A ocho días de la apertura de la Copa de África de Naciones (CAN-2017) de fútbol, Gabón ultima los preparativos en los cuatro estadios que acogerán la competición, sin poder olvidar el contexto de doble crisis, social y política, que golpea a ese pequeño país. El certamen se disputará del 14 de enero al 5 de febrero.

En las calles de Libreville, adornadas con carteles que anuncian el torneo de fútbol, grupos de trabajadores se dedican a pasar una capa de pintura blanca sobre los bordes de las aceras.

En las otras sedes de la CAN-2017 (Oyem, Franceville y Port-Gentil), las obras de acondicionamiento de los estadios están todavía en marcha.

Pero a unos días de que el balón comience a rodar hay preocupaciones que orbitan en la mente de muchos.

Las celebraciones de final de año han sido especialmente tristes en esta ocasión para muchos gaboneses, golpeados por la grave crisis económica ligada al hundimiento del precio del petróleo, primera fuente de ingresos de este país de África Central de 1,8 millones de habitantes, en el que viven numerosos migrantes africanos procedentes de Senegal, Burkina Faso, Camerún y otros países.

En su mensaje de felicitación del nuevo año, el presidente Ali Bongo Ondimba, cuya controvertida reelección en agosto provocó disturbios sangrientos en el país, se refirió incluso al momento de crisis que vive el país: “Muchos de nuestros compatriotas han sentido muy duramente los golpes de la crisis económica mundial. Se han perdido muchos empleos, sobre todo en el sector del petróleo”.

Desde hace meses se suceden las huelgas, principalmente en el sector público (enseñanza, justicia...), con frecuentes reivindicaciones sociales y políticas.

Casi seis meses después del escrutinio presidencial, el bloqueo es total entre el poder y la oposición liderada por Jean Ping, que se considera el vencedor de las elecciones y que ha pedido a los gaboneses “resistencia contra el oscurantismo y la dictadura”.

Diarios cercanos a la oposición piden regularmente un boicot a la CAN-2017 y esperan utilizar la competición como altavoz para sus ideas.

Todavía bajo el trauma de los violentos disturbios post-electorales, muchos habitantes del país temen que haya nuevos enfrentamientos coincidiendo con los partidos de fútbol, especialmente en Port-Gentil y Oyem.

El jefe del Estado intenta calmar los ánimos reiterando su promesa de “un diálogo político que se abrirá al día siguiente de la Copa de África de Naciones de 2017”. Hasta el momento, Jean Ping, que organizó su propia ronda de “diálogo” en diciembre, rechaza esa oferta.