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Intercambiador de Atalaya está a punto de ser terminado
Pese a varios días de polémica y suspensión, la construcción ya avanza en 82,43 por ciento.
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Helena Sánchez
Sábado, 20 de Agosto de 2016

Con un avance del 82,43 por ciento, el intercambiador vial de Atalaya está a punto de culminar su construcción después de varios días de polémica y suspensión por la posible interferencia visual y de maniobra, debido a su cercanía al aeropuerto internacional Camilo Daza.

La imponente obra supone la descongestión vial originada en el gran flujo vehicular hacia los barrios que integran las comunas 7 y 8, y la salida hacia los pueblos de occidente y norte del departamento, así como al norte del país.

Sin embargo, conductores que a diario transitan por la zona se muestran inquietos al dudar de la efectividad de esta construcción para liberar el tránsito por una razón: la reducción en el tamaño de la autopista de Atalaya en su ingreso al puente elevado.

Es decir, en apariencia, no habría proporcionalidad entre la cantidad de carriles y el flujo vehicular que iría de la autopista hacia el puente, desde Cúcuta hacia El Zulia, y viceversa.

Según la secretaría de Infraestructura, en efecto en la zona hay gran congestión vehicular y demoras considerables en los tiempos de viajes, así como el aumento de colisiones vehiculares, y accidentes con los peatones que por allí transitan.

Por ello se requirió llegar a este la descongestión de dicho sector vial, con el diseño de esta intersección.

Según Rafael Ramírez, titular de la secretaría, el temor de los conductores es infundado.

“Anteriormente solo teníamos cuatro carriles; ahora tenemos ocho y entregamos seis”, afirma.

Si bien es cierto que se llega de seis carriles y entra a cuatro, que son los del puente, lo cual implica una compresión, esto ocurre porque se dejan los otros carriles que evacúan el tráfico hacia las márgenes derecha o izquierda.

“Visualmente se percibe así, pero cuando miramos la cantidad de carriles que reciben y evacúan son mayores a los que estaban previamente”, dice Ramírez.

De acuerdo con los estudios, la transitabilidad mejoraría en un 75 por ciento, ya que la falta de cultura vial y la influencia de las horas pico generaría algunos trancones.

Una segunda opinión

Pero aunque las opiniones del sector oficial sean favorables sobre su propia obra, ¿qué tan útiles son este tipo de obras para la descongestión vial?

Luis Alfredo Vega, doctor en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, asegura que “nuestro país se ha enfocado en construir obras con el criterio de que sean visibles, sin que necesariamente sean las más apropiadas”.

Para el experto, si estas obras se hacen en zonas suburbanas tienen mejor efecto que en las urbanas, “porque en estas últimas lo que hacen es desplazar el problema hacia otro sector”.

“Para las áreas urbanas de alta velocidad se piensa en una glorieta, pero con estos pasos típicamente lo que se logra es aplazar la congestión”, comentó.

Sin embargo, al tener un espacio predeterminado para maniobrar, debido a la presencia de barrios y otras edificaciones -como en este caso-, hay que buscar la opción más acertada.

Así mismo, tener en cuenta el flujo vehicular que pasa por el sector y que, en Atalaya, supera los 105 mil carros cada día.

“Ese es un flujo muy importante, que requiere una gran obra”, expresó. “De entrada se advierte que no habría soluciones distintas para un flujo tan alto”.

De hecho, las proyecciones sobre las que se hicieron los diseños son mayores a las del tránsito actual, pues están calculados sobre un promedio diario de 149 mil vehículos; situación que para Vega sí amerita un paso elevado.

Miedo al trancón

El temor de los conductores sobre el intercambiador también tiene que ver con una construcción similar en San Mateo, donde los embotellamientos son constantes.

Allí, mientras los conductores que se dirigen a San Luis deben hacer largas filas en sus vehículos, quienes van a Villa del Rosario encuentran un paso elevado totalmente libre.

Según los expertos, el diseño de estos puentes debe basarse en el origen de los flujos, lo que significa que un estudio juicioso determina cuál vía se eleva y cuál no.

Y aunque en su momento hubo voces que se opusieron al diseño final de la actual construcción, terminó por pasar lo que señala el ingeniero Vega: “el objetivo es dejar unas obras magníficas, aunque su efecto no sea favorable”.

Pero en Atalaya las condiciones son otras. Allí, además de garantizar que los vehículos con flujo predominante usan el paso elevado, se amplía la redoma que facilita el tráfico de la avenida Las Américas.

Adicionalmente, el ancho de los carriles tampoco es problema pues cumple con los requerimientos de los vehículos, según indicaron los especialistas.

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