Nueve jóvenes de la Institución Etnoeducativa U’wa Izketa recibirán en noviembre el título de bachilleres. La comunidad está asentada en Toledo y Chitagá.

Es la primera vez que este hecho sucede en la historia de esta población india, teniendo en cuenta que hasta hace algunos años no se contaba con un colegio en el territorio.

Para hacerlo se tenían que desplazar a Samoré, Gibraltar, Toledo, Chitagá o zonas aledañas a esos municipios.

“La institución de educación básica secundaria está en nuestro territorio, en la montaña”, dijo el gerente de la Institución Etnoeducativa U’wa Izketa, Yimy Sánchez Aguablanca. “Estamos formándolos en el contexto cultural”.

A partir de 2012, la institución adquirió autonomía administrativa y financiera otorgada por la Secretaría de Educación de Norte de Santander y el ministerio de Educación.

De esta manera, empezaron a atender con personal nativo a los 347 niños y jóvenes matriculados en 16 sedes de los resguardos de Toledo y Chitagá.

En los primeros años, los niños fueron atendidos por ciclos, es decir, inicialmente recibieron de sus padres las enseñanzas de idioma, costumbres y cultura, hasta alcanzar los siete años.

A partir de esa edad empezaron a estudiar y a conocer generalidades del mundo de occidente para que cuando logren la mayoría de edad, sepan defender el territorio en cualquier escenario del país.

Para el gerente de la institución con los alumnos se trabaja el proyecto etnoeducativo comunitario Guardianes de la Madre Tierra o Planeta Azul, en donde les enseñan español además de su lengua natuiva y el respeto de las connotaciones culturales y otros arraigos propios de la comunidad india.

Recursos

Este año, el colegio cuenta con 750 millones de pesos provenientes del Sistema General de Participaciones que gira el Estado a la Gobernación de Norte de Santander, y a través de un convenio, esta entidad se los entrega para que sean administrados por la Asociación de Autoridades Tradicionales y Cabildos U’wa.

De esta manera, esos recursos monetarios se invierten en alimentación escolar, entrega de útiles dos veces al año, pago de personal administrativo, de apoyo, docentes o dinamizadores comunitarios, como ellos los hacen llamar.