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Se anunciaba la inauguración de un moderno edificio en la esquina sureste del parque Santander.
Viernes, 6 de Marzo de 2020

Continuando con las noticias de 1942, en el campo económico, se anunciaba la inauguración de un moderno edificio en la esquina sureste del parque Santander, donde antes existía un viejo caserón que había sobrevivido, en parte, al terremoto ocurrido hacía más de seis décadas, donde se estableció la firma alemana Breuer Moller & Co, filial de su similar en Maracaibo y cuya oficina matriz tenía sede en Hamburgo. Como es bien sabido, al estallar la Segunda Guerra Mundial, gran parte de los países se vieron en la necesidad de asumir  su posición política con uno u otro bando, y esta situación desencadenó la declaratoria de guerra contra los países del ‘eje’, entre los cuales estaba Alemania y por esa razón, las casas de comercio alemanas y las empresas alemanas en general, la SCADTA incluida, tuvieron que vender o salir del país. 

Esa construcción en adobe fue adquirida por don Antonio Copello, apreciable caballero venezolano, descendiente de italianos, quien había llegado a la ciudad cuatro años atrás. Desde entonces, estableció sus negocios de forma autónoma, demostrando una gran capacidad comercial pero además, desarrollando un criterio social amplio, justiciero y estimulante, así como un espíritu de servicio público cuyo reconocimiento sería recompensado en el futuro.  No era un empresario tradicional, pues sus ideas revolucionarias para la época, lo avalaban como un visionario. De eso daban constancia los empleados de sus empresas, cuando los hacía participes de sus beneficios y ganancias y contribuía a financiarles la adquisición de sus viviendas.

El viejo caserón de la esquina de la calle de Caldas con carrera de Panamá, se hallaba desocupada desde hacía dos años, pues sus anteriores propietarios tuvieron que abandonar la ciudad por la situación antes comentada. Después de varios meses de negociación, se llegó a un acuerdo para su cesión, siendo adquirida por don Antonio Copello quien tuvo la idea de construir un moderno edificio, en esa esquina donde por muchos años funcionó el almacén Tony, pero la cuantiosa inversión de $300.000 excedía su presupuesto, razón de más para levantar allí sólo unos locales comerciales de moderna presentación, en los cuales invirtió la suma de $25.000, más acorde a sus capacidades financieras. El nuevo edificio se dio al servicio en los primeros días del mes de septiembre.

Continuando con las noticias económicas, la Cervecería Nueva de Cúcuta anunciaba el lanzamiento al mercado de un exquisito producto elaborado en sus acreditadas factorías; se trataba  de un nuevo tipo de cerveza, la Sajonia Pilsen, de muy grato sabor y de poder tonificante, según los avisos. Fueron invitados las personalidades más influyentes de la ciudad y entre ellos, los periodistas que por entonces eran los más apreciados debido a su poder de convocatoria y porque además, no se perdían ninguno de estos acontecimientos. El nuevo tipo de cerveza, se lee en uno de los comentarios, no deja nada que desear, decían después de paladear detenidamente varias copas de tan rica y deliciosa cerveza que les había sido  facilitada por la gerencia de la fábrica y remataban que por esa cerveza, fruto del esfuerzo cucuteño les era grato enviar sus felicitaciones a la Cervecería Nueva de Cúcuta y al propio tiempo recomendar al público colombiano este nuevo producto.

Acercándose el final de año, el administrador del Cementerio Municipal, preocupado por el triste estado que exhibía el camposanto expidió la siguiente Resolución: “… Considerando que el camposanto donde reposan nuestros queridos familiares y el interés que han puesto de manifiesto las autoridades y los particulares cada día de embellecer para hacerlo más digno de esta capital y por la transformación que se le está dando al Cementerio, a las tumbas y ornamentos que allí se han levantado, requiriendo la mejor presentación y constante limpieza de modo especial para la conmemoración de todos los nuestros que reposan en este santo lugar, 

Resuelve: invitar encarecidamente a todos los propietarios e inquilinos de panteones, bóvedas y resteros construidos en este lugar, que para el próximo día 2 de noviembre del corriente, los presenten convenientemente barnizados y bien presentados a fin de que el santo lugar ofrezca el aspecto de belleza a que es acreedor y que tanto dice del sentimiento católico de la ciudadanía. La atención que presten a esta solicitud con motivo del día de ánimas, el suscrito administrador les quedará muy agradecido. Sométase la presente resolución a la aprobación del señor alcalde de la ciudad y aprobada désele publicidad; firmada en Cúcuta, el 3 de septiembre de 1942”. Y para que vean la dinámica de la política de entonces, el alcalde en ese momento era Luis Monsalve Cuberos, el cuarto mandatario encargado del cargo.

Los hechos violentos tampoco se quedaban atrás, aunque en menor proporción que los actuales. Asaltos, atracos y agresiones no eran tan comunes, menos cuando se trataba de personajes de reconocida trayectoria comercial o política y que cuando se presentaban daban de qué hablar en los tradicionales tertuliaderos pero también eran la comidilla de los medios tanto los escritos como los hablados.  Por esta razón, lo ocurrido al propietario del Almacén Divina, un comercio de reconocida tradición, ubicado en el corazón del centro de la ciudad, llamó la atención de la ciudadanía que no se explicaba los motivos por los cuales se había presentado. Era entonces dueño del almacén don Alfredo Vivas. Ese día un martes de octubre, estaba don Alfredo preparándose para cerrar las puertas del almacén para irse a descansar  cuando súbitamente sonó un primer disparo que le pasó rozando la cabeza, al girar su cuerpo observó un hombre que se escondía detrás de la puerta y desde allí continuaba disparándole, entonces  viéndose desarmado, buscó defensa detrás de los árboles existentes en la calle diez. El agresor que fue identificado con el alias de “Rochil” era Bernardo Castellanos, quien comenzó a perseguirlo logrando impactarlo en el hombro. Herido, don Alfredo buscó refugiarse en el zaguán del hotel Palace, en donde logró esquivar la persecución y en el momento en que el atacante recargaba su arma, llegó la policía municipal y lo capturó. Don Alfredo fue llevado al Hospital San Juan de Dios, recuperándose prontamente de sus heridas. El bandido fue procesado y posteriormente condenado, sin que se establecieran claramente cuáles fueron los motivos del ataque.

Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

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