La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Memorias
Pioneros en correos privados
El Correo del Comercio, una empresa creada, en 1890, de “motu proprio” por los comerciantes de Cúcuta, quienes colaboraron con el gobierno de Venezuela.
Viernes, 3 de Noviembre de 2017

Siempre he sostenido que el terremoto de 1875 fue más una oportunidad aprovechada que un desastre que lastimosamente produjo víctimas que luego de llorarlas las recordamos con añoranza. Por razones como esta, los adelantos tecnológicos del momento pudieron asentarse en nuestro terruño. 

La energía eléctrica con su alumbrado público desplazaron las anticuadas lámparas, primero de aceite y luego de un derivado del petróleo que llamaron “luz América”, los teléfonos que permitieron reducir el aislamiento a su mínima expresión, así como la creación de las líneas férreas que con sus locomotoras y vagones trasportaban pasajeros y mercancías en tiempos muy reducidos considerando las limitaciones de la época, ferrocarril que es bueno recordar no fue el primero, ni siquiera el segundo del país sino el tercero. 

Cronológicamente hablando, el de Panamá en 1855, luego el ferrocarril de Bolívar en 1871 y en 1888, el 30 de junio, el ferrocarril de Cúcuta.

Pero en términos de comunicaciones es conveniente incluir otro aspecto que muy poco se ha comentado en el ámbito regional y que Cúcuta fue una de las pioneras en Colombia, el servicio de correos privados.

Desde el inicio de la civilización, la necesidad de comunicarse entre sí, fue siempre una de las principales prioridades para los humanos. Esa necesidad hizo que se crearan variados métodos para contactarse, no sólo entre ellos, sino también con las fuerzas de la naturaleza o los dioses y sus misteriosos mundos, mucho antes de la invención de la escritura.

Siempre se buscaba la forma más rápida, oportuna y eficiente de lograr una comunicación, y a partir de este concepto comenzaron a desarrollarse formas que fueron evolucionando hasta llegar a lo que hoy conocemos como el correo instantáneo.

Antes del descubrimiento de América, las entonces potencias o imperios, sólo habían manejado las comunicaciones, digamos, terrestres. Sumerios, egipcios, fenicios, hebreos, arameos, chinos, griegos y romanos, entre otros conocidos del viejo mundo, así como los incas y sus “chasquis” en América, crearon sus propios y originales sistemas de “correos”, unos más eficientes que otros, sin embargo, cuando España y Portugal se vieron frente al reto de establecer sistemas de comunicación que les permitiera el control de sus posesiones de ultramar, se vieron obligados a crear sistemas administrativos que posibilitaran controlar personas, territorios y riquezas al otro lado del océano.

Por ello, la organización de los correos resultó determinante para la eficiente gestión de las colonias, así fuera que la divulgación de las leyes y demás decisiones tardaran en llegar entre seis y diez meses, no así las cartas ordinarias que entre Santafé y Cádiz o viceversa podían tardar entre 12 y 18 meses, si es que llegaban algún día.

Así pues, las rutas de correo en el Imperio Español, se prolongaron desde el siglo XVI y terminaron a finales del XIX, a medida que las colonias se fueron independizando. A partir de entonces cada nueva nación estableció su propio esquema de correos.

Durante la primera década de 1800, el correo oficial de ultramar había desaparecido prácticamente y la circulación de rumores y falsas noticias generaban una sensación de caos, no había manera de saber lo que sucedía en la madre patria, en esos días invadida por Napoleón, sin embargo, las cartas no dejaban de circular, pues lo hacían en los navíos ingleses y franceses que llegaban a los puertos del Caribe.

Entre 1810 y 1815 los gobiernos provinciales  lograron establecer sistemas de correos mediante postas militares, enviados especiales y el servicio de correo que sobrevivió a muchas adversidades.

Los nacientes estados regionales (Cundinamarca, Antioquia, Santander, etc.) lograron  mantener el sistema de circulación no solo de noticias y correspondencia sino de caudales, especialmente que eran procesados en la Casa de Moneda de Santafé.

Establecido el estado republicano, una de sus primeras medidas consistió en establecer la franquicia postal para los impresos nacionales y extranjeros.

A pesar de los múltiples fraudes, el sistema postal del país mantuvo su reglamentación basada en las normas que habían regido el correo español de finales del siglo XVIII. Hasta 1865, fecha de la llegada del telégrafo, el gobierno se encargaba de organizar y vigilar el sistema postal, establecer rutas de correo, su regularidad y los costos del porte. Por las características topográficas del país, el acceso a destinos remotos no era fácil así que para sortear la geografía y llevar la correspondencia cada vez a más lugares, el propio Estado subcontrataba con empresas particulares, por tiempo determinado a compañías privadas para que trasportaran la correspondencia nacional.

El rápido avance de las ferrovías, carreteras y rutas de autobuses, permitió que más zonas se insertaran a la economía, no así los sistemas de correspondencia y paquetería, lo que origino la aparición de otras formas de trasporte más rápidas y eficientes que las que el gobierno ofrecía.

Entre estas, el Correo del Comercio, una empresa creada, en 1890, de “motu proprio” por los comerciantes de Cúcuta, quienes colaboraron con el gobierno de Venezuela para que las comunicaciones mutuas se mejoraran y tuvieran una adecuada organización. Se lee en uno de los informes que rendía la Cámara de Comercio de Cúcuta al Ministro de Industria que, “desde tiempo inmemorial, el comercio de Cúcuta, se hizo cargo del correo por Maracaibo, subvencionando en un principio este servicio, a fin de obtenerlo expreso.”

La ruta utilizada era la de Puerto Villamizar y Encontrados. También se manejó, desde 1922, la ruta del Ferrocarril del Táchira y desde San Antonio hasta Cúcuta, el Ferrocarril local. Cuando los problemas de navegación del rio Zulia se hicieron manifiestos, la nueva ruta se le otorgó al Ferrocarril.

El Correo del Comercio no imprimió estampillas sino que utilizaba un matasellos sobre las estampillas de correo nacional. Durante la época de la Guerra de los Mil Días, la Junta Revolucionaria de Cúcuta, dirigida por los liberales insurgentes, emitió sus propias estampillas y utilizaba su matasellos sobre las estampillas nacionales y sobre algunas emisiones regionales. Estas últimas fueron utilizadas aún después del conflicto, dado el desorden que se presentó por la falta de recursos para reemplazarlas.

El Correo del Comercio fue asumido por la Cámara de Comercio en 1915, una vez reglamentado su funcionamiento.

Gerardo Raynaud D. | gerard.raynaud@gmail.com

Temas del Día