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Por los barrios
Una lideresa hecha a pulso en la guerra
Esta es la historia de Virgina Jaimes, una mujer que tuvo que huir de su tierra por culpa del conflicto armado.
Martes, 26 de Julio de 2016

Virginia Jaimes siempre fue  apática a la vida pública y a la gestión comunal, no pertenecía a ninguna asociación de este tipo y solo veía por ella y su familia como la mayoría de sus vecinos en Tibú.

Sin embargo, el día en que la guerra tocó la puerta de su casa y tuvo que huir de su tierra dejando dos casas, su negocio, parte de su familia y sus amigos, encontró en el liderazgo popular la mejor manera de combatir la violencia y brindarles mejores expectativas de vida a sus vecinos y allegados.

Así, a pulso, y motivada por su nueva situación de desplazada, Jaimes se metió de lleno a la actividad comunal.

Primero fue presidenta encargada del proyectos Desplazados 1 y 2 en la vereda Los Mangos del corregimiento El Carmen de Tonchalá, y este año se estrenó como edil de la zona rural.

Aunque no tenía mayor experiencia sobre la labor comunal, al llegar a Desplazados 1 y 2 creó la primera asociación de mujeres del barrio para agrupar a sus vecinas y salir adelante mancomunadamente.

Meses después de su arribo al barrio, el anterior presidente y paisano suyo tuvo que dejar su casa por amenazas, y la comunidad se decidió por ella. Pese a que era la tesorera de la junta, le tocó tomar las riendas del organismo comunal: fue nombrada como presidenta encargada. Ante la insistencia de su antecesor y sus vecinos, no tuvo de otra que apostarle al cargo.

Sin tener un trabajo fijo y estirando el dinero para su mercado, empezó a sacar una parte de sus ingresos para pagar los pasajes para ir al centro de Cúcuta y a la Alcaldía en busca de ayudas para su barrio.

Cuando no tenía para pagar un mototaxista que la sacara hasta Belén o La Pastora caminaba más de 30 minutos por el anillo vial, hasta llegar al paradero de busetas.

Sin  importarle el inclemente sol del mediodía, o sacándose el barro de los pies si el clima no era favorable, seguía su camino impulsada por mejorar las condiciones de vida de por lo menos 50 familias que, al igual que ella, habían dejado todo en sus lugares de origen y se habían aventurado a la fuerza a instalarse en una tierra ajena.

Agachando la mirada y consu hablar un poco menos fluido, recuerda que su primer desplazamiento en 2008, cuando a las 2:30 a.m. en medio de la víspera de las fiestas de la Virgen de Campo Dos, tuvo que salir camuflada en un camión de madera junto a cinco de sus nueve hijos y sus nietos.

Miembros de las Farc los acusaron de ser informantes del Ejército  y de la Policía y les dieron 24 horas para irse de Tibú, todo porque uno de sus hijos acaba de prestar el servicio militar como soldado campesino.

“Anochecimos y no amanecimos. Nos sacaron a perder de un día para otro y solo me puede llevar tres colchonetas, una sábana y la ropa que llevábamos puesta”, recordó acongojada.

De allí llegó a Motilones, y tiempo después se instaló en Desplazados 1 y 2 cuando otra de sus hijas fue desplazada por segunda vez de Durania.

Los Jaimes se instalaron en el proyecto de vivienda gratuita pese a que no habían instalado aún luz ni agua.

La necesidad me impulsó a tomar la vocería  para ayudar a mi gente a salir adelante”, explica con firmeza. “ Acá a veces amanecimos con brío y terminamos con escalofríos. Nadie hacía nada por el barrio y todos los días nos parábamos viendo las mismas necesidades y ninguna solución”.

No tener un parque para el disfrute comunitario ni tener vías pavimentadas ni ruta de transporte público la impulsaron a tomar el mando pese a que nunca imaginó que el liderazgo corriera por sus venas.

Aunque no terminó el bachillerato lo está validando para tener más que ofrecerle a su comunidad y poder gestionar más proyectos para su sector. A principio de año participó en la construcción de las propuestas del corregimiento para el plan de desarrollo local.

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