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Ocaña
Nani, pequeña gigante que ha dedicado su vida al circo
120 centímetros de altura tiene Martha Lucía Largo, directora artística de espectáculos circenses.
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Martes, 8 de Noviembre de 2016

Martha Lucía Largo, mide 1.20 metros. Ella es conocida como Nani y es la encargada de coordinar los espectáculos artísticos del Circo Gigante de América, que recientemente estuvo en Ocaña.

Ella actúa con sus dos hijos. Juntos tienen un show de enanos, uno de los más aplaudidos en cada función.

“Me enamoré de un hombre de 1.75 metros y viví con él 15 años. Luego me separé y me dediqué de lleno al circo. Mis hijos nacieron en las carpas, y en el mundo del espectáculo me siento a gusto”.

Detrás del maquillaje y los coloridos atuendos, está la menor de cinco hermanos. Es la única de baja estatura, y con sonrisas recuerda que de niña la tenían como una porcelana.

“En esa época, cuando venía un circo al pueblo no me dejaban salir, me parecía interesante, pero me decían que ahí se robaban a los enanitos para venderlos en otros países. Entonces, mientras los demás niños veían la función, me la pasaba jugando en las parcelas de la finca”.

De sus hijos, Yeison y Omar, dijo que son polifacéticos y están dispuestos a participar desde en una parodia hasta en un ejercicio de acrobacia. “Uno en el mundo del circo aprende de todo. Es algo que Dios nos ha permitido tener, para mí es un talento, un don que él me dio”, agrega.

Nunca ha sentido frustración por su corta estatura y al contrario aconseja a las personas para que no tengan complejo de inferioridad.

“Muchos enanos se esconden, les da pena y son acomplejados, tienen capacidades pero no saben explotar esa vena artística que llevan, sienten temor al rechazo de la gente”.

Nani, habló de la prohibición del Gobierno Nacional de tener animales. “Muchos pensaron que sin ellos se acabaría el espectáculo, pero no, han florecido nuevas manifestaciones artísticas que han enriquecido cada show”.

Para ella el circo representa familiaridad, trabajo, amor, unión y aprendizaje constante. “Me siento orgullosa de haber dedicado parte de mi vida a generar risas”.

Con picardía, narra que antes de salir al escenario y mientras el presentador anuncia su acto, asoma el rostro en el telón de fondo.

“Es una fantasía, maquillarse, portar el vestuario, transformarnos en los héroes de carne y de hueso de los niños. Aconsejo a mis pequeños artistas que demos lo mejor. Los aplausos son bendiciones, cuando el público se pone de pie es demasiado emocionante, es el premio a largas horas de ensayo para  montar un número”.

De Ocaña se marchó a seguir alegrando a niños y adultos, con bailes y malabares, ideales para los amantes del arte circense.

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