscarse la manera de implementarse un plan de emergencia social para rescatarlos.

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