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El típico desinformador, quien no queremos ser y debemos evitar
Hay quienes desinforman con intención y sin ella, hay que tener cuidado con ambos.
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Sábado, 17 de Diciembre de 2022

El Típico Desinformador se dedica a difundir desinformación, consciente o inconscientemente. No tiene género, edad, partido político o estrato social definido. Tampoco tiene características físicas predeterminadas, puede ser como usted, como un amigo, vecino o familiar. 

Así describen al típico Desinformador en Detox Information Project (DIP), un proyecto de alfabetización digital que usa las ciencias del comportamiento, la comunicación y la tecnología para ayudar a las personas y las organizaciones a desintoxicar los ambientes informacionales. 

Constantemente hace que los demás se sientan en riesgo, sientan rabia y desconsuelo. Les hace sentir que los están robando, que pueden perderlo todo. Hace que los demás se sientan vulnerables cuando piensan en el futuro y logra que sientan que el otro, el diferente a ellos, es un riesgo inminente. Manipula las emociones de los demás y los pone en contra de las personas distintas a ellos, señalan en DIP.


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“Crea constantemente mantos de dudas sin pruebas, dice que el otro es incapaz, incompetente, no es hábil, no es racional, no es apto, se burla de quien piensa diferente a él, de su estética y de su manera de hablar”, resalta Beatriz Vallejo, directora ejecutiva de DIP y científica del comportamiento, q uien ha estudiado de cerca este asunto.

Además, es de los que piensa y hace pensar que el mundo se divide en buenos y malos, agregan en DIP.  Esto lo pudo evidenciar RedCheq en varias verificaciones realizadas en la pasada campaña presidencial en la que, por ejemplo, difundieron en redes sociales una imagen con el logo del periódico El Tiempo en la que se aseguraba que la OEA (Organización de Estados Americanos) había calificado a Gustavo Petro como el peor candidato presidencial de América Latina, lo cual era falso, pues esa organización no hace este tipo de valoraciones. O que Federico Gutiérrez no era un buen candidato presidencial porque tenía un resultado de las pruebas Icfes (ahora pruebas Saber) menor al de Petro. (Estos son solo dos ejemplos verificados por RedCheq, pero la desinformación se mueve en todas las orillas políticas. Dichos ejemplos no pretenden señalar a ninguna vertiente en particular, simplemente ejemplificar cómo se mueve la desinformación).

“El Típico Desinformador suele usar los vínculos familiares de quien quiere desprestigiar para cuestionar a quienes confían en esa persona. Hace preguntas como ¿usted le confiaría su familia a esa persona? Esto lo hace, sobre todo, en época electoral,” señala Vallejo.

Es común que el Típico Desinformador culpe a una persona o a un grupo de personas de problemas complejos, usa frases como “la pobreza en Colombia es culpa de fulano” o “la corrupción es culpa de zutano.” Vallejo explica que así manipulan y polarizan, hay quienes les creen, pero es imposible que unos pocos sean responsables de problemas como esos.

¿Qué tan propenso es a creer en noticias falsas? Descúbralo haciendo clic en la imagen: 

 

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Un ejemplo de ello es el rumor que dice que el actual ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, quebró a Colombia entre 1996 y 1997. En RedCheq encontramos que esa información es mentira porque los indicadores económicos usados como argumentos para cuestionar a Ocampo tienen que ver con variables externas que no dependen de Minhacienda. Además, al dejar su cargo entregó cifras aceptables que no indican algún tipo de quiebra económica del país. O la frase de Gustavo Petro en la que culpa al Gobierno Duque del surgimiento de las disidencias de las Farc, lo cual RedCheq calificó de discutible, pues aunque durante ese periodo sí surgieron disidencias, las primeras se conocieron incluso antes de la firma del Acuerdo Final.

Las palabras favoritas de el Típico Desinformador son “siempre” y “nunca”, le encanta exagerar y desprestigiar a los demás, explican en DIP.  RedCheq ha detectado que tiene credibilidad en su círculo social, visibilidad en medios de comunicación o una cantidad considerable de seguidores en redes sociales. Además, que repite los mensajes que quiere que la gente crea y no es raro que mezcle verdades con mentiras para confundir, lo que dificulta discernir cuál es la realidad.

