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Venezuela
"La diáspora venezolana no es el problema, es parte de la solución"
El sociólogo venezolano y experto en migración, Tomás Páez Bravo, habló con La Opinión. 
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Estefanía Colmenares
Sábado, 6 de Octubre de 2018

El sociólogo Tomás Páez Bravo se ha convertido en toda una autoridad para hablar del fenómeno migratorio venezolano. Desde hace al menos cinco años se dedicó a estudiar una situación que para él es inédita: cómo Venezuela pasó de ser un receptor de inmigrantes italianos, españoles, libaneses, sirios, colombianos, a uno de emigrantes. “Por primera vez Venezuela estaba exportando venezolanos y era necesario conocer las razones de lo que estaba pasando”, explica. Así nació La Voz de la Diáspora Venezolana, un estudio que ya completa varias ediciones y que se ha convertido también en un programa de radio semanal que se transmite por Internet y que permite a los venezolanos conocer qué están haciendo sus compatriotas en distintos países y empezar a conectarse.

En sus estudios ha recogido información acerca de la magnitud y las características del migrante venezolano, ha penetrado en sus motivaciones para emigrar, las dificultades que han enfrentado, las razones para escoger el país de acogida y sus expectativas de regresar. Todo este insumo y su experiencia (es Doctor en Planificación de la University College de Londres y Sociólogo de la Universidad Central de Venezuela) le permiten expresar dos premisas frente al tema de la migración: 1. las diásporas en el mundo siempre son buenas, porque aportan conocimiento, una nueva cultura, nuevas formas de ver y hacer las cosas; 2. las diásporas siempre disminuyen la pobreza global y terminan beneficiando no solo al migrante, sino también al país de llegada y al país de origen. 

Por eso, es tajante al asegurar que alrededor de la migración se han dicho muchas mentiras: que deprimen los salarios, que restan fuentes de trabajo, que llenan las escuelas, los hospitales y las cárceles y que ponen en juego la seguridad nacional. 

“Venezuela es el mejor ejemplo de cómo la emigración ayudó al crecimiento. Por eso la diáspora no es el problema, es parte de la solución”, asegura. 

Este venezolano ha recorrido el mundo contactando a sus paisanos que han huido, pero también hablando de este fenómeno que tiene al mundo entero con los ojos puestos un éxodo que, por sus cifras, ya es comparable con el de Siria. En días pasado estuvo en Colombia y habló con La Opinión. 

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¿Cómo es eso de que las diásporas son buenas y contribuyen a disminuir la pobreza global? 

Nosotros en Venezuela recibimos 300 mil italianos en la década del 50, pero ellos llegaron sin nada y a trabajar. Cuando un migrante llega, inmediatamente tiene que comer, eso moviliza el empleo y el consumo. Toda inmigración desde el momento en que llega produce efectos positivos. Pero además llegan desesperados, así que tienen que inventarse la forma de sobrevivir, entonces emprenden. El 20% de los venezolanos que ha emigrado en el mundo ha emprendido negocios. 

Todos los mitos que usted menciona sobre la migración parecieran cumplirse en el caso de Cúcuta. Hay una enorme deuda económica en salud por atención a los migrantes, la gente siente más inseguridad…¿Cómo contrastar eso con que la migración es positiva?

Eso se va viendo con la realidad. Pongo el ejemplo de cuando llegaron los colombianos a Venezuela. En ese momento el aporte de ellos fue inmenso. Ellos no llegaban en buenas condiciones económicas, no llegaban invirtiendo, pero estaban dispuestos a trabajar y a producir.

Los migrantes no solo producen, sino que todos tienen que comer algo, ese algo paga iva, ese iva va para el presupuesto, eso ya es un aporte. Ese señor tiene que inventarse algo, vender cualquier cosa, y eso implica una cadena de producción. Y otra cosa importante: generan remesas. Existe suficiente documentación sobre esto y casos que demuestran esta tesis.

¿Cuáles?

En el caso de España, por ejemplo, el 14% de su población es inmigrante y eso renueva la fuerza de trabajo, eso hace que mucha gente esté trabajando y produciendo para poder pagar la seguridad social. En el caso de Estados Unidos, estos mitos se usaron contra los alemanes, después contra los irlandeses y luego con los mexicanos, pero resulta que los aportes de los mexicanos en Estados Unidos son impresionantes. Ahora esos son los argumentos que se usan contra Medio Oriente…

¿Se está entonces estigmatizando la migración?

