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Editorial
Variaciones sobre un tema
¿Por qué no quieren ver hacia esos sectores de peligro?
Viernes, 4 de Noviembre de 2016

Los encargados del correcto funcionamiento del Estado, sufren de un mal especial que, por alguna razón, genera que muy pocas veces logren hacer cumplir eso que ellos mismos ordenan. 

En esto debe estar la explicación de por qué muchas acciones burocráticas son cíclicas: se repiten una y otra vez, ad infinitum… Y así sucede con los errores y con las promesas. Es como si, en el caso de Cúcuta, por ejemplo, cada año no fuera otra cosa que el calco del anterior.

Nombres de barrios como San Rafael, Virgilio barco y Tucunaré están metidos ya en la memoria inconsciente de los cucuteños a fuerza de repetirlos cada año, por el peligro de muerte que amenaza a sus habitantes.

Tucunaré, por ejemplo, lleva 26 años desmoronándose con cada aguacero, y el mismo tiempo amenazando a la gente con enterrarla viva.

Y van 26 años en los que las autoridades repiten las tres declaraciones: la gente de Tucunaré debe salir de inmediato de sus casas, el sector se declara zona de alto riesgo y por lo mismo no se podrá habitar de nuevo, y habrá sanciones para quienes se instalen de nuevo allí.

Pero apenas se está secando el arcilloso suelo cucuteño, y ya los evacuados de Tucunaré están de nuevo en sus endebles y peligrosos ranchos, desafiando todos los riesgos, burlándose de la comunidad y haciéndoles a las autoridades señales con todos los dedos…

Y así, aguacero tras aguacero, invierno tras invierno, alcaldía tras alcaldía, en un juego macabro y ofensivo del que solo son responsables sus cabezas, que en lugar de adoptar decisiones drásticas y definitivas, para solucionar un viejo problema trágico, optan por repetirse y repetir un discurso que todos los cucuteños sabemos de memoria.

Muchos ciudadanos, en especial los contribuyentes, sienten aprensión por la actitud de las autoridades cuando llega el invierno, porque ven cómo sus impuestos se los lleva el agua, sin que un solo funcionario se preocupe por demostrar que sí es posible aplicar soluciones definitivas.

Quizás aquí quepa la explicación de un analista hace algunos meses. Dijo que para los políticos criollos es preferible mantener un electorado cautivo por la necesidad de soluciones, que uno satisfecho, que podría irse, veleidoso, a otro toldo, si los vientos cambian.

En situaciones así, en las que la lógica desaparece al intentar explicarlas, no hay manera de entender la actitud de las autoridades, tan definitivas y drásticas en otros momentos… Hace pocas semanas, y con constante frecuencia, se ven en Cúcuta decisiones drásticas en materia de cambio se sentido de vías o de asuntos de tránsito, decisiones que a veces no tienen mucho sentido pero que no son ni desobedecidas ni reversadas.

¿Por qué no se apela a la misma severidad para que Tucunaré y otros barrios no vuelvan a ser escenarios de riesgo, de tragedia? ¿Qué les falta, o qué les sobra, a las autoridades municipales, para tomar decisiones definitivas?

¿Por qué no quieren ver hacia esos sectores de peligro? Ese juego es el mismo que tiene a los vendedores ambulantes, a los dueños de las calles, a los contrabandistas, corriendo como gato y ratón con las autoridades de Cúcuta.

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