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Cúcuta en blanco y negro
El Diario de la Frontera, irrumpía con fuerza en el ámbito cultural y económico de la sociedad nortesantandereana.
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Sábado, 29 de Abril de 2023

A mediados del decenio de los cincuenta, el Diario de la Frontera, irrumpía con fuerza en el ámbito cultural y económico de la sociedad nortesantandereana con fórmulas editoriales novedosas, algunas de las cuales rompían esquemas tradicionales en la prensa escrita de la época, lo que atraía consigo, lectores y suscriptores que beneficiaban las arcas de la empresa, todo ello, sin contar con los privilegios adicionales provocados por el reconocimiento público que se originaba en la conciencia de los moradores de la región, ávidos lectores de sus páginas, más por convicción política que por verdadero interés personal.

Por esta razón, surgió y se mantuvo con verdadero interés una columna noticiosa que analizaba, a veces con sarcasmo, pero siempre con objetividad, los aspectos positivos y los negativos de ciertas noticias. El nombre de esa columna: “Cúcuta en Blanco y Negro”. Ahora comprenderán el sentido que el medio quiso darle al escrito y de ahí el interés que despertaba entre sus lectores, de conocer la posición del columnista respecto de sus comentarios, según el color que les atribuía. De pura casualidad, supimos el nombre el periodista encargado de esta sección, que por cierto tenía su oficina frente al mismo periódico de la calle catorce, por lo cual, no le resultaba complicado entregar sus contribuciones, pues basta con atravesar la calle y listo; era el veterano comunicador José Arturo Sánchez, más conocido en el medio por sus distintivas iniciales: JAS.

Con ocasión de la participación del seleccionado departamental de futbol en el Campeonato Nacional de ese deporte que se cumplió en el Tolima a finales del año 55, el desempeño del equipo fue decepcionante tanto para la afición como para la dirigencia, razón de más para escribir sus comentarios, apreciaciones y críticas sobre lo ocurrido y que a continuación les presento.

Blanco: No obstante, su poca suerte en el Tolima, los muchachos que componente el seleccionado departamental de futbol, no tienen por qué sentirse avergonzados. Hicieron lo que era humanamente posible. Si la línea media y la defensa hubieran sido tan débiles como la delantera, la derrota hubiera sido tres veces mayor, porque en la línea de ataque es en donde reside toda la falla del equipo. No teníamos punteros. Nunca hubo en un partido, ninguno de ellos bien colocado. Los tiros a las vallas contendoras fueron siempre mal dirigidos y las oportunidades no se aprovecharon porque los cinco muchachos encargados del ataque no estaban preparados para competir con equipos superiores a ellos.

Negro: Criticarlos, señalarlos como malos, decir que no saben jugar futbol, sería exceso de tontería, de mala fe, porque ellos jugaron lo que son capaces. La vocinglería de algunos comentaristas deportivos de la radio no es más que un aspaviento de esos que se acostumbran para hacerse notar, para sentar plaza de expertos o de gentes sabihondas. Sin embargo, no consiguen nada diferente de desacreditar al departamento a cuatro o cinco voces que, por mero nortesantandereanismo, deberían acallarse para no autorizar la burla de que está siendo víctima, en todo el país, nuestro conjunto de futbol.

Como la situación se complicó a raíz de las continuas andanadas que le propinaban los locutores deportivos por los distintos radioperiódicos, nuestro redactor, ofreció una nueva columna con estos comentarios:

Blanco: Naturalmente no vanos a felicitar o a ofrecer laureles a los “motilones”. Ni nos proponemos negar un hecho consumado a base de palabras y teorías fofas e inconsistentes. Porque reconocemos, sin ninguna clase de disimulos, que todavía no tenemos equipo capaz de batirse con éxito siquiera mediano en justas nacionales de la categoría de la que tuvo lugar en Ibagué. Y ante esta evidencia demostrada con un solo gol marcado en seis partidos, no se puede aplicar la crítica ni ofrecer el elogio de ninguna manera. El camino más expedito, el menos tortuoso, es el de la resignación.

Negro: ¿hizo falta preparación más larga para el conjunto? Sí. Y los hechos no se pueden contrariar. ¿faltó organización en los entrenamientos? No. Porque tanto el entrenados Ortega como Sepúlveda se esforzaron para que todo saliera bien. Entonces, se preguntará el lector, ¿qué sucedió? La respuesta es muy simple, un conjunto para torneo nacional, no se puede preparar ni en días ni en horas. Es necesario una tarea de meses y de años. Y una paciente labor de escogencia que en Cúcuta no se puede llevar a cabo porque solo uno o dos meses antes de las competencias, se comienza a hacer todo, sin pensar en que ese tiempo es apremiante para cualquier obra que merezca verdaderamente la pena.

El remate de esta controversia deportiva quedó saldada en la siguiente columna pero con un solo ‘blanco’ en el que dice: El rotundo fracaso que acabamos de presenciar, no se registra por primera vez. El Norte de Santander siempre ha salido mal en materia de deportes, sean estos de aficionados o de profesionales. En basquetbol, en futbol, en atletismo, en ciclismo, no obstante el título flamante de ciudad deportiva que se le da a Cúcuta, somos mediocres. ¿tienen la culpa los muchachos que forman los diferentes conjuntos? No. La culpa reside en la tradicional negligencia y la pugna constante de los dirigentes, ya que mientras que unos construyen con espíritu nortesantandereanista y patriótico, los otros entorpecen y destruyen a sabiendas del perjuicio que causan al departamento, porque los personalismos, la intransigencia recalcitrante, la desorbitada ambición de figurar en todo, han llevado al deporte, en todas sus ramas, a la lamentable situación en que hoy se encuentra.

 Norte de Santander tiene una juventud promisoria y capaz de descollar en los deportes. De lo que carece, con dos o tres excepciones, es de dirigentes que no piensen en canonjías ni prebendas permanentes, sino que trabajen con desinterés para cumplir cabalmente su misión.

Otros comentarios se quedaron en el tintero por razones de espacio, pero juicios de la más variada especie iban desde los problemas que se presentaban en algunos teatros como el Municipal, por ejemplo, o la venta de calcomanías de propaganda del Aguinaldo del Transportador que tuviera que salir a explicar el Director de Tránsito Jorge Rangel, para calmar los ánimos de los exaltados taxistas.

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