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Editorial
Un rincón de espanto
Y no solo los ciudadanos anónimos denuncian. Organizaciones reconocidas como la Fundación Progresar.
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Domingo, 17 de Febrero de 2019

Aunque el comandante de la Policía Metropolitana, coronel Javier Barrera, insista en que los policías no están ‘para hacer triquiñuelas con el diablo’, la verdad es que, según los ciudadanos, sí se hacen, y muchas, y no solamente en ese rincón de espanto en el que se ha convertido El Escobal.

Y no solo los ciudadanos anónimos denuncian. Organizaciones reconocidas como la Fundación Progresar, caracterizada por su documentación de los casos, a La Opinión le dijo que el imperio de terror entronizado en El Escobal hace 20 años, por lo menos, se ha mantenido ‘bajo la mirada cómplice de las autoridades’.

Pero, además, reporteros de La Opinión que se han aventurado por la zona, lo han hecho a riesgo personal, porque algunos policías encontrados allí, advierten que ellos no pasan de cierto lugar y que por lo mismo no se hacen responsables de lo que pueda ocurrirles. ¿Por qué? ¿Para qué está, entonces, la Policía, si no es para combatir a los delincuentes y garantizarles a los ciudadanos su tranquilidad?

Un vecino del sector, impotente y desesperanzado, se refirió a una casa que hay en El Escobal, junto al río, en donde denunciantes dicen que descuartizan y torturan a rehenes y donde permanecen muchos de los miembros de la banda La Línea, ‘pero la Policía no hace nada’.

Otro fue mucho más allá, y explicó que hay autoridades que hacen pactos con los criminales. Este testimonio tiene que, por necesidad, mover a Barrera y a la alta oficialidad de la Policía Nacional, y al Alcalde y a los ministerios de Interior y de Defensa, y a los órganos de control, a actuar de inmediato: ‘Ellos (los criminales no se ponchan (no se complican la vida) con los secuestrados, pues saben que si los tienen más días les significa un gasto por la comida y un riesgo, por si les llegan las autoridades que no están con ellos’.

No poncharse quiere decir que, si la familia de un secuestrado no paga por su liberación en pocas horas, a la víctima la descuartizan y la desaparecen. Y si eso lo saben todos los habitantes de la zona, es difícil admitir que la Policía no esté enterada de nada. No es lógico que después de 20 años, la autoridad ignore algo de lo que sucede allí…

Y otra razón más para que la Policía Metropolitana haga algo más que decir que trabaja en ello: un exmiembro de la pandilla de la zona dijo que los miembros de La Línea ‘cobran vacunas descaradamente al frente del puesto fronterizo de la Policía Metropolitana en el puente internacional Francisco de Paula Santander’, y nada pasa.

En un informe especial del domingo, La Opinión publica nombres de por lo menos 10 personas secuestradas en los últimos meses —de varias jamás se volvió a saber nada—, y sobre las que nadie investiga.

Señalar que hay complicidad de los criminales con autoridades venezolanas no excusa a las autoridades colombianas a actuar. Pero si los policías no ofrecen garantías de seguridad a quien recorra el sector, es muy probable que los fiscales tampoco se atrevan a ir.

Significa esto que es la Policía la autoridad a la que le corresponde el mayor compromiso, asumir la responsabilidad que le corresponde, y facilitar el acceso a los investigadores.

Y, claro, hacer una limpieza general y a fondo. Las quejas ciudadanas son, en verdad, muchas…

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