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Política
Soldados y desmovilizados de las Farc juegan fútbol en tiempos de paz
El partido se organizó en Caño Indio, Tibú, en el marco del Festival por la Vida Campesina y el Territorio.
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Lunes, 14 de Octubre de 2019

En la zona del Catatumbo donde hace unos años retumbaban las balas de la guerra, ahora se celebran los goles que se anotan durante partidos de fútbol entre militares y excombatientes de las Farc.

Es sábado en la mañana y el sol martilla la piel. La vegetación de las cuatro hectáreas del Espacio Territorial de Concentración y Reincorporación (ETCR) de Caño Indio, ubicada en zona rural de Tibú, se ve interrumpida por las pisadas de 10 hombres, entre 19 y 30 años, quienes se preparan para protagonizar un acto de reconciliación.

Antes del Acuerdo de Paz, firmado en 2016 en La Habana, los integrantes de estos dos equipos conformaban los bandos de la guerra. Sin embargo, gracias a la implementación de este pacto, hoy estos antiguos rivales se enfrentan en un inofensivo juego como parte del Campeonato de Microfútbol por la Vida Campesina.

(El Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación alberga 89 personas en 32 unidades de viviendas.)

La competencia deportiva hace parte del Festival por la Vida Campesina y el Territorio, que durante el fin de semana fue organizado por las comunidades de las veredas Caño Indio, Esmeraldas, Chiquinquirá, Palmeras Mirador y Progreso II, con el apoyo de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

El partido duró cerca de 30 minutos en una cancha destapada del ETCR, donde los jugadores se disputaron hasta el último tiempo los premios y el trofeo.

No obstante, la participación de soldados regulares del Ejército Nacional y exmilicianos del desaparecido frente 33 de las Farc, en este encuentro deportivo, ya se considera una victoria para los habitantes de este sector del Catatumbo.

“Les dije: vamos a integrarnos. Nos dimos bala durante mucho tiempo por equivocaciones políticas y, hoy, juguemos fútbol, démonos pata. La pata forma, la pata educa. El plomo destruye. Eso es lo que hacemos, una demostración de paz. El Gobierno quiere que los soldados vuelvan a caer en la guerra”, indicó Dayro Alberto Vallejo, uno de los integrantes del equipo de los desmovilizados.

El grupo de soldados, que compitió en este torneo, está adscrito al Batallón de Servicios de la Trigésima Brigada. Su encargado, un suboficial de esta unidad del Ejército, se dirigió a los invitados y dijo que la asistencia de este pelotón en el evento era una muestra de voluntad de que se puede construir una “paz duradera” en este territorio.

Algo similar opinó el padre Víctor Peña, director de la Pastoral de Víctimas de la Diócesis de Tibú. Horas antes de iniciar la justa deportiva, el religioso presidió una eucaristía, donde los excombatientes y sus familias agradecieron por los productos y los alimentos, que se exhibieron en la vitrina agrícola del evento.

(El grupo de soldados que compitió está adscrito al Batallón de Servicios de la Trigésima Brigada.)

Aunque en el ETCR residen 89 personas en 32 unidades de viviendas, que están compuestas por seis habitaciones, esta jornada de esparcimiento atrajo a cerca de 200 campesinos de los cuatro caseríos aledaños, donde se erradicó la coca y se cultiva plantaciones de uso lícito.

“Para pensar de reconciliación se debe hablar de la recuperación del suelo, del bosque, del agua y de la familia campesina. Cuando hablamos de recuperar la semilla de la sociedad se debe hablar de estos aspectos y de esta forma contribuir a la voluntad política para construir sociedad”, aseguró el sacerdote.

Los frutos de la desmovilización

Al finalizar la liturgia, los asistentes se dirigieron al salón comunal de la zona de concentración para participar de un acto de agradecimiento por sus productos y preparaciones. 

Allí formaron un círculo y se expuso la historia de cada plato. Uno de ellos era la cancharina, una tortilla preparada a base de harina y panela, que aliviaba el hambre de los excombatientes cuando duraban semanas internados en la selva.

Las excombatientes también presentaron sus cosechas. Una asociación, que es integrada por estas exguerrilleras, explicó el proceso para cultivar frutas y verduras en medio de la escasez de agua potable y las dificultades del suministro de energía eléctrica. Pese a esto, el esfuerzo de muchas de ellas ha logrado sacar adelante siembras, que creían imposibles, como el de la flor Ixora, una planta insignia de la región.

Después de esta velada espiritual, el restaurante, los billares, la cancha de tejo y de fútbol, situados en la entrada del ETCR, se atestaron de excombatientes, militares, policías y campesinos para disfrutar de la programación recreativa de esta feria campesina.

(Una asociación de mujeres, integrada por exguerrilleras, explicó el proceso para cultivar frutas y verduras en medio de la escasez de agua potable.)

Para Wilder Franco, dirigente de la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat), iniciativas de este tipo promueven la unión entre las comunidades y tienen como objetivo recomponer el tejido social, que se quebró a raíz de los años de combate.

“Este es un evento importante porque junta a las comunidades que históricamente han resistido a diversos problemas. El último es el incumplimiento del Gobierno en el plan piloto de sustitución de cultivos ilícitos de la vereda de Caño Indio, pero esto hace que busquemos soluciones para la región. Estamos dando un mensaje a Colombia y al mundo de que la gente está cultivando y está sobreviviendo de manera digna”, puntualizó este líder campesino.

Gustavo Castillo Arenas

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