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Editorial
Una salud saludable
Lógicamente debe darse una prelación muy especial a los planes de prevención y promoción de salud que, bien aplicados, sirven también para optimizar los recursos.
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Sábado, 29 de Febrero de 2020

Dos poderosas instituciones colombianas puestas del lado de los adoloridos  usuarios de una Entidad Promotora de Salud (EPS) como Medimás, alzaron la voz para que sea liquidada porque si hacemos un juego semántico, no es aventurado decir que ‘enfermedades’ financieras y de otra índole la tienen en cuidados intensivos.

Tres millones en el país y 372.000 afiliados en Norte de Santander soportan múltiple tragedia humana: el mal que los aqueja a ellos o a sus familiares, el pésimo servicio que les prestan y las excusas y disculpas que reciben para no ofrecerles la atención médica especializada ni el suministro de los medicamentos adecuados.

A ellos, como les sucede a quienes hacen parte del régimen contributivo o subsidiado a alguna de las demás EPS, les ha correspondido volverse expertos en derechos de petición y en la presentación de tutelas para tratar que por la vía judicial tengan acceso a la salud pronta, adecuada y de calidad.

Se han hecho tantos intentos por tratar de enderezar el camino y de sanear este maltrecho esquema de salud en Colombia, incluyendo el tan cacareado y publicitado logro de ponerle dientes a la Superintendencia de Salud para vigilar e imponer sanciones a las entidades que tiene dentro de su órbita de seguimiento e inspección.

Sin embargo, como muchos asuntos que se registran en nuestro país, esto más bien pareció un acto para los flashes, porque de  los grandes titulares y los informes en medios de comunicación no pasa, lo cual ratifica que la situación es tan calamitosa que no hay cura con los ‘paños de aguas tibias’ que cada cierto tiempo se aplican para tratar de contener el avance del deterioro del sistema de salud en Colombia, sobre el cual se vino encima una inmensa e inesperada carga adicional como es la atención a los miles de migrantes venezolanos.

Ahora que están tan de moda el reformismo, por qué el Estado colombiano no hace  mejor una juiciosa y profunda reforma al sector de la salud, al igual que la que necesita la justicia y otros sectores en nuestro país.

Pasaría a la historia el presidente Iván Duque si acometiera un trabajo de gran calado en este frente, teniendo como base el diagnóstico diario que se registra de  hospitales quebrados, EPS que no pagan pese a recibir los recursos, corruptos enquistados en el sistema para enriquecerse a costa del mal ajeno y un sistema maltrecho que ya no da más.

No se entiende para qué deben estar esos intermediarios, como las EPS, dentro de la cadena de la salud para el manejo de los recursos. Ahí está uno de los gravísimos problemas que conducen a que la gente muera esperando que la atiendan, puesto que las clínicas y hospitales, colapsados como están no reciben a tiempo el pago de los servicios que les prestan a esas  promotoras.

Y ahí deben considerarse otros aspectos fundamentales como el de elevar el presupuesto para la salud, porque dentro del nuevo esquema que se plantee la puerta debe quedar bien cerrada para que no entren los ‘depredadores’ y afinar estrategias anticorruptas, claras, serias y aplicables contra los que han tomado ese renglón como una fuente para apropiarse de los dineros para su provecho. Lógicamente debe darse una prelación muy especial a los planes de prevención y promoción de salud que, bien aplicados, sirven también para optimizar los recursos.

Así que un servicio de salud saludable es esencial, tal y como manda la Constitución y como se lo merece el pueblo colombiano.

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