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El desafortunado destino de un ‘gota a gota’ cucuteño en Brasil
El joven sufrió triple fractura de cráneo al estrellarse en una moto
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Categoría nota
Domingo, 23 de Julio de 2023

Sandra Patricia Valencia cree que la decisión de su hijo fue desacertada. Mientras deshoja una carpeta de fotografías de Simón Alberto Ferrer, que le  llegan de Brasil, recuerda ese 16 de mayo de 2022 cuando le escribieron para decirle que el cucuteño estaba grave, en cuidado intensivos, tras sufrir un aparatoso accidente de tránsito. 

Alberto de 36 años llegó hace cuatro años a Brasil seducido ante una oferta laboral. En febrero de 2019 emprendió un camino fuera de su país para sumergirse en el turbio mundo de las cobranzas ‘gota a gota’, una industria que, en América Latina, camina a pasos agigantados. Brasil, por ejemplo, se convirtió hace varias décadas en el sueño de muchos colombianos. 

Animados por el fútbol o engañados con promesas que nunca les cumplieron, centenares de jóvenes han salido del país rumbo a la ‘tierra de la samba’, en busca de una experiencia que parecía, a primera vista, bastante fascinante. 

Doña Patricia no tiene mucha claridad al respecto y con intermitencia se excusa por su mala memoria antes de contar los desafortunados eventos que tuvo que atravesar su hijo desde que se estableció en tierras extranjeras. 

Ella estaba en el departamento de Nariño, visitando a su madre, cuando su hijo le comunicó que se iba de viaje. No estuvo en casa para despedirlo. Solo se enteró que, por su cuenta, viajó desde Cúcuta hasta Bogotá, donde tomó un vuelo rumbo a Brasil que no pagó porque alguien que no conocía, se había hecho cargo del boleto. 


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Simón Alberto pasó de estar desempleado, sumergido en el ocio y a punto de “descarriarse”, a vivir en Goiânia, capital del estado de Goiás en el centro de Brasil, rodeado de una vida bastante armoniosa, o al menos, eso parecía.

Desde su llegada, trabajó con un grupo de prestamistas que lo sumaron al equipo del sistema de cobranzas. 
Su primer patrón o “agiota”, como llaman en Brasil a los prestamistas del ‘gota a gota’, le había provisto de los medios necesarios para sostenerse.

En Brasil su hijo conoció a Vilma Da Silva, una mujer separada que ya tenía dos hijos, con quien nació un romance que marchaba viento en popa.

Sin embargo, el amorío se empezó a venir abajo, cuando Alberto -dice ella- sucumbió ante el alcohol y se transformó en una persona agresiva que encontraba pelea en cualquier lugar donde veía rival.


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Un accidente 

Pero, la suerte de este cucuteño lo acompañó hasta el 14 de mayo de 2022. Ese día, la pareja viajaba en una moto, en Brasil, cuando fue impactada por una camioneta particular. 

Ambos sufrieron fuertes lesiones, pero la peor parte la llevo el hombre que tuvo múltiple fractura cerebral, además de fractura de fémur, tibia y peroné de su pierna derecha.

Doña Patricia se enteró de lo ocurrido dos días después, cuando una mujer que le escribió por Whatsapp y se identificó como la pareja de su hijo le avisó que lo tenían en cuidados intensivos. Nunca antes habían hablado, ni siquiera  había  escuchado alguna vez su nombre.

Me dijo que era la mujer de mi hijo y que habían tenido un accidente. Lo que supe fue que venían por una calle y se estrellaron contra una camioneta, casi de frente”, relató la madre del cucuteño.

El desafortunado destino de un ‘gota a gota’ cucuteño en Brasil

 

Estaba muy tomado

Vilma Da Silva, pareja de Simón Alberto, es brasileña y con dificultad puede comunicarse en español.  La mujer recuerda que ese sábado, ella estaba en su trabajo, en una panadería y cuando regresó a casa, encontró a Alberto ingiriendo licor. “Él tenía mi moto y fue a llevármela, pero estaba muy borracho”, contó a La Opinión mediante un texto que fue traducido. 

Aunque por esos días estaban separados, debido a los problemas de bebida, la pareja seguían en contacto y,  esa noche, ella le ofreció llevarlo en su moto hasta su vivienda.

Contó que al llegar, Alberto se tornó hostil y le dijo que no se quedaría. Quería que se regresaran a la casa de ella, pero que esta vez él conduciría. “Hice lo que me pidió para no tener problemas con él porque cuando bebía era muy irresponsable y se ponía muy violento. Muchas veces llegó a agredirme y quería evitar que sucediera de nuevo”, comentó. 


