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Misión: combatir el turismo sexual
Autoridades tienen encendidas las alarmas para evitar que la trata de personas afecte el buen nombre y el turismo, en Chinácota.
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Viernes, 12 de Julio de 2019

El cierre de un bar en Chinácota por parte de la Alcaldía y el testimonio de una venezolana que ejerce la prostitución en este municipio, alertó a las autoridades de un posible incremento de turismo sexual en esta zona del departamento que abarca hasta el delito de trata de personas.

El secretario de Gobierno de Norte de Santander, Luis Alberto Acevedo Cuervo, dijo que se está “actuando para prevenir, identificar y dar respuesta a ese problema, porque se estaría promoviendo a Chinácota como un destino turístico sexual, lo que es grave para esa localidad que recibe en promedio cada fin de semana 10.000 turistas que generan una fuerte demanda de bienes y servicios”.

El funcionario resaltó que aunque no hay otras denuncias, ya se puso la ‘lupa’ en estos hechos.

Esa situación fue expuesta durante la Sexta Audiencia Pública sobre trata de personas y explotación sexual de mujeres, niños, niñas y adolescentes que se cumplió el pasado miércoles en Cúcuta.

La alcaldesa de Chinácota, Nubia Romero, dijo que las autoridades tienen encendidas las alarmas para evitar que la trata de personas afecte el buen nombre y el turismo, que es un rubro importante de la economía local. 

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Cabañas con mujeres

Entre las irregularidades que conocieron las autoridades, se estableció que por parte de bandas organizadas se ofrecen alquiler de fincas de recreo o cabañas los fines de semana con mujeres incluidas, la mayoría extranjeras.

“Hasta ahora no hay ninguna denuncia, pero nosotros estamos haciendo un trabajo con los guardianes del patrimonio y la Policía de Infancia y Adolescencia, diciéndoles a los dueños de las cabañas que no vayan a caer en ese juego de alquilarlas con mujeres incluidas,  porque eso sí sería un delito y corren el peligro de que nosotros les hagamos extinción de dominio”, dijo Romero.

Los exuberantes paisajes, lo bondadoso del clima y la tranquilidad de esos entornos se conjugan para dar paso a fiestas privadas de varios días, en los que el dinero, el licor, las drogas y el sexo son invitados de honor.

La presencia de ríos y piscinas son el complemento de esos interminables bacanales donde los platos fuertes resultan ser aquellas mujeres que arrastradas por la barahúnda migratoria y en busca de resolver sus penurias económicas caen en redes de proxenetas que sin ningún escrúpulo y a cambio de jugosas ganancias las ofrecen al mejor postor, según fuentes judiciales que prefirieron no revelar su identidad.   

Chinácota, El Zulia, Pamplona y Ocaña son los municipios donde se estaría desarrollando esa práctica, que según las autoridades podría constituirse como un delito de trata de personas y explotación sexual, donde las víctimas llegan a ser incluso menores de edad.

Esto sucede además en otras poblaciones del departamento, aunque no se conozcan denuncias de víctimas de trata de personas o que fueran violentadas sexualmente, dijo Acevedo.

Uno de los focos es La Parada, el primer punto al que llegan a diario los migrantes venezolanos y de ahí se desplazan hacia otros destinos de Norte de Santander y el país.

Otro punto álgido es el corregimiento Astilleros (El Zulia), donde los venezolanos están arrendando casas para habitación que de la noche a la mañana convierten en prostíbulo y centro de acopio de mujeres para ejercer el comercio sexual.

En Pamplona, donde las autoridades municipales levantaron un censo de mujeres dedicadas a la prostitución, fueron detectadas y registradas 60 venezolanas y 20 colombianas dedicadas a ese oficio. 

Ocaña y otros municipios del Catatumbo también registran este fenómeno.

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