Una muerte con melodía triste. Los sonidos de tres disparos y de una canción, fueron el presagio del asesinato de Joel Andrés Leal Olivares, de 18 años, en la parte alta del barrio Alfonso López.

Faltaban diez minutos para la medianoche del sábado, cuando la detonación de los tres balazos que acabaron con la vida del joven, alertó a los vecinos y a los dolientes sobre el sangriento hecho.

“Después de que sonaron los disparos, se escuchó una canción que era la favorita de Joel, por eso intuimos de que algo le había pasado”, relató uno de los familiares, sentado, a pocos metros de donde quedó el cadáver de su ser querido.

Uno de los amigos de Leal tocó a la puerta de la casa donde vivía, para avisarle a su padrastro que lo acababan de asesinar.

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Una vez el familiar llegó al sitio, ubicado a pocos metros de la casa, encontró el cuerpo sin vida, lo que desencadenó momentos de tristeza y dolor entre sus familiares.

“Yo llegué de inmediato y quise levantar a mi sobrino para auxiliarlo pero la Policía me dijo que ya no había nada que hacer, que estaba muerto”, comentó un tío de Leal.

Encerrado

Según se conoció entre los habitantes del sector El Porvenir, donde ocurrió el crimen, al menos cuatro homicidas cometieron el asesinato, con la complicidad de la oscuridad y la soledad del lugar.

Al parecer, los pistoleros se dividieron en dos grupos, para  acorralarlo y no permitirle que escapara.

Leal Olivares estaba sentado en unas escaleras hablando por WhatsApp con su novia, cuando fue atacado a bala.

“Ellos estaban discutiendo y Joel le pidió que viniera a verlo pero ella le dijo que no, porque estaba comiendo”, explicó uno de los dolientes.

Las autoridades no descartan que una de las hipótesis del asesinato sea de carácter pasional, por lo que se adelantan las investigaciones para esclarecer el hecho.

Sin embargo, hace al menos quince días, hombres desconocidos arribaron al sector e interrumpieron una fiesta para preguntar por Leal, pero en ese momento no lo encontraron.

Consumidor de drogas

Leal consumió drogas durante los últimos dos años. Aunque su familia intentó ayudarlo para alejarlo del vicio, no lograron persuadirlo para que viajara a Bogotá, con la intención de que tuviera otro proyecto de vida.

Sus familiares lo recuerdan como un hombre introvertido, que no le gustaba expresar lo que sentía y no permitía que lo ayudaran.

Lo único que alcanzaron a oírle en sus últimos días es que “estaba obstinado de la vida”, dijo un doliente.

Miembros de la Brigada Interinstitucional contra Homicidios (Brinho) practicaron el levantamiento del cadáver.