RedCheq también ha encontrado que es poco responsable con lo que dice en público, no siempre explica qué fuentes usa para asegurar lo que dice, ni presenta pruebas. Además,  es complicado que acepte sus imprecisiones, pida disculpas o corrija. “Sabe” de múltiples temas, pero lo que hace es desinformar sobre ellos, economía, medio ambiente, salud, etc, pero su preferido es la política. 

Otra característica detectada por RedCheq es que suele hacerse el chistoso para, escudado en el humor o en el sarcasmo, desinformar. Un ejemplo de esto fue el trino que publicó el exvicepresidente Pacho Santos en el que difundió una falsa portada de The Economist. La imagen mostraba la foto de la ministra de minas, Irene Vélez, en la portada de dicho medio. Ante las críticas que recibió por eso, Santos respondió: “definitivamente la bodega social bacana carece de humor. No se tomen todo a pecho muchachos. Y que viva la ministra estrella!!! A vivir sabroso. . .” 

Al respecto, Fabio López De La Roche, analista de cultura, medios de comunicación y discurso político, le dijo a RedCheq en esa oportunidad: “que Pacho Santos, que es una figura pública, comparta información falsa es gravísimo porque es un líder que tiene influencia sobre la opinión y cierto prestigio. Lo que tenemos que hacer es avanzar hacia una cultura digital política de manejo responsable de la información en redes sociales”. El académico, además, añadió que un paso fundamental para no alentar la dinámica de polarización política en el país es no prestarse para fomentar la difusión de desinformación.

“En el caso de Pacho hay que exigirle responsabilidad intelectual, mucho más a él que viene de una larga trayectoria periodística, no es un ciudadano del montón. De fondo debemos ir a lo sustantivo porque estamos contribuyendo desde las redes sociales a la fabricación de una opinión tendenciosa, sin argumentos sólidos y muy orientada a movilizar sentimientos y tomas de posición sin discusión de fondo sobre los asuntos”, afirmó De la Roche.

Este tipo de desinformaciones escudadas en el humor suelen provenir también de cuentas parodia de Twitter que suplantan a personajes reconocidos, como le pasó a la excandidata presidencial  por el Partido Verde Oxígeno, Íngrid Betancourt, a quien en plena campaña le crearon una. Varios famosos cayeron en la trampa y replicaron los mensajes de la cuenta falsa.


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El artículo Los troles políticos, de la revista Realidad y Reflexión, explica que “los políticos de todas las ideologías saben bien que manejando el lenguaje, construyendo discursos y elaborando mensajes pueden construir realidades. En las últimas décadas han aprendido también que para dicha construcción Internet es una de las plataformas más importantes, ya que a través de esta herramienta pueden propagar sus mensajes de una manera muy simplificada. Basta con edificar una comunidad interconectada, fuerte y muchas veces de tintes radicales de tal manera que lo que nazca como un tuit o post sea capaz de desencadenar una serie viral de comentarios, memes y debates en todos los ámbitos de la sociedad que tiene el poder de manipular a la opinión pública e incluso influir en los resultados electorales”.

El ingenuo

A veces al Típico Desinformador le gana la ingenuidad y comparte desinformación porque cae en la trampa, y con la intención de crear conciencia replica mensajes que considera importantes para él y para los demás, explican en DIP.

Jaime Unda, psicólogo, científico del comportamiento e investigador de DIP, conoce bien al Típico Desinformador y explica que a veces actúa movido por una característica psicológica que se llama “miedo a no ser parte”. “Las personas siempre queremos hacer parte de lo que está pasando, si no participamos del debate del día en redes sociales nos sentimos excluidos del debate público, entonces compartimos información sin que necesariamente la hayamos verificado, la compartimos solo porque nos parece interesante o porque está diciendo algo que nos parece inteligente”, explica.

