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Museo de Maradona en Nápoles
En los tesoros hay fotografías, guayos, camisetas y banderines de la época del argentino en Italia.
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AFP
AFP
Miércoles, 25 de Diciembre de 2019

¿Quieres ver la bota de Diego Armando Maradona, con la que le marcó dos goles a Bélgica en las semifinales del Mundial de 1986? ¿El sofá de su apartamento napolitano, en el cual también se sentó Julio Iglesias? ¿El contrato original de su traspaso del Barcelona al Nápoles? Entonces ven aquí abajo, todo está en el sótano.

El museo de Massimo Vignati es único en su especie. No figura en ningún mapa de Nápoles, no está tampoco en las guías de viaje y la entrada es gratuita. Y sin embargo, todo Maradona está ahí, en el sótano de un edificio normal y corriente de Secondigliano, un barrio duro del norte de la localidad.

Este increíble caos de fotografías, de banderines, de brazaletes y camisetas tiene algunos objetos de culto. Aquí encontramos el banco donde se cambiaba Maradona en el vestuario del estadio de San Paolo o la mítica chaqueta de K-Way con la que bailó e hizo malabares al ritmo de ‘Live is Life’ durante un calentamiento antes de enfrentarse al Bayern de Múnich.

Pero esta cueva del tesoro es testigo también del vínculo único entre el genio argentino y una familia que durante siete años estuvo a su lado, cuando era el mejor jugador del mundo.

“Tuve la suerte de que mi padre fuera durante 37 años el conserje de San Paolo y de los vestuarios del Nápoles. Y mi madre fue la única cocinera de Maradona”, explicó Vignati.

Su hermana fue niñera de Dalma y Giannina, las dos primeras hijas del 10, y él, Massimo, primero de niño y luego como adolescente, frecuentó a diario al ídolo de su ciudad.

“Estábamos con Diego de lunes a domingo. Él y su mujer nos ofrecieron todas estas cosas porque sabían que éramos muchos hijos, cinco niños y seis niñas”, cuenta mientras mira las fotos de la época.

“Las siete temporadas en las que jugó Maradona en Nápoles fui recogepelotas. Los lunes, iba a jugar al ‘calcetto’ con él, no iba a la escuela. Y los martes, a veces, me llevaba al entrenamiento del Nápoles”, dijo el aficionado.

Durante mucho tiempo, las maravillas expuestas hoy en el sótano de los Vignati se quedaron en el estadio de San Paolo.

“El club sabe que este lugar existe y si quieren hacer un museo, esto está disponible. Espero que todo pueda volver al estadio, ese era el sueño de mi padre”, aseguró Vignati.

Mientras las cosas no van bien esta temporada en el Nápoles, él tiene otro sueño: que regrese Maradona. “Con todo lo que está pasando, haría falta un Diego, que cargue con todo y detenga las polémicas. Es un niño de Nápoles, es del pueblo. Nos reconocemos en él”, opina.

“Durante su primer paso por Nápoles, en 2017, prometió a mi madre que a su vuelta, vendría para una buena comida, como en los buenos viejos tiempos. Siempre le gustó eso, mi madre cocina muy bien. Y él también dijo que vendría a ver este sitio”, espera Massimo, cuyo segundo hijo se llama Diego.

 Diego Armando Maradona se convirtió en una figura de culto tanto en Argentina como en Napolés, equipo con el que logró ganar una liga italiana y una copa de la Uefa, como era conocida en la época la actual Uefa Europa League.

 Massimo Vignati tuvo una buena relación con Diergo Armando Maradona, durante los siete años en los que el argentino jugó en Nápoles.

 

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