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Papa en Palermo dice que “no se puede creer en Dios y ser mafioso”
Francisco viajó a esa ciudad para homenajear al cura de los pobres Giuseppe Puglisi, asesinado por Cosa Nostra.
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AFP
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Sábado, 15 de Septiembre de 2018

El papa Francisco, que viajó el sábado a Palermo para rendir homenaje a un cura siciliano asesinado por la mafia hace 25 años por intentar alejar del consumo de drogas a los jóvenes de un barrio pobre, insistió ante la población que los mafiosos no eran cristianos.
   
"No se puede creer en Dios y ser mafioso. El que es mafioso no vive como cristiano, porque blasfema con su vida el nombre de Dios-amor", declaró durante una homilía al aire libre en el barrio del puerto de Palermo, capital de la católica Sicilia, donde le esperaba una multitud de 100.000 personas, según las autoridades locales.
   
"Hoy necesitamos hombres y mujeres de amor, no hombres y mujeres de honor, de servicio y no de abuso", aseguró, haciendo un llamamiento a los mafiosos: "¡Cambiad! Dejad de pensar en vosotros mismos y en vuestro dinero, convertíos".
   
Francisco retomaba así el mensaje de Juan Pablo II que, durante una visita a la ciudad siciliana de Agrigento en mayo de 1993, pidió a los mafiosos de la Cosa Nostra que se convirtieran. Los padrinos sicilianos respondieron dos meses después con atentados contra dos iglesias romanas. 
   
La misa estuvo dedicada el sábado al cura de los pobres Giuseppe Puglisi, apodado "el primer mártir de la Cosa Nostra", que fue asesinado de un disparo en la nuca por orden de la mafia siciliana, el 15 de septiembre de 1993, el día de sus 56 años. 
   
Llevaba dos años al frente de la parroquia del barrio de Brancaccio, en las afueras de Palermo, donde luchaba por que los jóvenes superaran su adicción a las drogas, levantando ampollas entre los padrinos de la zona. 
   
"Os esperaba", dijo al parecer con una sonrisa, antes de ser ejecutado en la puerta de su humilde casa.
   
Su asesinato ocurrió cuando el país seguía conmocionado por los atentados que acababan de matar a los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. 
   
Puglisi "sabía a lo que se arriesgaba, pero sobre todo sabía que el verdadero peligro en la vida es el de no tomar riesgos y subsistir", consideró el pontífice.
   
En 2012, Benedicto XVI lo reconoció como "mártir", asesinado por "odio a la fe"; y en mayo de 2013, "Don Pino" fue beatificado en Palermo.
   
Desde su elección, Francisco ha denunciado sin tapujos a los mafiosos, que suelen ser practicantes y ayudan económicamente a parroquias. 
   
En la católica Nápoles, feudo de la Camorra, denunció en 2015 las organizaciones "que explotan y corrompen a los jóvenes, los pobres y los necesitados". 
   
"Así como un animal muerto apesta, la corrupción apesta, la sociedad corrupta apesta, y un cristiano que hace entrar en él la corrupción apesta", declaró entonces en el barrio pobre de Scampia, un bastión de la Camorra, tras recorrer la ciudad en el papamóvil descubierto. 

Excomulgar a los mafiosos 

En Calabria, 10 meses antes, había llamado a los católicos a "combatir" a la ultrapoderosa 'Ndrangheta. 
   
"Quienes eligieron en su vida ese camino del mal, como los mafiosos, no están en comunión con Dios, están excomulgados", dijo entonces, provocando los aplausos de unas 100.000 personas. 
   
La excomunión es la pena más dura que puede infligir la Iglesia católica a sus miembros. 
  
Obispos locales ya excomulgaron a mafiosos en el pasado, pero el Vaticano se plantea elaborar un documento jurídico de valor universal para excomulgar a los miembros de organizaciones criminales, sea cual sea su país de origen. 
  
Las relaciones entre la Iglesia y el crimen organizado en Italia han sido a menudo ambiguas, con procesiones patrocinadas por mafiosos, intentos de influenciar a ciertos prelados, desvíos de fondos de instituciones y obras caritativas, compra de bienes inmobiliarios del Vaticano, etc.
   
En el sur de Italia, las procesiones religiosas aún se detienen a veces ante la casa de los jefes de clanes locales, pero esas prácticas se denuncian cada vez más. 
   
A primeros de 2017, el obispo de Monreale, cerca de Palermo, se indignó al enterarse de que el hijo de Totò Riina, el capo más sanguinario de la Cosa Nostra, fallecido en noviembre de 2017, pudo aprovechar su libertad condicional para participar en un bautizo católico como padrino. 

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