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Accidente en Ecuador: el delito casi perfecto al que le fallaron los frenos
El automotor viajaba con 46 personas a bordo y 630 kilos de más por cuenta de los paquetes con marihuana tipo creepy.
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Colprensa
Colprensa
Domingo, 19 de Agosto de 2018

"Que bien montado que estaba, eh. Los verracos son un genios, pero cayeron por una estupidez”, le dice un policía ecuatoriano a otro en el comando central de esa institución. Ambos conversaban del bus colombiano que se accidentó cargado de droga en la vía Pifo - Papallacta, a dos horas de Quito.

Destacaban el ingenio de los bandidos para convencer a un grupo de personas de realizar un tour gratuito, diseñar compartimientos reforzados con doble lata en el piso del bus, introducir 584 paquetes de marihuana tipo creepy y burlar todo los controles policiales desde Cali -de donde salió el vehículo- hasta Ecuador, donde finalmente se accidentó.

Sin embargo, condenaban que un plan tan perfectamente diseñado cayera por una falla técnica. “Los condenados ya le habían visto la cara a todos... ya iban ganados, pues”.

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A la falla técnica que hacen referencia es a la avería en los frenos y la poca experiencia del conductor asistente para sortear la situación. El inexperto no amarró el bus con la caja de cambios, sino que abusó del pedal de contención en una vía que se caracteriza por descensos y curvas peligrosas.

El automotor viajaba con 46 personas a bordo y 630 kilos de más por cuenta de los paquetes con marihuana tipo creepy. Después de algunos segundos de desconcierto el bus se volcó y los ocupantes salieron expulsados por la fuerza del impacto, 24 personas murieron y 22 más quedaron heridas. El bus que había sido esquivo a las autoridades, cayó en manos de la Policía ecuatoriana con un 40 % de destrucción y de la manera menos pensada por los organizadores.

-Carajo, los condenados cayeron por un problema de frenos. Increíble — continuaba la charla entre los policías.

Mientras eso sucedía, el general Enrique Alulema, director de la Policía Antinarcóticos, y Ruth Palacios, fiscal del estado subrogante de Ecuador, entregaban detalles de cómo viajaba la droga y revelaban la situación judicial de los sobrevivientes.

En un control rutinario habría sido imposible haber llegado hasta la droga”, decía el General, quien minutos antes mostró con gráficas las incautaciones este año en Ecuador a otros tres vehículos turísticos cargados con droga. Todos salieron desde Cali, según las averiguaciones.

El primero cayó en abril con 230 kilos de marihuana tipo creepy, la cual es procesada con químicos para alargar y profundizar sus efectos. En esta región de Latinoamérica solo la producen Colombia y Perú.

El viaje del bus accidentado, según familiares de los muertos y heridos, estaba inicialmente programado para abril de este año.

Nosotros sospechamos de una red que opera desde Cali, porque los otros tres vehículos bajo esta modalidad han salido de allá”, dice en el anonimato un investigador ecuatoriano.

Asegura que la presunta red también “tiene estudiada a la inteligencia en Ecuador. Les hemos incautado, con este, cuatro buses turísticos y cada vez mejoran la estrategia para hacer pasar la droga”.

Por ejemplo, tras los tres hallazgos anteriores, en este bus, los organizadores se cuidaron de todos los detalles: convencieron a los pasajeros de que era un viaje patrocinado por un político, les entregaron recibos de consignación por un millón de pesos -así si las autoridades los requerían pensarían que era un tour pagado-, modificaron por completo la estructura del bus y con perros entrenados probaron que la droga no fuera detectada por el olfato canino.

Cuando las autoridades hicieron la inspección del bus en los patios del Cantón norte de la Policía, a las afueras de Quito, fueron necesarios dos operativos. En el primero ni el personal ni los perros lograron detectar algo sospechoso. Pero en el segundo, cuando ya iban a dar por concluido el procedimiento, uno de los canes alertó sobre la presencia de la droga en el piso del carro.

Desde ese primer momento hasta la extracción del último paquete, las autoridades tardaron casi ocho horas y fue necesaria la presencia de más de 40 hombres, que trabajaron por turnos. Cortaron las latas, sacaron los asientos, removieron motor y llantas. Para llegar hasta la marihuana tuvieron que desbaratar el bus.

“Al principio pensamos que se trataba de un accidente cualquiera, pero cuando los familiares de las víctimas en Cali empezaron a decir que era un viaje gratuito, que no sabían quién lo organizó (...) nosotros aumentamos la sospecha de un positivo por narcotráfico”, agrega la fuente policial.

