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Región
La voz de Colombia en el Consejo Mundial de la Juventud
Salió desplazado por la violencia con su familia y llegó a Norte de Santander.
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Katherine Villamizar Leal
Domingo, 21 de Julio de 2019

Cuando Ismael Gamboa Ocampo salió desplazado por la violencia con su familia, no imaginó que su destino para comenzar una nueva vida sería Norte de Santander.

Con solo 6 años, el niño caleño se empezó a familiarizar con el contexto de frontera, pues para sus padres la mejor opción para vivir, al salir del Valle del Cauca, fue La Parada, Villa del Rosario.

Allí empezó a estudiar y a conocer amigos, que poco a poco le ayudaron a tomarle cariño a la región que lo recibió, a pesar de los problemas propios del territorio.

A sus 11 años Ismael, conocido por sus amigos como Remmy, se empezó a destacar en el colegio La Frontera por su liderazgo estudiantil. Desde entonces participó en todas las actividades que la institución educativa organizaba hasta llegar a ser personero en su último grado de bachillerato.

Fue entonces cuando descubrió su talento para expresarse y su pasión por el liderazgo, así que decidió que su carrera profesional sería la comunicación social.

Hoy, representa a Colombia ante el Consejo Consultivo Mundial de la Juventud, donde con once jóvenes más de todo el mundo busca ser la voz de millones de personas refugiadas, desplazadas, víctimas de guerras y de la intolerancia.

Este grupo diverso, dinámico y entregado por su gente, fue elegido por la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) hasta el 2021 y sus encuentros tienen lugar en Ginebra, Suiza.

Sus trabajos con la comunidad los adelantó de la mano con sus estudios universitarios.

Un trabajo por la paz

Ismael siempre soñó con visibilizar las dinámicas del país, de los territorios y especialmente de las zonas de frontera, y desde el colegio entendió que se puede construir paz a partir de acciones muy sencillas.

Sus trabajos por la comunidad fueron de la mano con sus estudios en comunicación, pues la Universidad de Pamplona tiene el enfoque para el desarrollo social.

“Cuando desde la academia se llevan posibilidades a los territorios y a las calles, se genera un impacto positivo”, señaló.

Ismael logró viajar al Catatumbo para conocer las dinámicas de la población barí y allí entendió la importancia de crear conexiones entre la ciudad y la selva.

La idea inicial era rescatar parte del lenguaje y las tradiciones de esta comunidad. A pesar de que el proyecto se llevó a cabo hace más de dos años, considera que el compromiso por parte de los estudiantes sigue vigente.

Otros trabajos en comunidad han estado relacionados con talleres de fotografía y cine comunitario en poblaciones como la de Villa del Rosario.

“Esto nos ha servido para entender que hay muchas comunidades que a pesar de estar en medio del conflicto armado, este no les interesa, y que los niños quieren tener otras visiones y posibilidades”, dijo.

Antes de iniciar sus estudios universitarios, Ismael tuvo la oportunidad de conocer a la fundación cultural y social Quinta con Quinta.

“He podido acompañarlos en ejercicios como ‘Del Norte Bravos Hijos’ y otros talleres. Ha sido para mí muy enriquecedor en materia profesional y en la parte humana”, agregó.

Con la Corporación ‘Construyendo Poder, Democracia y Paz’, Ismael pudo volver al Catatumbo y conocer las necesidades de sus habitantes.

Adicional a esto, desarrolló un proyecto en materia de desaparición forzada, por medio de piezas radiales que dignificaran el nombre de las personas desaparecidas.

“El proceso, aunque complicado, fue muy ético, buscó devolver a estas personas a la vida a través de la narración radial, para entregárselas a sus familiares”, dijo.

El trabajo más reciente tiene que ver con los rostros de los migrantes y desplazados, y el Derecho a No Obedecer (Dano).

De la mano de las instituciones gubernamentales y la academia, Ismael tiene en mente el proyecto que busca encontrar las palabras que existen en Norte de Santander, pero que son de nacionalidad venezolana.

“Es un ejercicio para trabajar temas como discriminación”, señaló.

El primer encuentro del Consejo Mundial de la Juventud se llevó a cabo la semana pasada en Ginebra.

En Suiza

Cada tres años, la Acnur busca renovar los jóvenes que están en el Consejo Consultivo Mundial de la Juventud y este año fue la nueva convocatoria que tendrá vigencia hasta 2021.

En Colombia, Ismael tuvo que competir con personas de los departamentos de frontera, pero su trayectoria en temas sociales lo hizo merecedor de este mérito.

El primer encuentro se llevó a cabo la semana pasada y allí se presentaron los miembros de once países, entre los que se encuentran Siria, México, Congo y Sudáfrica.

Los once jóvenes son refugiados, el único que representa el desplazamiento forzado, es Ismael.

También se presentaron las propuestas inciales, sin embargo, al ser todo pensado desde el refugio, debe adaptarse.

“La idea es poder decirles qué es Colombia, cuántas organizaciones juveniles hay, qué proyectos tienen y cuáles son los impactos que esperan tener”, dijo. 

En este proceso, Ismael tendrá la función de jalonar recursos  y asistencia técnica por parte de los organismos internacionales.

Para ello, se reunió la semana pasada con Filippo Grandi, alto comisionado para los refugiados, y Cecilia Jiménez - Damary, Relatora especial de la Onu para los derechos humanos de los desplazados internos.

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