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¿Estamos preparados para la llegada de La Niña?
La probabilidad de que regrese este fenómeno es cercana al 80 por ciento, según las advertencias del Ideam.
Sábado, 11 de Junio de 2016

Cinco años atrás, Cúcuta y Norte de Santander sufrieron los rigores del fenómeno climático de La Niña. Los daños y desastres causados por las lluvias, derrumbes e inundaciones en viviendas, carreteras, escuelas y cultivos aún no se han reparado en su totalidad.

Al respecto, la pobre gestión del Fondo Adaptación –creado por el Gobierno para la recuperación de las áreas devastadas– ha sido duramente cuestionada por todos los sectores de la opinión y por organismos de control como la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría General de la República. Este Fondo es el que tiene a su cargo la reconstrucción de Gramalote, que como todos saben marcha a paso de tortuga y a veces de cangrejo.

Según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los daños causados en Colombia por el fenómeno de La Niña (2010-2011) fueron del orden de los $11,2 billones. Los dos sectores más afectados fueron el agrícola ($700.000 millones), y la infraestructura ($500.000 millones). Y se dejaron de invertir durante la oleada invernal cerca de $2 billones.

La probabilidad de que regrese La Niña, luego de los devastadores efectos del fenómeno de El Niño, es cercana al 80 por ciento, según las advertencias del Ideam.

¿Será que estamos preparados para su llegada? Es imposible evitar los intensos veranos o sequías o las excesivas lluvias, pero sí se pueden disminuir los riesgos tomando las medidas adecuadas, expresan los funcionarios del Ideam.

Para el componente hidráulico

Siendo Colombia uno de los cuatro países del mundo con mayor disponibilidad de agua, debe analizarse con todo el rigor y detalle la planeación, el aprovechamiento y el control del recurso, así como la prevención y atención de emergencias asociadas al cambio climático. De las recomendaciones hechas por la CCI se resaltan:

•Implementar el Programa Nacional de Proyecciones Hidráulicas, donde se revalúen los criterios con los cuales se han venido diseñando las obras hidráulicas, ya que, debido al creciente aumento de las intensidades y duraciones de las precipitaciones, los caudales estimados con las series históricas de lluvia deben ser cada vez mayores hacia el futuro.

•Gestionar el inventario detallado de las condiciones reales de la infraestructura hidráulica existente (presas, diques, canales, etc.), con el fin de establecer las necesidades urgentes de reparación, restitución, mantenimiento y su priorización.

•El procesamiento de imágenes de satélite en épocas en que se registran niveles altos a lo largo de los ríos principales permitiría identificar con claridad la magnitud y los límites de las áreas inundadas, para las cuales se deberá determinar el período de recurrencia acorde con el programa nacional de proyecciones hidráulicas.

•Introducir reglamentaciones específicas en cada uno de los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), como mecanismo idóneo para lograr el restablecimiento de los anchos mínimos que deben existir entre diques de confinamiento, de manera que éstas sean de forzoso cumplimiento para cada cuenca, acordes con los caudales extremos previsibles.

•Estructurar un Código de Construcción y Reforzamiento de Diques, equivalente al Código Colombiano de Diseño Sismorresistente de Estructuras o al Reglamento de Agua Potable y Saneamiento Básico. Este manual debe considerar, regionalmente y por cuenca, los tiempos de recurrencia de niveles máximos, separación mínima entre diques, bordes libres, materiales y métodos constructivos, filtros y revestimientos, entre otros. Esta norma debe convertirse en un documento de obligatorio cumplimiento.

•Conformar planes de ordenamiento para las grandes cuencas: Magdalena, Cauca, San Jorge, Meta, Atrato, San Juan, Caquetá y Putumayo. Estos planes estarán orientados al uso del recurso hídrico con propósito múltiple para navegación, generación hidroeléctrica, irrigación y recreación.

•Diseñar un programa de protección de las ciudades, playas, infraestructura y estuarios costeros, donde se articulen las acciones para mitigar el impacto y la afectación sobre las costas colombianas debido al incremento de los niveles medios del mar y el riesgo de huracanes. Medidas que deben ser impulsadas por un organismo especializado, que tenga la responsabilidad de planear, prevenir y atender las emergencias relacionadas con el recurso hídrico, donde se centralicen las funciones que hoy están dispersas en diferentes entidades. Este objetivo sería posible con la creación de un Ministerio de Recursos Hídricos.

Para la infraestructura vial y ferroviaria

Por la red vial primaria a cargo de la nación, que cuenta con una longitud de 17.000 kilómetros, se transportan, aproximadamente, 180 millones de toneladas en el año y circulan 3,4 millones de vehículos, de los cuales 185.000 son tractocamiones.

Son innumerables los factores que afectan la operación normal de los corredores viales de nuestro país, como los problemas geológicos, geotécnicos e hidráulicos, que se acrecientan en épocas climáticas extremas, generando cierres de vías y mayores costos de operación, que impactan negativamente los costos de producción de la industria y los tiempos de viaje.

Al respecto, las principales recomendaciones de la Cámara Colombiana de la Infraestructura son las siguientes:

•Estructurar integralmente los corredores troncales y transversales existentes, y los que están proyectados con doble calzada, para desarrollarlos gradualmente a especificaciones de diseño óptimas, con velocidades de diseño de 80 km/h en terrenos ondulado, montañoso y escarpado, y a 100 km/h en terreno plano.

•Definir estructuras que garanticen la estabilidad y seguridad de la vía en el tiempo, como puentes, túneles, viaductos, tratamientos de taludes, obras hidráulicas suficientes, entre otras.

•Conservar o restablecer el derecho de vía en condiciones óptimas, mediante la construcción de obras ambientales.

•Evaluar mecanismos de financiación que permitan desarrollar las vías en las zonas de montaña y que garanticen la seguridad y eficiencia, por medio de la construcción de obras especializadas, como túneles y viaductos, que no pueden financiarse fácilmente con peajes.

•Es necesario evaluar e identificar los lugares críticos de la red vial nacional (emergencias) y red férrea, calificar dichos sitios críticos, de acuerdo con el nivel de riesgo (alto, mediano o bajo) y establecer las soluciones que eviten los riesgos analizados con el fin de ofrecer la mayor seguridad a los usuarios en el tiempo.

Actuar de manera diferente es una condición necesaria para abrir el camino hacia un futuro sostenible, y por esta razón, estrategias ambientales, económicas y sociales sólidas serán las que posibiliten la adaptación a una variedad de situaciones climáticas presentes y futuras.

¿Qué es?

La Niña es un fenómeno climático que forma parte de un ciclo natural global del clima conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENSO). Este ciclo global tiene dos extremos: una fase cálida conocida como El Niño (intensas sequías por falta de lluvias), y una fase fría, precisamente conocida como La Niña (excesivas lluvias y bajas temperaturas). Cuando existe un régimen de vientos alisios fuertes desde el oeste, las temperaturas ecuatoriales disminuyen y comienza la fase fría o La Niña. Cuando la intensidad de los alisios disminuye, las temperaturas superficiales del mar aumentan y comienza la fase cálida, El Niño.

Cualquiera de ambas condiciones se expande y persiste sobre las regiones tropicales por varios meses y causan cambios notables en las temperaturas globales, y especialmente en los regímenes de lluvias a nivel global.

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