Todos callan

Para los medios de comunicación de Ecuador esto es una película con un final impensado. Un libreto bien diseñado de una cinta de suspenso.

Al principio, cuando solo se informó de un accidente, en Ecuador había un ánimo de solidaridad que florece siempre en la tragedia; luego, cuando se comprobó el hallazgo de la droga la situación cambió drásticamente y el dedo acusador apareció.

“¡Chuta! (expresión de desaprobación) nos la tienen velada los colombianos este año”, le dice un periodista a su camarógrafo mientras suben por el ascensor a la rueda de prensa en el comando central de la Policía de Ecuador en Quito.

Al momento de la ronda de preguntas, ese comunicador le preguntó al general Alaluma si van a endurecer los controles en la frontera. “Últimamente se han detectado varios buses de esta modalidad cargados con droga, ¿qué van a hacer para que esto no se convierta en una zona de tolerancia como el Pacífico, donde opera ‘Guacho’?”.

El general sin vacilar contestó: “Vamos a aumentar los controles, nadie podrá entrar sin pasaporte y nos volveremos estrictos con el intercambio comercial en el puente de Rumichaca”.

Luego de esa pregunta, los periodistas indagaron varias veces sobre el futuro de los sobrevivientes en los hospitales. “¿Se les permitirá salir de Ecuador aún con este hallazgo?” Ninguno se atrevió a decirlo de manera explícita, pero quieren que alguien pague por esta burla a las autoridades, que costó la vida de 24 personas, incluyendo la de dos niños y dos adultos ecuatorianos que viajaban en un carro campero estrellado y arrastrado por el bus.

Los sobrevientes de este accidente no hablan de lo ocurrido. Salvo Martha González, una de las caleñas que regó la voz de este paseo gratis en los barrios El Guabal y San Judas, de Cali, nadie más se ha atrevido hablar. Ella concedió una entrevista un día después de la tragedia y señaló a Claudia Jimena Orozco como la organizadora del viaje.

Claudia fue dada de alta del hospital San Francisco el miércoles. “La paciente tenía heridas leves y manifestó sentirse bien, un familiar solicitó el alta médica y nosotros llamamos al Consulado colombiano, porque se trataba de una extranjera y ellos no le vieron problema a su salida”, dijo Uldar Espinosa, director de ese centro asistencial.

De Claudia se desconoce su paradero y su supuesta casa en el barrio Las Acacias, de Cali, fue desocupada horas después del accidente. Desde la clandestinidad envió un audio a Noticias Caracol, donde explica que ella no es responsable de las muertes. “Todos eran grandes y sabían lo que hacían. Yo no obligué a nadie”.

Los investigadores ecuatorianos creen que ella es eslabón perdido para establecer la conexión entre turismo y narcotráfico.

A su nombre está el supuesto contrato firmado por $9 millones con la empresa Cooperativa de Transportes Especiales del Oriente, con sede en Cúcuta, para que el bus de placas USA-251 prestara un servicio de turismo con la ruta Neiva - Pitalito - Mocoa - Villa Garzón - La Hormiga - San Miguel - Ecuador - Lago Agrio y viceversa. Sin embargo, el vehículo viajó por Cali - Villarica -Tunía - Popayán -Coconuco - San José de Isnos y Ecuador, según información suministrada por la Superintendencia de Puertos y Transporte.

“Creemos que parte de la droga se encaletó en Cali, pero en Huila fue acomodada en los compartimientos entre las latas. En San José de Isnos se le hicieron las modificaciones a la estructura del bus”, dice el investigador ecuatoriano, con base en información suministrada por inteligencia de Colombia.

Todo apunta a que Claudia era la única que conocía el desvío, que fue justificado con un supuesto cierre en la vía Panamericana. No obstante, entre los heridos habría otra persona que podría ayudar a destrabar esta investigación.

Luego de recorrer por tres días los hospitales Eugenio Espejo, San Francisco y el General Calderón, donde están recluidos los colombianos heridos en Quito, ninguno quiso atender al reportero de El País. 

“Dígales que nos tienen prohibido hablar del accidente”, era la respuesta generalizada que enviaban con el personal médico.

Tras la insistencia por una entrevista, una de las heridas cambió la respuesta y dijo: “Dígales que no molesten más, que el viaje fue una farsa”.

