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A la espera de lo peor con la tormenta que no se va
Harvey lleva 5 días consecutivos azotando a la cuarta ciudad más grande de EEUU.
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AFP
AFP
Miércoles, 30 de Agosto de 2017

Durante sus 33 años en el Departamento de Policía de Houston, Michael Bedner vio varios desastres que llegaron y se fueron. Harvey, sin embargo, simplemente no se va.

Bedner soporta todas las tormentas en su comunidad ubicada junto a un arroyo entre Houston y Galveston Bay, pero nunca recibe más de 30 centímetros (un pie) de agua en su propiedad antes de que el sol salga de nuevo. Cuando el agua comenzó a acercarse a su puerta el viernes, sabía que esta vez era distinto. Un vecino tuvo que llevarlos a él y a su prometida a tierra firme a bordo de una moto acuática.

Bedner está agradecido de estar a salvo, pero “todos los días hemos intentado volver a casa y no podemos”, relató el martes. “Ya no digamos la casa, nuestra calle. Solo queremos sentir que estamos en casa. Pero no podemos”.

“Nos quedamos en un hotel, y todo el mundo camina como si fueran zombis. Es una sensación desoladora”.

La parte más devastadora de un huracán rara vez dura tanto. El viento cesa, las nubes se van, comienza la recuperación.

Mientras Harvey azotaba por quinto día consecutivo a la cuarta ciudad más grande del país, millones de personas se preguntaban cuándo terminará todo, o qué es lo que quedará. Para muchos, el miedo y la ansiedad a causa de la tormenta han dado paso a la fatiga y la intranquilidad.

Carla Saunders se mantuvo en su casa durante 15 años, hasta que despertó por el agua que empapaba la cama en que dormía. Tomó sus medicinas y un cargador de teléfono, caminó hasta la camioneta de su hijo en agua que le llegaba a la cintura. Se refugió dentro de una escuela secundaria, en donde le proporcionaron ropa y comida caliente, agradecida de que nunca tuvo que separarse por un solo instante de sus queridos perros.

Eso fue el sábado

El domingo pasó entre más lluvia. Llegó el lunes, más lluvia. El martes, más lluvia. Centímetros y centímetros de lluvia, más de lo que ninguna otra tormenta había dejado en Estados Unidos en la historia.

“En este momento me siento perdida”, dijo entre sollozos. “Es difícil saber dónde empezar a salir adelante”.

El martes, Saunders se acercó lo más que pudo a su casa, para revisar la calle. Dijo que sintió como una herida abierta al ver su vecindario lleno de agua, y con más lluvia en los pronósticos.

“Sentí que mi corazón se hacía añicos”, admitió.

Jack Bullman, de 56 años, residente de Long Pine, se sentó con una toalla color azul cielo alrededor del cuello, empapado y fatigado en un refugio instalado dentro de la iglesia Lakewood. Dijo que ha vivido en la costa la mayor parte de su vida, por lo que estaba acostumbrado a las inundaciones. Pero la duración de Harvey es una experiencia totalmente nueva.

“Generalmente cuando llega un huracán, te azota el viento y la lluvia, pero este ha permanecido durante tanto tiempo que no hay duda de que será catastrófico”, comentó al señalar que acababa de reconstruir el año pasado después de otra inundación. “Todo ese trabajo se fue por el caño”.

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