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No todo niño que “se mueve más de la cuenta” es hiperactivo

La hiperactividad no es una enfermedad, pues los niños no son homogéneos, según los expertos.
No todo niño, por el hecho de que sea inquieto, tenga mucha energía y necesite estar ocupado para drenar esa vitalidad, es hiperactivo, término que se ha vuelto común en la jerga de la sociedad. 
 
Para saber si un infante padece el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se requieren valoraciones neurológicas y no es sino hasta los 5 años de edad que se puede dar un diagnóstico concreto.
 
El TDAH afecta aproximadamente al 5% de niños y adolescentes en todo el mundo, independiente del país donde vivan, y persiste hasta la adultez temprana entre el 65 y el 75% de los casos, de acuerdo con el Instituto Neurológico de Colombia.
 
Decir que un niño se mueve más allá de lo normal es subjetivo y determinado por muchas razones, principalmente culturales, pues hay culturas que exigen de los infantes un nivel grande de quietud y hay otras, que por el contrario, reconocen como aceptable que los niños sean mucho más dinámicos.
 
Esa una de las consideraciones del neurólogo infantil Jorge Eslava, director del Instituto Colombiano de Neurociencias, quien aclaró que “ese moverse más de la cuenta” puede obedecer a dos razones: la crianza, porque se le permite y se le tolera al pequeñín hacer lo que desee. 
 
“Por ejemplo, la familia va a misa y el niño no se queda quieto, pero los padres le dicen que esa conducta no es aceptable en la iglesia. O se lo permiten, porque creen que no está mal o porque son frágiles figuras de autoridad. Lo importante no es que el niño se mueva más o menos, sino que aprenda qué es tolerable y qué no”. 
 
Según Eslava, la otra razón es que existan factores intrínsecos en el niño, los cuales de alguna manera “lo hacen moverse más de la cuenta y para este caso es que debiera reservarse el término hiperactividad. Lo que pasa es que para llegar a eso se exige una evaluación muy cuidadosa y profesional”.
 
Tampoco hay una edad establecida para que un infante deje de ser hiperactivo, pues a medida que va creciendo va aprendiendo a manejar esa condición de mejor forma. 
 
El neurólogo recalcó que la hiperactividad no es una enfermedad, pues los niños no son homogéneos. “Cuando un niño se mueve de forma exagerada y estorba, por así decirlo, él se vuelve disarmónico, pero no tiene una enfermedad, tiene una característica, una manera de ser. Y, claro, esa disarmonía requiere ayuda”.
 
Aclaró que la hiperactividad puede ser parte de ciertos cuadros patológicos, como en algunos casos raros de pequeños con autismo o con encefalitis, quienes se mueven más de lo normal. 
 
De esta misma manera opina la psicóloga clínica Dayana Correa, quien trata la hiperactividad y reafirmó que no es un trastorno limitante y mucho menos un problema para el desarrollo del individuo. 
 
¿Cuándo un niño es hiperactivo?
 
Dayana Correa enfatizó que el diagnóstico necesita un prueba neurológica, que ayuda a determinar la existencia de una falla cognitiva. Sin embargo, hay señales que reflejan la hiperactividad: 
 
Inquietud motora, se levanta a cada rato de su puesto de trabajo, no termina la instrucción, se le dificulta seguir las órdenes, movimientos repetitivos con las manos, busca sonoridad en los objetos, dificultad para concentrarse y baja tolerancia a la frustración, pues siempre están en función de cumplir sus deseos.
 
“Algunos dirán: ‘es que todos pasamos por esta fase’. Sí, todos pasamos por esta fase de caprichos, por decirlo así, pero en ellos -niños hiperactivos-, es más marcado”. 
 
La psicóloga clínica resaltó que hay una característica biológica muy importante a tener en cuenta; existe una alteración en el sistema nervioso, o sea, una afectación en las funciones ejecutivas, las cuales se encuentran en el lóbulo frontal y hacen frenar o no la conducta, entonces cuando hay un estímulo a través de la vista, el impulso es directo y lleva al niño a actuar de inmediato, a agarrar algo, a levantarse o ejecutar cualquier otra acción.
 
Tips para los padres y adultos cercanos
 
• Lo primero es aceptar, tras la debida valoración, que el niño va a una marcha o ritmo diferente que otros.
 
• Las manifestaciones de amor de parte de los padres y maestros hacia los niños, es la mejor terapia, así se les hace entender que existen límites.
 
• En la escuela, adaptar las temáticas y exámenes para que puedan procesar mejor la información, ellos son buenos en actividades de liderazgo, negociación y de retos.
 
• Vincularlos regularmente a actividades deportivas y artísticas que disfruten y con las que aprendan valores.
 
• No hay que coparlos con tareas u ocupaciones, pues también deben aprender a llenar esos espacios por sí solos.
 
• Compartir con ellos en espacios abiertos.
 
• Hay recursos médicos y terapéuticos como la equinoterapia y la terapia ocupacional, que ayudan a potenciar sus habilidades.
 
• Entender que los niños no son pacientes, son niños.
 
• Las medicaciones deben ser usadas en casos de entera necesidad.
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Leonardo Favio Oliveros Medina
Leonardo Favio Oliveros
Sábado, 15 de Junio de 2019
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