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‘Los difuntos milagrosos’, una leyenda que cada vez toma más fuerza
La creencia de que algunos difuntos interceden para conceder un milagro ha trascendido de generación en generación, estos son algunos de los más famosos del área metropolitana de Cúcuta.
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Viernes, 23 de Abril de 2021

“La fe mueve montañas”, es una de las frases que más se escucha alrededor del mundo, a diario miles de creyentes rezan a los santos y a un Dios supremo para que les conceda los favores que tanto han anhelado.

En países como Colombia hay devoción a un gran número de santos, ángeles y personas que son consideradas milagrosas. 

La creencia de que ciertos difuntos interceden para conceder milagros, ha ido de generación en generación y por esta razón en casi todos los cementerios hay una o dos tumbas con decenas de placas que tienen la frase: “doy gracias por el favor concedido”. 

La Opinión hizo un recorrido por algunos cementerios del Área Metropolitana de Cúcuta para conocer la historia de los difuntos más visitados por los creyentes cucuteños.

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Gloria María Alfonso, la niña milagrosa

En el casco urbano de El Zulia  se encuentra uno de los cementerios más antiguos del Área Metropolitana este solo permite visitas porque ya llegó a su capacidad máxima. 

El administrador del lugar, que prefirió no mencionar su nombre, asintió cuando fue cuestionado sobre la presencia de algún difunto milagroso en el lugar. 

El hombre conoce el camino de memoria, sube la entrada principal, cruza a la derecha, sortea una que otra tumba  y llega hasta el fondo a una especie de cuarto blanco donde se encuentra el cuerpo de Gloria María Alfonso.

Según cuenta, la menor fue violada y asesinada por su padre en 1980, un hecho que causó conmoción en el municipio aún más porque fue enterrada en un patio y encontrada por unos perros que deambulaban en el lugar. 

La niña siempre tuvo un lugar especial en el camposanto, sin embargo, no se sabe la fecha exacta en que los devotos comenzaron a llegar para pedirle favores que posteriormente eran compensados con ofrendas y placas. 

Lo que sí se sabe es que el rumor se fue corriendo poco a poco alrededor del pueblo, y hoy es muy visitada. 

Las paredes de su tumba están cubiertas por fotos, diplomas, poemas, cartas y placas de agradecimiento.

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Una reja color rosa claro, divide el lugar en dos, al fondo donde está el cuerpo de Gloria María, está cubierto en su totalidad por peluches y juguetes, además de unas repisas en donde se ven imágenes de santos católicos. 

El sepulturero afirma que concede todo tipo de favores, entre ellos lograr grados académicos, salvar deudas económicas, entre otros, por esta razón el lugar está repleto de ofrendas. 

Este último año, el lugar no ha sido tan concurrido a causa de la pandemia provocada por la COVID-19 lo que generó restricciones en la entrada, aún así el número de juguetes y peluches que ha recibido a lo largo de este año es incalculable. 
 

Antonio Yáñez, quemado por pleitos amorosos

En la capital nortesantandereana, en el Cementerio Central, se encuentra otro de los difuntos más visitados por los cucuteños. 
Antonio Yáñez, que luego de un trágico acontecimiento murió en la década del 70.

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Las historias alrededor de su muerte señalan que su esposa en un ataque de ira le prendió fuego y su nivel socioeconómico no le permitió acceder a un tratamiento médico para curar sus heridas, teniendo en cuenta que más de la mitad de su cuerpo quedó quemado.

Por piedad o a solicitud de las enfermeras, la gente de la época empezó a llevarle algunas vendas, medicamentos, comida y cualquier ayuda que le proporcionara alivio. En el año que duró su padecimiento, Yañez pagaba con oración a todos aquellos que le colaboraban.

Hoy en día su tumba está repleta de placas de agradecimiento, cientos de personas llegaban  a pedirle su intersección ante Dios para solucionar algún problema.

Al igual, que en el caso de Gloría María, en este momento la entrada al Cementerio Central está restringida para evitar los contagios de COVID-19. 

‘Mico’ Isaza  también reposa en el Cementerio Central

Al  estilo del popular cuento de Robin Hood, cuenta la  leyenda que Fabio el ‘Mico’ Isaza era un ladrón bastante reconocido en la ciudad, no solo por los robos sino porque con el dinero que robaba ayudaba a las personas más necesitadas. 

En los años 60 se paseaba por los barrios más populares de Cúcuta como Gaitán, López Cundinamarca.

Su muerte estuvo  a manos de la policía el 24 de agosto de 1964 y desde que fue enterrado en este camposanto, todas las personas beneficiadas con sus aportes cuidaron de su tumba, convirtiéndola hoy en un mausoleo en el que incluso se han hecho esculturas en su nombre.

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La periodista  reconocida

En el Cementerio El Gólgota del barrio El Salado, también reposan los restos de una mujer que fue muy reconocida sobretodo por los habitantes de este barrio. 

Es el caso de María Elena Conde Rincón una periodista y locutora fallecida en 1985, su pequeña tumba está adornada en la parte delantera y trasera con placas que dicen “doy gracias por el favor recibido”. 

Jesús Barbosa, sepulturero de este cementerio, señaló que las personas llegan con mucha fe al lugar, se sientan, oran y piden el favor que necesitan. 

“Todo es cuestión de fe, no sabemos si es verdad o no, lo que sí sabemos es que la fe puede mover lo que sea y por eso están esas placas ahí”, agregó. 

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Las animas benditas

Otro de los lugares repletos de placas, en todos los cementerios, son las bóvedas en donde se guardan los cuerpos no identificados o que no son reclamados por las familias. 

La creencia de lo que se conoce como animas benditas ha persistido por siglos, por lo que en algunos lugares incluso se han tenido que trasladar las placas y guardarlas porque la pared ya no soporta su peso.

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