Se pudo conocer que ninguno de los familiares de esa paciente caleña viajaron a Ecuador; sin embargo, desde España le giraron 400 dólares a un ciudadano ecuatoriano para que acudiera en representación de la familia e hiciera los trámites de su salida y regreso a Colombia. También debía ir hasta las oficinas de transito de Salgolqui, a las afuera de Quito, y recuperar los documentos y ropa de la paciente.

Ambos pedidos no se pudieron llevar a cabo, porque mientras el hombre hacía los trámites en el hospital, las autoridades anunciaban el hallazgo de la droga en el bus accidentado. Inmediatamente, la justicia ecuatoriana suspendió la salida de los heridos y los vinculó al proceso de investigación.

“Los sobrevivientes hacen parte del proceso de indagación, del cual esperamos entregar resultados en un plazo máximo de 30 días”, informó Ruth Palacios, fiscal del estado subrogante de Ecuador.

Aún no se ha logrado establecer si este pacto de silencio fue ordenado por las autoridades ecuatorianas y colombianas, o si se trata de presiones clandestinas. Lo que sí queda claro por ahora, es que este fue un delito casi perfecto al que le fallaron los frenos.

Paseos, la nueva forma de tráfico en la frontera

El accidente del bus cargado con 630 kilogramos de marihuana tipo creepy en 584 paquetes develó la que sería una nueva modalidad de tráfico de drogas en la frontera entre Colombia y Ecuador.

Por el mismo ‘modus operandi’, en el que se llevan pasajeros engañados en falsos recorridos turísticos, han sido detenidos otros tres vehículos y capturadas 13 personas en lo que va del año, de acuerdo con Carlos Enrique Alulema Miranda, Director Nacional de Antinarcóticos de Ecuador.

Alulema señaló que el primer caso del 2018 fue registrado en abril, en la Provincia de Carchi, donde fue detenido un bus que también provenía de Cali y transportaba 291 kilos de droga.

Después, en mayo, fue retenido en Esmeraldas otro vehículo de servicio público con 472 kilos de cocaína. Y el tercer caso fue a principios de agosto, en Salinas, con un bus que salía de Ipiales y fue retenido con 481 kilos marihuana. Según la Dirección Antinarcóticos, por operaciones criminales similares se registraron tres casos en el 2017.

Dos de ellos eran buses con pasajeros que partieron de Cali y fueron detenidos en Tulcán. Y el tercero partió de Pereira y fue interceptado cuando ya había cruzado los límites ecuatorianos con Perú.

La aparición de esta modalidad de tráfico de estupefacientes hace parte de un andamiaje criminal que controla la frontera entre ambos países, y usa rutas no convencionales para llegar a través del Putumayo y Nariño.

Según información del Ministerio del Interior ecuatoriano, en lo que va del año se han incautado 50 toneladas de drogas, entre cloridrato de cocaína y marihuana, todo procedente de Colombia. En el 2017, la cifra alcanzó las 96 toneladas.

Sin embargo, las incautaciones no son más de la tercera parte de los cargamentos que cruzan la frontera, indicó el oficial Alulema.

Ecuador no es un país productor de coca, pero es la base preferida por traficantes de Colombia y Perú para realizar sus exportaciones.

En lugares como Lago Agrio, uno de los destinos que tenía el bus con pasajeros caleños, se han detectado puntos de acopio de alcaloides, que luego son enviados por aire, tierra y mar hacia Centro y Norte América, y Europa. Los cultivos pululan en la misma frontera.

Del lado colombiano, los municipios de Tumaco y Barbacoas, en Nariño; y Puerto Asís, Valle del Guamuez, San Miguel y Orito, en Putumayo, hacen parte de los diez con más tierras dedicadas a la coca en el país, sumando 45.000 hectáreas, según el más reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Ese organismo también informó que en Nariño y en Putumayo se registran anualmente el 49 % de las destrucciones de los laboratorios de clorhidrato de cocaína en el país.

Por estos dos departamentos fronterizos pasa la droga colombiana hacia Ecuador, usando vías terrestres como la del bus accidentado, con dirección Mocoa - Lago Agrio - Quito, y a veces también termina en Machala, puerto sobre el pacífico ecuatoriano.

Otras rutas usan los pasos ilegales con Tulcán o Ibarra, de acuerdo con el estudio ‘Microtráfico y criminalidad en Quito’, elaborado por investigadores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

Vía marítima también se han detectado embarcaciones que salen de Buenaventura y de Tumaco hacia las provincias de Esmeraldas y Manta.

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