Muchas veces esos mitos se propagan con una intención perversa. Es lo que está ocurriendo en Italia con la inmigración que viene del norte de África, o en Suecia. La inmigración siempre es buena y así nació nuestro estudio, buscando cómo utilizar esa capacidad para el desarrollo de Venezuela y de la región.

¿Cuántos venezolanos han salido del país?

En nuestros cálculos en el mundo hay 4 millones de venezolanos distribuidos en 90 países y más de 300 ciudades.

¿Cuál es el perfil de la gente que está saliendo?


La decisión de irse o quedarse es muy individual. Se encuentran personas de todo tipo. Según datos de nuestro estudio (2015), el 90% de los que se han ido tienen grado universitario, el 40% tenía al menos una maestría y el 12% doctorado o posdoctorado. Y en términos de perfil, el 20% eran emprendedores y el 64% empleados de todo tipo, desde gerentes hasta mesoneros. Y el 14% estudiantes.

Si toda migración es buena, ¿qué decir de la fuga de cerebros?

Ese es otro mito. A pesar de que la gente sí está huyendo del socialismo, los médicos que se van para Estados Unidos, Argentina o España están dando lo que conocen, aprendiendo del país que los acoge y eso es un enriquecimiento personal. Esa experiencia va a ser muy útil para el proceso de reconstrucción de Venezuela. Siempre pongo un ejemplo: el que más sabe de operaciones con Google Glass (lentes de Google) es un venezolano. Ese conocimiento nunca lo hubiera podido adquirir en Venezuela, lo aprendió gracias a que fue a Estados Unidos. Ese señor va a poder formar a nuestros médicos sin necesidad de irse de Estados Unidos. Eso es ganancia. Eso de que hay fuga de cerebros o de que el país se descapitaliza no es verdad.

¿En qué sectores se concentran los mayores emprendimientos de los venezolanos que han salidos del país?

Los hay en todos los sectores, pero quizás los más visibles son el sector farmacéutico, alimentos, ingenierías, medios de comunicación, industria petrolera…

¿Cómo cataloga la atención que han dispuestos los países que están recibiendo a los venezolanos?

Más que adecuada. Le agradezco mucho a Colombia y en general a los países latinoamericanos porque han tomado una actitud de apertura, muy distinta a la que han asumido otros países en el mundo. Y eso que latinoamérica no está en las mejores condiciones para recibir la migración, como si puede estarlo Europa. El hecho de cuantificarlos, censarlos, se agradece desde el fondo del alma.

Los cálculos indican que más o menos el 12% de los venezolanos ha salido. ¿Falta lo peor?

Mientras siga el régimen venezolano tal como está, la diáspora seguirá creciendo. Con qué magnitud, eso es difícil de prever. Y no habrá muro ni barrera que logre pararlo porque esto se trata de salvar la vida.

Cuando se inicie una transición a un gobierno democrático, ¿qué tanta gente volverá?

Depende mucho de hasta dónde se desplazó la gente. No es lo mismo desplazarse hasta Argentina que estar en Cúcuta. Nosotros en el estudio hicimos esa pregunta y el 80% contestó que no volvería mientras las circunstancias no cambiaran. La gente para volver pide que le garanticen la vida, pues en estos 19 años en Venezuela ha habido entre 350 mil y 400 mil homicidios, un poquito menos que en los que ha habido en Siria: entre 430 y 480 mil muertos en una guerra de 7 años. Realmente el proceso de participación en la reconstrucción no pasa necesariamente por retornar físicamente al país sino que puedes trabajar a distancia gracias a la tecnología.

¿Qué papel jugará Colombia cuando las cosas en Venezuela mejoren?

Las necesidades que vamos a tener de reconstruir Venezuela son inmensas y Colombia es el mejor socio para aprovechar esta oportunidad. Realmente el problema hoy no es la diáspora, el problema es que Venezuela dejó de tener un negocio comercial con Colombia que llegó a 7 mil millones de dólares y que ahora está, posiblemente, en los 500 millones.

A Colombia y a Latinoamérica le interesa una Venezuela pujante, creciente y no tan deteriorada como está y ese es nuestro proyecto: cómo utilizar las capacidades de los venezolanos y los nuevos contactos que tiene en el país que los acoge, para fortalecer el desarrollo de proyectos conjuntos y un liderazgo en toda la región. 

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