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Reclaman los cuerpos de venezolanos asesinados
Los dos jóvenes trabajaban en las trochas.
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La opinión
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Lunes, 9 de Diciembre de 2019

Eduing Arcángel Aular Quintero, de 24 años, era venezolano oriundo de Valencia; Jorge Alberto Noguera Daza, de 25, de Maracay. Así fueron identificados los dos jóvenes que aparecieron muertos la medianoche del jueves 4 de diciembre, debajo del puente internacional Simón Bolívar.

Sus familiares, que ayer estaban a las afueras de Medicina Legal adelantaban las diligencias para poder reclamar los cuerpos.

Aluar Quintero y Noguera Daza aparecieron con sus manos atadas por la espalda y presentaban varios disparos en la cabeza, propinados por encapuchados.

El drama 

María Quintero llora y lo hace una y otra vez. Se reprocha, se cuestiona y luego se aferra a su fe y vuelve y llora. 

Es la madre de Eduing Arcángel, ella asegura que su hijo tenía problemas de drogas y estuvo detenido unas cinco veces en Venezuela, por estar involucrado varios robos.

“A sus 14 años lo detuvieron y lo llevaron a un centro de menores, pero el papá se las ingenió para retirarlo. Ahí fue el primer error” dijo la mujer.

A María la noticia de la muerte de su hijo le llegó el viernes, pero no creyó. 

“No era la primera vez que llegaban rumores de que lo habían matado por eso cuando mi hija me contó yo le contesté ‘ay, deje la jodedera. Deje ese cuento ya’, pero esta vez me tocó vivirlo”, contó.

 Según la mamá, Eduing estaba trabajando en San Antonio (Táchira), era padre de dos hijos, de 8 años y otro de solo meses de nacido.

“Supe que era trochero y ‘corre carros’. Yo le pedía que dejara esa mala vida. Una vez, cuando estaba drogado hizo de todo y luego ni sabía.  Yo le decía ‘si ve hijo, que cuando está en ese efecto no conoce ni mamá, papá y hermanos. Por favor, deje eso ya’. Pero solo se apenaba y no lograba salir de ahí”, agregó.

La otra familia

Entre tanto, los familiares de Jorge Alberto aseguraron que desde hacía casi tres años, él estaba entre San Antonio y La Parada, trabajando como asesor de viajes y luego pasaba personas por las trochas. 

“Nos hemos venido caminando desde Alejandría, donde nos dejó un carro y empezamos a preguntar cómo llegar y acá estamos para lograr reclamar su cuerpo. Solo queremos darle cristiana sepultura, pero no tenemos ni un solo peso ni para comer”, dijo una tía del joven, quien contó que se enteraron de la muerte por una llamada que recibieron de la compañera sentimental del joven.

A Jorge Alberto su familia le llamaba de cariño el Gordo, él era quien ayudaba a su mamá económicamente y nunca les contó sobre problemas o amenazas.

El joven estaba residenciado en La Invasión y antes de venirse de su natal Maracay, trabajaba en una empresa como operario de empaque.

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