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Editorial
¿Y eso para qué nos sirve?
Los miembros del gremio ganadero regional se sienten aislados y sometidos a un tratamiento discriminatorio.
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Viernes, 7 de Febrero de 2020

La comisión científica de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), decidió restituírle el estatus de libre de fiebre aftosa con vacunación a Colombia, que en la práctica a la ganadería de Norte de Santander no le sirve absolutamente  para nada, porque una res de aquí no puede pisar otras tierras.

Claro que en el concierto nacional abrirá la posibilidad de reanimar las exportaciones de  carne que el año pasado cayeron en el 54 %, cuando apenas se  comercializaron 25.000  toneladas y ahora lo que se avecina es la reconquista de potenciales clientes como Rusia, China, Perú, islas del Caribe, entre otros mercados.

En cuanto al caso nortesantandereano, la situación es radicalmente distinta a raíz de su  cercanía con Venezuela, vecino donde poco y nada se hace para combatir esa enfermedad, y cuya  porosa frontera continúa siendo la ruta de los contrabandistas, hechos que continúan manteniendo activadas las acciones preventivas, que en últimas restringen la comercialización nacional o internacional.

Hay una queja repetida hasta la saciedad por los miembros del gremio ganadero regional porque  desde el brote registrado en 2008 se sienten aislados y sometidos a  un tratamiento discriminatorio por estar sometidos 29 municipios dentro  de la llamada zona de riesgo, en la que aparte de no poder sacar ni  una cabeza de ganado, están obligados a vacunar tres  veces en el año y no dos, como en el resto del país.

El hato ganadero en Norte de Santander está compuesto por un poco más de 470.000 animales y la situación parece, hasta el momento, que continuará siendo la misma, es decir, dedicado en cuanto al comercio de carne solo para cubrir las necesidades de los consumidores del departamento. En ese aspecto, también se han escuchado quejas de que ese  encierro forzado les impide llegar a favorecerse con la posibilidad de acceder a mejores precios de venta mediante el juego de la oferta y la  demanda en otros municipios colombianos.

En ese panorama y dentro de lo que el presidente Iván  Duque ha dicho de “una gran diplomacia sanitaria” que se ha activado para la internacionalización de la ganadería, Norte de Santander tendrá que trabajar de sol a sol y mover cielo y tierra para que el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) le quite ese rótulo de área riesgosa.

Para que una medida a favor se produzca, es indudable que es indefectible probar que por esta parte del territorio colombiano no entra ganado infectado desde  Venezuela, situación que conlleva un compromiso de todos, tanto los dueños de las fincas como las autoridades encargadas de enfrentar a los contrabandistas.

Así que no es solo el reclamo sino la actitud y la prueba de que las acciones son efectivas y que no hay ‘cartas tapadas’ y que el compromiso de contrarrestar la comercialización ilegal de cabezas de ganado que cruzan desde el Táchira en condiciones sanitarias no comprobadas.

Como dijimos arriba,  ¿y eso para qué nos sirve?  Por el momento, para nada. Es indispensable una cruzada con compromisos serios y mecanismos efectivos que lleven a contener el tráfico ilegal de reses para que tal vez así logremos que los ganaderos puedan disfrutar de los beneficios de la última decisión de la OIE, porque de lo contrario seguiremos oyendo las quejas y advertencias de siempre.  

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