Unda explica que tanto quienes difunden desinformación con intención y sin ella comparten las siguientes características:

  • “Hay una teoría de personalidad que es la que más se utiliza en investigación que se llama la ‘Teoría de los cinco grandes rasgos’, uno de esos rasgos se llama responsabilidad o conciencia y habla de qué tanto las personas deben ser responsables con sus obligaciones, pero también con los demás. Lo que se ha encontrado es que las personas que tienen baja esta característica, es decir, que no sienten tanta responsabilidad frente al bienestar de los demás, son más propensos a compartir información falsa”.
  • Otra característica que se relaciona es el sesgo partidista, que es preferir a quienes tienen nuestra misma orientación ideológica. Esas personas crean y comparten información falsa más fácil.
  • Está también el extremismo político, quienes más están hacia los extremos ideológicos son más vulnerables a crear o compartir este tipo de información.
  • Fatiga con las redes sociales: Hay una teoría que dice que hay dos sistemas en la mente, uno, que es muy automático, no piensa mucho, es mucho más emocional; y dos, que es mucho más reflexivo, mucho menos emocional, toma más tiempo para tomar decisiones. “Cuando hay fatiga con la información, por ejemplo en las redes sociales, empieza a operar mucho más el sistema uno, entonces reflexionamos mucho menos, en ese sentido estamos más vulnerables a compartir información que puede ser falsa”, precisa Unda.
Los troles, típicos desinformadores

Los troles son esas personas que “aparentan un deseo sincero de formar parte de una comunidad, pero cuya intención real es irrumpir en la conversación o conseguir exacerbar un conflicto con el único propósito de entretenerse”, según la Universidad de Lancaster, en Reino Unido, en su artículo Los troles políticos.

En dicho artículo también describen a un trol como un individuo que publica falsas acusaciones o comentarios calumniosos en las redes sociales para promover una causa o acosar a alguien. “El anonimato permite a la gente decir cosas que no diría en persona con el fin de generar fuertes reacciones, en muchas de ellas, de tipo negativo (Ziff Davis Publishing Holdings Inc, 2009). También un trol, troles en plural, puede implantar mensajes con diferente tipo de contenido como groserías, mentiras embarazosas o difíciles de detectar con la intención de confundir y ocasionar sentimientos encontrados en los demás”.

Además, describen a los troles como personas que aprovechan internet y la manera en la que funciona en la comunicación directa, la interconexión y la fácil multiplicación de los contenidos, la simplificación del lenguaje y los mensajes, el atractivo de las imágenes, el humor de los videos cortos, entre otras características.

También recuerdan que aunque un trol puede ser una persona específica, también pueden ser perfiles ficticios de redes sociales creados para instalar o manipular conversaciones en las comunidades digitales. “Tienen como objetivo burlarse, criticar, hacer comentarios soeces sobre usuarios reales o acciones concretas. Así, a través de diferentes cuentas falsas generan una especie de universos o ruido comunicacional entre la opinión pública”.

Por último, recuerdan que los centros de troles pueden ser creados o contratados para diversos fines, “pero es el objetivo político el que capta la atención en muchos de los casos, ya que estos directamente buscan manipular la opinión pública”.

Finalmente y con respecto a lo anterior, Vallejo recuerda que la desinformación mata, que hay ciertos grupos sobre los que se ejerce más violencia con la desinformación y que los patrones de votación están cambiando debido a esto, hay personas que están dejando de votar y eso es grave para un país como Colombia, explica.

“Se reduce la confianza en los medios de comunicación y en las instituciones que emiten información, eso es gravísimo porque la gente ya no sabe en quién confiar ni qué hacer y se abre una puerta enorme a que la sociedad caiga en teorías de la conspiración, las cuales son muy dañinas porque dan respuestas fáciles”, concluye.

El Típico Desinformador puede hacer mucho daño, incluso a sus seres queridos, por eso hay que tener cuidado en caer en estas conductas y hay que estar vigilantes para detectar a quienes se comportan así y ser críticos con la información que difunde. La desinformación es un asunto de todos, así que debemos tratar de ser el Típico Bien Informado para aportar en la construcción de una democracia sana.

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