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En el viaje de regreso a la casa de Vilma, atravesando un cruce,  el hombre no se detuvo y se fue contra una camioneta que venía en sentido contrario, en una calle del sector Nova Esperança, en Goiânia (Brasil). “Iba a toda velocidad, realmente iba  volando”, recuerda Vilma.

Tras el accidente, gravemente heridos, ambos fueron trasladados hasta el Hospital Estatal de Urgencias Governador Otávio Lage de Siqueira, una unidad de salud de alta y media complejidad en emergencias en Goiânia.

Él permaneció tres meses en cuidados intensivos. Como consecuencia de las múltiples fracturas en el cerebro se vio comprometida su motricidad y su consciencia. Quedó en estado de discapacidad y apenas podía reconocer a la persona que le acompañaba ese fatídico día. Con el paso de los meses, fue volviendo en sí. 

“Él sabe quién soy yo y tiene recuerdos de antes de irse a Brasil, pero, por ejemplo, dice que su hija de 5 años que tiene aquí en Cúcuta no es suya porque él nunca tocó a la madre de la niña, quien fue su pareja antes de irse”, señala Patricia.
 

El desafortunado destino de un ‘gota a gota’ cucuteño en Brasil

 

Su jefe desapareció

Cuando Alberto fue dado de alta no había nadie que pudiera hacerse cargo de su cuidado. Estaba en silla de ruedas, inmóvil y tenía dificultades para hablar. 

La única persona que podía sostenerlo, era Vilma Da Silva, quien a pesar de sufrir lesiones más leves, tardó algunos meses en poder recuperarse para regresar a su empleo. En la entrevista confiesa que tenía unas semanas de embarazo y que el accidente le provocó un aborto espontáneo. 

Ella fue quien se encargó de las consultas, de los gastos médicos y hasta de las terapias que han hecho poco por devolver la vitalidad de Simón Alberto. Por el contrario, cada día que pasa, su estado desmejora y ella, por su parte,  no desea hacerse cargo.

Me ha pedido que me vaya a traerlo o que, de lo contrario, vaya a cuidarlo porque ella ya no puede tenerlo, pero yo no tengo un peso para salir de Colombia. Yo tengo 72 años y no tengo manera de viajar a Brasil”, dice la madre.


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El prestamista para el que trabajaba Alberto, un colombiano que lo contrató para las cobranzas ‘gota a gota’, estuvo presente los primeros días, pero luego desapareció, como desaparecieron los amigos y compañeros de tragos. 

Vilma Da Silva solo sabe que ese hombre se marchó de Brasil y viajó a los Estados Unidos. 
“No le importó nada la vida de Alberto y haberlo dejado aquí tirado, inmóvil y como un niño que ni siquiera puede valerse por sí mismo”, agregó. 

No puedo buscarlo 

Patricia Valencia reside en una humilde vivienda del barrio Llanitos. Allí habita con el mayor de sus cuatro hijos que con su trabajo sostiene la carga del hogar, mientras ella asume los quehaceres y el cuidado de sus nietos. 

Su teléfono destartalado suena de vez en cuando y ella hace maniobras para hacerlo funcionar, procurando tener noticias de su hijo. 


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Dice que Vilma ya casi no le responde los mensajes, las videollamadas, menos, y las largas explicaciones que le daba a la familia se convirtieron en textos abreviados, una clara señal de desagrado. 

“Yo estoy agradecida por todo lo que ha hecho porque son 14 meses cuidando a una persona que no es nada de ella y a la que tiene hasta que cambiarle los pañales”, reconoce.

Cuando Patricia consigue que le pase a su hijo al teléfono, le escucha decir, al otro lado, que vaya por él porque lo tienen en un hospital en Cúcuta. Ella no intenta contradecir su desatino, aunque su corazón de madre desearía que así fuera.

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Una olla comunitaria

José Alberto Rueda, presidente comunal  del barrio Llanitos en Los Patios, conoce a Patricia Valencia y a sus cuatro hijos porque es una de la fundadoras de la comunidad.  

Hace unos meses, los vecinos se organizaron e hicieron una colecta por medio de una olla comunitaria.  Los fondos fueron enviados a Brasil, a través de la familia Ferrer Valencia para ayudar a Simón Alberto.

De momento, hizo un llamado a Guillermo Rivera, embajador de Colombia en Brasil, para que le facilite los medios que permitan trasladarlo de regreso a Colombia. 

“Necesitamos que nos den esa mano amiga porque se trata de un colombiano, en condición de discapacidad que está abandonado en un país extranjero”. 

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