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Un concejo admirable
Debates que deleitaban a las barras que a borbotones asistían al cabildo
Miércoles, 22 de Marzo de 2023

Las corporaciones político administrativas, concejos municipales, otrora, en su mayoría, las conformaban personas ilustres de la municipalidad, reconocidas por su honorabilidad y liderazgo. Fueron concejales de su municipio, el expresidente Virgilio Barco, el inmolado Luis Carlos Galán, congresistas como Jorge Cristo, el excandidato presidencial Julio César Pernía y pare de contar. Debates que deleitaban a las barras que a borbotones asistían al cabildo.

De unas décadas para acá, estas corporaciones han venido perdiendo importancia en su vocación de servicio a la comunidad, llegando a ellas, personas sin reconocimiento social, sin ninguna preparación en lo administrativo ni en lo cultural, solo por contar con el padrinazgo de unos caciques políticos que a base de billete venteado logran sus curules.

Me manifestó uno de los concejales de Cúcuta, en días anteriores, a quién le reconozco liderazgo y experiencia, como quiera que lleva varios periodos perteneciendo al cabildo, que el concejo municipal había perdido jerarquía.  Y cuánta razón le asiste. Ahora, en medio de una soledad fantasmal, por ausencia de barras, se forma es una garrotera entre los mismos integrantes por pertenecer a las mayorías, donde las agresiones personales es el común denominador. Ni las mujeres se salvan.

Pero, se me ocurrió titular está columna de Concejo Admirable, al escuchar varios pronunciamientos de sus mismos integrantes, reconociendo un “mea culpa”. El concejal Jair Díaz en un video difundido por redes sociales, manifestó su arrepentimiento, en nombre de todos los compañeros, al afirmar que el concejo municipal no había ejercido una gestión eficaz ni eficiente en el ejercicio de sus funciones y que, en el despelote de la ciudad, ellos tenían su porción de culpa por haber sido omisivos y no haberse amarrado los pantalones frente a la actual administración.

El concejal Álvaro Raad, en una entrevista con el periodista Julio César Peñuela, manifestó que, ellos, los concejales, no ejecutaban las obras y no eran ordenadores del gasto, solo ejercían control político, para justificar igualmente la incompetencia, desmontándose por las ramas. Casi simultáneamente, el concejal Oliverio Castellanos, quien, en mi opinión, ha tenido un desempeño aceptable, ripostó en otro medio de comunicación, que: “Los controles políticos no han servido de nada…” Que: “No tiene sentido citar a control político a las secretarías, pues de nada han servido la vigilancia que ha hecho la Corporación a esta administración”

Y, qué decir del concejal Carlos Dueñas que aprovecha las coyunturas, llamémosle metidas de pata de la administración, para hacer de Catón de la moral, con sus discursos veintejulieros, denunciando públicamente las inconsistencias para de un momento a otro guardar completo silencio al respecto. Me dicen, los mismos concejales, que un mojicón que parece que reparte la secretaria privada de la administración, lo atraganta.

Y, por último, mi amigo Jorge Acevedo, cuyo peor error, fue aceptar la investidura de concejal que le otorgó el Estatuto de la Oposición y ser inferior a su compromiso como voz crítica de las omisiones y decisiones desacertadas de la administración, sobre todo con el traslado de los dineros para contratación al Área Metropolitana de Cúcuta que desfinanció los ingresos para unas secretarías, entre ellas Bienestar Social, Cultura y Seguridad Ciudadana. No es raro que le haya pasado lo mismo que al concejal Dueñas. Eso lo cobra el elector.

Con el reconocimiento que hacen los concejales, de que el Concejo Municipal, es una Corporación sin poder de decisión, no se entiende que gasten una millonada-400,500 y 600 millones de pesos- para elegirse, siendo que por honorarios solo recuperan escasos 280 millones en los 4 años. ¿Será que los mojicones son muy valiosos?

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